EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ecuador tras la victoria de Lenin Moreno

Gaspard Estrada

Abril 05, 2017

La victoria, el pasado domingo, del candidato del partido Alianza País a la presidencia de la República, Lenin Moreno, tiene un gran significado político para la región. Si bien Ecuador es un país relativamente pequeño, de 16 millones de habitantes, la figura del actual presidente, Rafael Correa, que trascendió las fronteras de su país, hizo que su sucesión tuviera resonancia internacional. En efecto, durante los últimos años, los gobiernos de izquierda de América Latina han acumulado derrotas en el plano electoral, ya sea en Brasil, Argentina, Chile o Perú.
La gran diferencia con estos casos reside en la popularidad del actual presidente ecuatoriano. Más del 70 por ciento de los ciudadanos tiene una buena opinión de la acción gubernamental. Esta tasa de aprobación, casi inédita en América Latina diez años después de la llegada de Correa al poder, puede explicarse principalmente por los logros económicos y sociales obtenidos. En el plano económico, el PIB ha duplicado en diez años, pasando de 51 mil a 100 mil millones de dólares. Numerosas obras de infraestructura fueron construidas, así como varias plantas hidroeléctricas que permitirán cubrir el aumento de la demanda de energía del país. En el plano de la educación superior, se buscó fortalecer a las universidades públicas, así como crear un polo de competitividad de nivel internacional, en la ciudad de Yachay. Esto permitió, en el plano social, que un mayor número de ecuatorianos fuera capaz de estudiar y sobre todo de titularse. Para los ecuatorianos más pobres, los gobiernos de Rafael Correa se tradujeron en una mejora de vida: el índice de pobreza extrema bajó del 37% al 25% en 10 años.
Sin embargo, la caída de los precios del petróleo durante los últimos dos años, aunada a la pérdida de competitividad relativa con sus países vecinos por el uso del dólar estadunidense como moneda oficial en un escenario en el que esta última moneda se ha ido apreciando frente a las monedas de la zona andina, ha propiciado que el modelo económico impulsado por el gobierno no tenga el impulso que había tenido hasta ahora. Es más, en 2016, el crecimiento económico fue negativo: -1.6% del PIB. Esto se tradujo, en el plano fiscal, en un aumento de la deuda pública, y en el aumento de la influencia de China en el financiamiento de los grandes programas de infraestructura. Es en este contexto de crecientes desafíos económicos que se llevó a cabo la contienda electoral.
El candidato vencedor, Lenin Moreno, tiene un perfil singular. Después de haber estudiado administración pública, medicina y psicología, fue víctima de una agresión armada en 1998, que lo dejó parapléjico. Desde entonces, el futuro presidente de Ecuador se desplaza con una silla de ruedas, al tiempo que ha desarrollado una vocación por atender el tema de la discapacidad en las políticas públicas. Durante su paso como vicepresidente de la República, del 2007 al 2013, impulsó ese apartado en el presupuesto, y le dio visibilidad a esta agenda a través de su caso personal. Sin embargo, es en el plano de la personalidad y del modo de gobernar que este último ha intentado distinguirse del actual presidente ecuatoriano. En efecto, Correa tiene una personalidad fuerte, que en el plano político se ha traducido por una polarización entre el discurso gubernamental y el de la oposición. Lenin Moreno, por el contrario, ha querido insistir en su voluntad de diálogo, en particular con la oposición. Sin embargo, todavía no queda claro si la oposición de derecha tendrá las ganas de dialogar con el gobierno. El discurso del candidato derrotado en las urnas el pasado domingo es un buen ejemplo de eso. Guillermo Lasso, un antiguo banquero que representa a la clase política ecuatoriana que gobernó el país durante años antes de la llegada de Correa al Palacio de Carondelet (sede de la presidencia), intentó descalificar los resultados e imponer un recuento de los votos, sin éxito. En este contexto, esperemos que la oposición acepte el resultado y no intente maniobras para quedarse con el poder, como sucedió en Brasil el año pasado.
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada