EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

El agua azul

Silvestre Pacheco León

Mayo 29, 2023

Nada como bañarse cuando la calor es agobiante, y mejor si en vez de la regadera o la pila, o la cubeta para los clásicos jicarazos, se puede uno sumergir en el agua corriente de un río, y más si tienes la fortuna de disponer de un manantial, en el nacimiento de un río o de plano en un borbollón como el que brota en Quechultenango, con el entorno verde y sombreado de árboles frondosos, porque entonces resulta un privilegio poderse refrescar sumergido en el agua y nadando entre cardúmenes de peces curiosos mientras el sol sique secando los campos y calentando el pavimento de las calles y casas como castigo de todos los que hemos abandonado nuestra responsabilidad con el medio ambiente.
Ese privilegio de disfrutar del pequeño paraíso que es el Borbollón tienen quienes viven en la cañada del río Azul, al oriente de Chilpancingo, camino del Huacapa que en su trayecto va reuniendo el agua que discurre de las dos cordilleras que resguardan la cañada, en forma de ríos y barrancas, hasta llegar al nacimiento del río Azul.
En el mismo lecho del Huacapa, a menos de 50 kilómetros de la capital del estado, en territorio de Quechultenango, la naturaleza nos favoreció con el nacimiento del río Azul que brota con una fuerza inaudita desde el fondo de la tierra y aparece como borbollón en su orilla derecha.
El río Azul nace de más de diez manantiales en la margen contraria del borbollón, fuera del cauce del Huacapa, lo cual le salva de la grave contaminación que arrastra el río de Chilpancingo.
Los manantiales que en otro tiempo eran atractivo secundario del Borbollón ocultos entre matorrales, han adquirido una reputación creciente porque descubiertos a la vista de los paseantes se han convertido en atractivo que invita al descanso y la contemplación.
La nueva administración del balneario ha realizado obras de tal envergadura que aprovechando el atractivo natural del verde y sombreado espacio que ocupan los añosos y gigantescos árboles de amate, sauces y ahuejotes, a lo largo de medio kilómetro de ribera, extendió el agua virginal con nuevas pozas y estanques que se mantienen limpias de contaminación, inclusive en el lecho del río construyeron un camellón que separa los dos ríos para que cada cual discurra por su lado. Así se está en posibilidad de disfrutar más tiempo durante el año del agua azul sin mezclarse con el contaminado y muerto río Huacapa.
Excavaron una extensa y profunda área del lecho del río para remar en kayacs llamada Poza Azul, que todos encuentran atractiva para los profesionales que pueden nadar y bucear en ella.
Durante la época de secas, el balneario del Borbollón ofrece un paseo en kayacs para recorrer todo el tramo de río que comprende el territorio de Coscamila, Santa Fe y Colotlipa con una duración de dos horas, que al decir de quienes lo han realizado, ofrece todo tipo de experiencias que se conocen en el campo de ese deporte de canotaje.
En sus nuevas condiciones el balneario puede recibir a cientos de visitantes cada día sin causar apenas un impacto negativo en el entorno.
El balneario natural cuenta con servicios turísticos diversos, estacionamientos amplios y sombreados, zonas enjardinadas bien cuidadas, restaurantes y enramadas que ofrecen comidas, bebidas y antojos, regaderas, baños y vestidores, música y entretenimiento, lugares acondicionados para hacer las veces de trampolines, hamacas y zona para acampar.
Se han impuesto una serie de reglas para mantener limpio el lugar con una participación inusitada de los visitantes que asumen con responsabilidad cada una de ellas depositando su basura en los botes dispuestos para ese fin.
Por todo eso el balneario del Borbollón es un paseo atractivo para visitarlo, sobre todo en estos tiempo de calor agobiante, con lluvias que no logran bajar la temperatura.
Es digno de mencionar que desde la Secretaría de Educación Pública, no sé si de manera concertada con otras autoridades, está promoviendo excursiones estudiantiles de las escuelas de la cañada a este balneario.
En toda esta semana de calor han llegado cientos de estudiantes de secundaria a disfrutar del agua corriente, fría y cristalina en las pozas acondicionadas para nadar y divertirse.
El ambiente de los bañistas se convierte en uno más de los atractivos del paseo porque se disfruta mirándolos convivir y divertirse entre hombres y mujeres, con sus juegos sanos, con una simple pelota, echando clavados, compitiendo en natación y a lanzarse de las ramas más altas de los amates o colgados de los columpios; empujándose al agua o jugando guerritas.
Todo el movimiento en las pozas se asemeja a peceras alborotadas en una conjunción de risas y gritos. Los grupos toman pausa para alimentarse con cualquier cosa y luego vuelven al agua aprovechando cada minuto del paseo.
En nuestros dos últimos paseos familiares de esta semana al borbollón coincidimos con estudiantes de la secundaria de Coaxtlahuacan, del municipio de Mochitlán, y Aguacatepec de Quechultenango.
Lo ominoso llegó el viernes cuando pretendiendo recordar los tiempos gloriosos del balneario de Santa Fe y su poza del Remolino, nos encaminamos allá aunque tuvimos que desandar el camino casi llegando al pueblo, impedidos por las obras que se realizan para ampliar y mejorar el camino pedregoso que ahora estará acorde con las grandes casas de lugareños y extraños construidas de mampostería en sustitución de las pobres cabañas de palma y bajareque que conocimos hace medio siglo.
Encontramos el lugar que también fue refugio del ex gobernador Alejandro Cervantes Delgado, casi abandonado, nada que ver con lo que acontecía en la década de los setentas cuando la poza de clavados fue descubierta por el andariego doctor Epifanio Martínez Barrera. Las enramadas solas y la infraestructura destruida, perros y cuches huérfanos, las cabañas desaparecidas y la alberca con su tobogán abandonados. Solo el discurrir del río con sus aguas diáfanas bañando los pies de los sauces y el rumor de siempre, nos remiten a los viejos tiempos de cañaverales y milpas, ausentes de envases plásticos, con los burros cargados de leña y perros famélicos tras sus dueños.
Las pobres enramadas de la entrada sobreviven con la demanda de los escasos visitantes que saben de la proximidad de la peste que con las primeras lluvias del temporal arrastra la creciente del río Huacapa desde Chilpancingo con las aguas negras del drenaje.
Mientras comemos las deliciosas tortillas hechas a mano, una familia se entretiene construyendo con una cerca de piedras la poza donde puedan contraponerse a la fuerza de la corriente, y cuando apenas hemos terminado de comer empezamos a percibir el inconfundible olor del drenaje que inunda el ambiente. Eso presenciamos el viernes cuando la primera creciente del Huacapa obligó a toda la familia bañista a salir corriendo del río para no contaminarse. El agua azul y transparente convertida en lodo contaminante.