EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Economía y política II

Eduardo Pérez Haro

Septiembre 20, 2016

Para Magaly Elías Mortera.

No terminamos de asimilar las repercusiones de la disminución del PIB del segundo trimestre de este año y en los pronósticos de crecimiento económico anual, cuando se recibe la nota de las calificadoras sobre los riesgos del elevado endeudamiento y, en consecuencia, el anuncio del enorme recorte en el presupuesto federal a la vez que se comete la estupidez de invitar y recibir sin cuestionamiento alguno a Donald Trump. Estupidez, no ya por inclinarse ante el ofensivo candidato conservador sino por no calcular que el hecho habría de significarse como una intromisión en la política interna de la nación más poderosa del mundo afectando la circunstancia del partido en el poder encabezado por Barack Obama.
Este último hecho repercute en tal grado, que el mismo presidente Enrique Peña Nieto ha tenido que aguantar la avalancha de críticas y cuestionamientos de todos, incluidos quienes tradicionalmente le cuidan y le protegen como las televisoras, mas no sólo tuvo que aguantar la presión interna de tirios y troyanos, sino que se vio orillado a separar del cargo a su hombre fuerte, al colaborador más influyente, y para muchos, el que habría de perfilarse como el candidato de su partido a sucederle en las elecciones presidenciales de 2018.
El otrora secretario de Hacienda Luis Videgaray fue señalado como directo interviniente en la tristemente célebre convocatoria y al tratarse del hombre más fuerte del gabinete no nos deja otra alternativa que suponer la presión de Washington para orillar al presidente a tal determinación con lo que se revela no sólo una torpeza, sino el momento de mayor debilidad en la institución presidencial al grado que los analistas y las redes sociales pusieron sobre la mesa el tema de la renuncia de Peña, sea como posibilidad o como demanda.
Los hechos se agolpan e inquietan. Cualquiera diría que se exagera, pero deshacerse del hombre fuerte y sacarlo de la lista de los precandidatos no debió ser nada sencillo para el presidente por cuanto no habrá de ser igual con ningún otro por más que tendrá que haberlo, más bien pareciera que los poderes fácticos, de dentro y de fuera, le inducen a reconocer que el candidato del PRI no será ganador de la contienda electoral del 2018 y lo inclinan por negociar con el PAN.
Acción Nacional por ser un alterno posible que puede tomar el mando para asegurar la continuidad de un esquema de gobierno alineado al patrón de desarrollo prefigurado en el seno de los organismos financieros internacionales FMI, BM, BPI; (en inglés Bank for International Settlements BIS o Banco de Pagos Internacionales) con los que, a su vez, Estados Unidos es determinante y sin ser contrario al crecimiento de los hombres más ricos de México que se han amoldado y beneficiado de los juegos de oportunidad que les brinda el modelo exportador con el propio país vecino (TLC) y a los subsidios que se les otorgan para con las actividades sustantivas (alimentación, infraestructura, telecomunicaciones, energía, etc.) dirigidas al mercado interno.
La posibilidad de que las acciones del presidente se encaminen en esa dirección en mucho dependen de la manera en que se acomoden las condiciones para las elecciones en el Estado de México por tratarse del padrón electoral más grande de las entidades federativas y por ser el estado de origen y fundamento del grupo político que ahora encabeza Peña Nieto. El PRI ha sabido imponerse a toda costa en esa entidad, pero los resultados electorales del 2016 lo colocan en la incertidumbre y no parece que le convenga arriesgar todo en esa jugada.
El PAN sabe que los acuerdos con el PRI les dan altos niveles de seguridad, pero también calculan que al no corregirse el curso de las acciones del gobierno de Peña Nieto, el PRI podría debilitarse al grado de colocarse como un aliado insuficiente para cristalizar su aspiración de regresar a Los Pinos cuando no podría traducirse en franco inconveniente, en cuyo caso el PRD podría emerger como el mejor prospecto para asegurar sus propósitos pues a la vez podría ayudarle a conjurar, de una vez por todas, la alianza del mismo PRD con Morena restando las posibilidades de este último en el 2018. De manera que en este cálculo y geometría política todavía veremos acomodos en el gabinete y en los partidos, así como de sus alianzas de frente a la contienda del año próximo en el mencionado Estado de México.
Por lo pronto, el presidente y la partidocracia no dan señales de ajuste y cambio frente al visible debilitamiento de la institución presidencial y los riesgos de su ahondamiento, y lejos de que ello produzca el cambio en las políticas públicas y la política política a efecto de responder a los más reconocibles reclamos sociales y apuntalar a la próxima administración del gobierno federal, el titular del Ejecutivo hace de la renuncia de Videgaray un cambio de nombre y más aún, pues aunque José Antonio Meade es un personaje con mejor talante y talento al decir de la misma clase política, llega en un momento en que todo está definido y decidido en la hacienda y el crédito públicos.
El endeudamiento que fue advertido en una dinámica que habría de desembocar en un problema para la archipregonada estabilidad macroeconómica llegó al desequilibrio de la balanza de pagos y así, al límite de su aceptabilidad por los mismos que la acicatearon y desfondaron provocando que el propio sistema financiero pusiera un hasta aquí y no ya por el tamaño de los adeudos sino por la debilidad de la economía para asegurar su capacidad de pago. Y al no haber bases para el crecimiento económico se impone un mecanismo de contención al gasto público.
El nuevo titular de la SHCP llega con un compromiso-atadura-modelo que no le permite incrementar los impuestos, ni resarcir desequilibrios e insuficiencias, y por tanto, no tiene más oportunidad que la de reprimir el gasto de gobierno mientras los demás secretarios de Estado tendrán que enfrentar los reclamos de todos los sectores sociales que resultarán afectados por el recorte. Demandas como la de Miguel Ángel Mancera para evitar el ahorcamiento de la Ciudad de México, se intensificarán por todos lados sea de los gobiernos estatales y municipales como de empresarios, y sin duda, de los sectores sociales con menos recursos, tanto en la ciudad como en el campo. La inseguridad encontrará un caldo de cultivo, y las presiones al presidente no tienen manera de frenarse.
No obstante, la renuncia del presidente no es un escenario. Como señalamos antes, aparece en la lectura de diversos analistas y en las redes sociales como expresión de la crisis institucional de la presidencia encabezada por Peña Nieto y aunque nada está escrito en los vuelcos de la historia de estos días (Dilma Rousseff de Brasil, Otto Pérez Molina de Guatemala) no es por mucho una demanda generalizada y nadie debe asustarse, todavía, más bien habría que felicitar que por primera vez el oficialismo haya tenido como premisa y contraparte del Grito una protesta ciudadana que recupera el sentido de poner la independencia y el gobierno de México al servicio de las exigencias ciudadanas en gradual relevo de una farsa que simula festín popular.
El régimen se resiste, pero a pesar del acarreo y de las dificultades de la economía familiar y del país, soplan nuevos aires que ya se sienten y no hay que desestimar que pueden alcanzar la fuerza que dé otros rumbos al devenir y por ello no hay que apanicarse. Y vuelvo a traer aquella vieja expresión de Jorge Veraza: Así son los días luminosos del capitalismo.

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