Arturo Martínez Núñez
Abril 01, 2005
Cruzo el estado de Guerrero de madrugada. Viaje relámpago a la ciudad de México. Entre Hutziltepec y el río Mezcala, me sorprende el brillo del sol en el poniente. El cielo se llena de colores ocre. No cabe duda que el momento más hermoso del día es el amanecer.
Cada día se repite el milagro y cada día se presenta una nueva oportunidad. Cada día es nuevo y cada día tiene su amanecer, su cenit y su ocaso. Es la ley de la vida. Algo similar ocurre cuando se inaugura un periodo de gobierno.
El hombre es un animal de ciclos. Cada inicio de curso, cada año nuevo e incluso cada equinoccio, recurrimos a la oportunidad de, si no comenzar de nuevo, por lo menos intentar un borrón y cuenta nueva.
Hoy inicia el nuevo día del gobierno de zeta. A partir de ahora, las acciones u omisiones que cometa el gobernador, dejarán de ser promesas de campaña o buenas intenciones y se convertirán en obras de gobierno. Habrá una tregua, sí, pero la gente demandará también resultados en el corto plazo. Muchos de los funcionarios recién nombrados, se darán cuenta rápidamente que no es lo mismo ver los toros desde la barrera. A los priístas les costará trabajo adaptarse a ser oposición, pero por el bien de Guerrero espero que aprendan pronto a oponerse siendo constructivos.
A esta hora los primeros nombramientos habrán dado ya de qué hablar. Nadie quedará absolutamente conforme con la integración del equipo que acompañará al gobernador pero como él lo ha dicho, “el que se equivoca, si es que se equivoca será Zeferino Torreblanca”.
Recibamos con optimismo al nuevo gobierno. Todos tienen el derecho a gozar del privilegio de la duda. Pero también todas y todos son responsables de sus propios actos. No creo en los gabinetazos. Siempre he pensado que a la gente hay que darle espacio para trabajar con libertad y luego llamarla a cuentas. Algunos crecerán increíblemente y otros más se harán pequeñitos, casi invisibles.
Y mientras en Guerrero asistiremos a la fiesta de la renovación democrática, a la misma hora en San Lázaro quizá se consume el jaque al jefe de Gobierno. El presidente Fox cometió un error estratégico al poner la cabeza de Andrés Manuel en manos de su peor enemigo. Conversando con diversos amigos de diversas tendencias políticas, me llama la atención el nivel de polarización que genera el asunto del desafuero.
Con El Peje no existen las medias tintas, o se le idolatra o se le detesta hasta por lo que todavía no ha hecho. Curiosamente, mucha de ésta gente reconocía, hasta la aparición de los video escándalos, el ímpetu de López Obrador y su obra incansable en la ciudad de México. Es evidente que aunque las encuestas afirmen que su popularidad se mantiene alta, la campaña mediática le ha restado apoyos al jefe de Gobierno, principalmente en los sectores medios y altos de la sociedad. Dichos estratos de la población han sucumbido ante la insistencia de que Andrés Manuel es autoritario, poco transparente y mesiánico. Insisten en compararlo con Hugo Chávez. El empresariado ha salido finalmente del closet y se ha declarado contra la posibilidad de un gobierno encabezado por el tabasqueño. Y ante el temor, suena patético que digan que sí a la izquierda, pero una tipo Felipe González o tipo Ricardo Lagos; vamos, llegan incluso a suplicar por un Lula da Silva y hasta por Cuauhtémoc Cárdenas. Es dramático que el ingeniero escuche los cantos de las sirenas que en 1988, 1994 y 2000 lo pintaban a él como el lobo.
Andrés Manuel ha cometido muchísimos errores al alejarse de las clases ilustradas, pero él sabe que anclándose a la izquierda y tomando las banderas de los más necesitados, obtendrá el apoyo de un electorado que se siente por lo menos decepcionado del supuesto cambio que llegaría con la alternancia y Fox. Y aunque, ciertamente, los cambios han llegado, estos no han tenido el calado suficiente y menos aún se han reflejado en el poder adquisitivo de la gente. El pueblo no entiende de cifras macroeconómicas ni de índices de empleo.
Estoy convencido de que el gobierno que hoy inicia su responsabilidad en Guerrero, puede realizar los cambios estructurales necesarios al tiempo que impulsa una ambiciosa agenda para el corto y mediano plazos. Concretamente en educación y en salud, es posible organizar campañas anhelosas y agresivas que detengan de golpe el deterioro de los más pobres de Guerrero. Esto no son temas que dependan únicamente de las partidas presupuestales. Zeferino tiene suficiente capital político y legitimidad para convocar a sendas cruzadas contra la desnutrición y el analfabetismo. Los miles de jóvenes estudiantes de nivel medio y superior, pueden encabezar los esfuerzos en este sentido. Estas batallas no conocerán de colores ni ideologías; el color será el de la esperanza, la ideología la de la solidaridad.
La imaginación y la convocatoria popular serán armas fundamentales para el nuevo gobierno. Zeferino ha dicho que solo no va a poder, pero será necesario que el gobernador del estado actúe como estadista y no como jefe de facción.
El alba, ese momento mágico e irrepetible donde ya hay luz antes de que salga el sol, sólo ocurre una sola vez al día.
PD: Al momento de enviar este material, el papa Juan Pablo II ha recibido la extremaunción. Hombre fundamental para comprender la historia del último cuarto de siglo, el Papa viajero es sumamente amado por los mexicanos. Ojalá que los poderosos cortesanos que rodean al Santo Padre permitan que realmente descanse en paz. El hombre que contribuyó a que se derrumbaran los totalitarismos, no puede ser víctima del último totalitarismo que se mantiene en pie: su propia iglesia.