EL-SUR

Lunes 13 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Economía y política para el desarrollo nacional (VI)

Eduardo Pérez Haro

Julio 26, 2017

Para Claudia Sheinbaum.

Hemos expuesto causas históricas, técnicas y productivas, así como los problemas de competencia, confronta y crisis de desempeño del mundo globalizado en los que se inscriben las diversas naciones del mundo y la particular circunstancia de México por su vecindad y el férreo entramado de su relación con la principal potencia económica y política del planeta.
Economía y política se entrelazan dentro de un solo proceso donde la una es parte de la otra en forma recíproca, no tienen frontera, son distintas y a la vez se conjugan complementariamente, son capital y trabajo, patrones y trabajadores como sujetos contradictorios e interdependientes, protagonistas y determinantes de la estructura social de las naciones y del mundo como consecuencia de su confrontación y negociación, pero no sólo.
Hemos reconocido el desplazamiento económico y político de los trabajadores tras la individualización de las relaciones de trabajo (que se realiza mediante la subrogación del contrato) y la consecuente pérdida de la defensa colectiva, con base en lo cual se abre un espacio que da lugar para que se filtre y se constituya la preponderancia del sistema financiero y la confrontación de las principales potencias por la hegemonía mundial como asuntos de primer orden para los dueños del capital.
Las ganancias están en declive por el estrechamiento de los mercados (que no por mayor participación de los salarios en el producto interno bruto), y no hallan cómo destrabar la tendencia a la vez que se acumulan grandes masas de dinero de deuda y de las bolsas de valores. Se gana poco en el mercado de bienes y se gana mucho en el mercado financiero, al grado en que se congestiona la producción y se entrampa el capital financiero, la producción no tiene mercado de realización y por ende el financiamiento no tiene ámbito productivo de aplicación.
Ambos procesos se traducen en atonía del crecimiento económico real y sobreacumulación de dinero, precarismo del trabajo formal, desempleo, informalidad del trabajo y emigraciones masivas de las poblaciones pobres. Un mundo centralizado y polarizado. Un capitalismo en crisis que no se manifiesta en dificultades abiertas a la manera de una recesión o depresión porque sigue apoyándose en la profundización y ensanchamiento de la deuda y las superganancias dinerarias provenientes de la especulación que no del capital, en una clara distorsión política de la economía basada en la dominación del trabajo (donde el dinero hace las veces de oxígeno de un capitalismo con respiración artificial) que extiende sus posibilidades inflando una burbuja financiera y, ahí, su riesgo explosivo.
En este contexto se crea el falso dilema entre el libre comercio y el desarrollo interno bajo esquemas proteccionistas a la manera de molinos de viento donde tirios y troyanos se lanzan al embate a sabiendas de que ambas dimensiones del intercambio se rigen bajo la misma lógica de la competencia excluyente en donde la acumulación-centralización-exclusión les son consustanciales y que los encadenamientos multinacionales propios de la globalización resultan irreversibles, la especialización y la nueva división del trabajo no tienen reversa, nunca la han tenido por más que se nos antoje la idea de regresar a los orígenes donde estos malditos problemas de hoy eran inexistentes e impensables siquiera, el mundo en el que las cosas aún no tenían nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo, sólo pudo regresar en la fantástica novela de Gabriel García Márquez.
La historia no tiene marcha atrás, por el contrario, habrá que subirse desde el reconocimiento objetivo y subjetivo del mundo global y sus contradicciones. Dejémonos de falsas disyuntivas y prácticas políticas excluyentes, mandando por Twit, Face y Whats App nuestro repudio a la globalización y el libre comercio e invocando una sociedad basada en la solidaridad de la patria a la manera de reconstituidos evangelistas, y adentrémonos al manejo de las contradicciones donde se funda el avance en la acumulación de fuerzas políticas informadas y formadas y el entramado de una correlación de éstas que impida morir en el intento. Operemos nuestra miopía y abandonemos el oficio de luchar y perder.
El abuso del diagnóstico de los síntomas de alto contraste dibuja una línea de chantaje donde la exhibición de los síntomas extremos de la desigualdad se usa para doblegar el sentimiento como motivación para la adherencia a la consigna del reclamo por las causas justas. Así se sustituye el reconocimiento de la intrínseca dificultad de crear hombres buenos sobre la base de la competencia excluyente, apartémonos de pedirle peras al olmo, discurso moral cuanto más voluntarioso y dejémonos de imaginar desarrollos autárquicos en medio de un mundo tensado por la dominación política y el ocultamiento de la crisis. Macondo es lección verdadera, dejemos el romanticismo supletorio de la conciencia y discutamos a fondo cómo se manejan los procesos en un mundo contradictorio, desequilibrado y desigual, y procesemos la construcción del cambio radical, escúchese bien, cambio radical, no aventuras de alto costo que se pagan con el retroceso personal, colectivo y de clase. Hay diversas lecciones en el escenario, volvamos la mirada a Brasil, no perdamos de vista a China y hagamos lo que nos corresponde. Son tiempos de reformas sustantivas, desde ahí, por ahora.
Nuestra oportunidad está en girar pausada y progresivamente hacia el desarrollo interno de capacidades productivas. Nadie ha inventado una forma distinta de ser económicamente fuerte y sin ese punto de apoyo la soberanía se torna quimera, la preponderancia financiera es frágil por demás, no opongamos al perverso ensueño neoliberal la honesta y endeble ilusión del sí se puede, la ausencia de la ciencia. Está bien el coraje electoral, la retórica y el triunfo mismo, pero el hecho de suyo no puede ser sustituto de capacidades productivas, económicas y políticas en el más amplio y estricto sentido de los términos. Lo que implica que no podemos dejar de emprender el cambio en la correlación de fuerzas políticas a través de las urnas pero no suponer que en ello está dada la transformación, tampoco podemos suponer que la transformación se hace por idea sobresaliente de académicos o liderazgos en ausencia de pueblos comprometidos más allá de la protesta y el voto, ni suponer que el desarrollo nacional se hace a base de ajustes administrativos o grandes obras aderezadas con políticas sociales más o menos robustas o grandilocuentes como se ha practicado por todo régimen local o federal de derecha, centro o izquierdas sin excepción, hasta ahora.
Tras entender la dificultad de desempeño de la economía global y la confrontación de los titanes, así como la dependencia como revelación de la insuficiencia de capacidades productivas de México y de los mexicanos para producir y vender en México y en el mundo, será preciso correr en forma paralela las emergencias de la pobreza y el empleo pero sobre todo atacar las debilidades de la capacidad e integración productiva por sectores, subsectores, ramas y principales productos con criterios y políticas diferenciadas por regiones y estratos de productores en forma gradual y progresiva, lo que presupone una matriz flexible de doble entrada como sistema que orienta el presupuesto público modificado y un arreglo negociado entre los dueños del capital y el mundo del trabajo, sustentado en el apoyo popular movilizado sin el cual no sería posible y mucho menos procesable en forma perdurable y para escapar de la dominación de los Estados Unidos habrá que negociar también con ellos mismos.
El financiamiento del mediocre crecimiento económico de México en los últimos 35 años proviene fundamentalmente del comercio exterior con el vecino país del norte y suponer que se puede romper esa relación y diversificarnos de un día para otro no es muestra de voluntad política sino de ignorancia. Ahora entonces, hablemos de las reformas para el desarrollo de la capacidad productiva de México, de la política-política para fundar un nuevo acuerdo nacional de transformación y de la inevitable negociación con Estados Unidos.

[email protected]