EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El arte de la política

Silvestre Pacheco León

Septiembre 15, 2019

¿Alguien más que los especialistas conocían que Pemex y la Comisión Federal de Electricidad estaban condenadas a la privatización?
¿Quién se había enterado de que ambas empresas estratégicas para el desarrollo del país habían llegado al punto de la quiebra para justificar su venta como resultado natural del modelo neoliberal que siguieron los gobiernos del PRI y del PAN?
Ahora, con la dedicada y parsimoniosa explicación mañanera del presidente de la República casi todos sabemos pormenorizadamente lo que pasa en el país,y casi podría decir que la mayoría tiene argumentos para justificar las decisiones que se han tomado frente a cada uno de los problemas que se ventilan de manera cotidiana, como la negociación de deudas de la CFE con las dueñas de los gasoductos que garantizarán el abasto de combustible para las plantas que alumbran todo el país sin aumento de tarifas.
Gracias a la información que temprano en la mañana se comparte desde el Palacio Nacional, donde también se escucha lo que la gente piensa y demanda, lográndose un verdadero diálogo entre gobernantes y gobernados, en una relación horizontal que nos permite hablar de que en México vivimos ya una gobernabilidad democrática.
Sin habernos puesto de acuerdo, cada quien sabía por su cuenta que la gestión del PRI y del PAN al frente del gobierno era igual de desastroza, debido a que ambos están casados con los principios del neoliberalismo como doctrina económica que privilegia al capital, sin importarles que sea el trabajo la sustancia que mueve la economía. Por eso su misión era controlar los salarios a la baja mientras propagandizaban la idea ilusoria de que son las fuerzas del mercado las que dan a cada quien lo que se merece.
Esa idea era la que promovían los medios masivos de comunicación, también beneficiarios del gobierno de aquella minoría, hasta que poco a poco se fueron desgastando en influencia frente a la idea progresista que empezó a campear entre la población acerca de que no podía ser el destino de todos la creciente pobreza con sus secuelas de violencia e inseguridad, y que frente a esa realidad era posible y necesario construir una alternativa democrática para sanar los males que crecían en perjuicio de la mayoría.
Por eso la masiva difusión de las pretendidas bondades del Pacto por México que desde el gobierno de Peña Nieto (ahora se sabe que a iniciativa de Los Chuchos del PRD) se avizoró como la tabla de salvación para hacerle frente a la fuerza emergente del cambio representada por López Obrador.
El grado de politización en el que se educó el pueblo de México desde 1988 terminó por hacer el cambio por la vía del voto, sin impacientarse ante los repetidos fraudes electorales, y fue cuando la realidad mostró que se trataba de una nueva fuerza compuesta por 30 millones de mexicanos.
El fenómeno comunicativo de AMLO

A los analistas que dan cuenta del prestigio del presidente de la República que desde las elecciones de julio ha pasado de contar con la simpatía de poco más de cinco ciudadanos de cada diez a poco más de siete por cada diez, les parece que es un fenómeno de comunicación nunca antes visto el que ha logrado establecer con los gobernados.
Con todos los artificios buscan una explicación que ayude a entender lo que ha sucedido porque frente a sus ojos no encuentran razón de que exista tan efectiva conexión, porque para ellos lo logrado por el actual gobierno sólo se cuenta en detrimento de sus creencias y privilegios, por eso mientras unos tratan de explicarse el fenómeno aduciendo que el primer mandatario ha avasallado a la prensa con sus conferencias matutinas sin dejarles otra opción que la dictada por su agenda, otros señalan que se debe a su destreza en el uso de las “emociones positivas” de su auditorio, que la admiración de quienes lo ven y escuchan es natural porque se dan cuenta que el presidente está dedicado en cuerpo y alma a gobernar para beneficio de los más pobres, que diariamente se desmañana y recorre sin descanso el país dando ejemplo de capacidad de trabajo y austeridad, aunque no resuelva de fondo los problemas.
Pero más allá de esas interpretaciones artificiosas e interesadas de los llamados intelectuales orgánicos, estamos viviendo un parteaguas en el modo de gobernar porque no habiendo ningún modelo a seguir importa más la intuición en la militancia de izquierda.
Andrés Manuel López Obrador se ha ganado la confianza de la mayoría de la población a través de su trabajo de largo aliento con el que ha dejado la enseñanza de la importancia que tiene honrar los compromisos que uno establece con la vida, trabajando con disciplina, coraje y tosudez para alcanzar los propósitos que, en su caso, son los más altos entre el género humano porque se trata de servir a quienes más lo necesitan.
Los analistas que no tienen interés de ayudar a dilucidar lo que conviene como solución a cada problema social se devanan los sesos sobre el secreto de la comunicación política que ha alcanzado el presidente, sin tomar en cuenta los años que tiene dedicado a la política, estudiando el desenvolvimiento del país, conociendo a ras de tierra la realidad cotidiana de sus habitantes con los que aprendió sus valores y el modo de comunicarse y entenderse para caminar juntos.

Las participaciones federales para Guerrero

El gobernador del estado tiene razón en estar preocupado por el trato que ha dado a Guerrero el proyecto de presupuesto que el Ejecutivo federal ha enviado al Congreso.
Sin duda su enojo está justificado porque ni siquiera su propuesta para el megaproyecto que el gobierno federal ofreció financiar lo dejó satisfecho, pues qué va de los 500 millones de pesos solicitados para concluir la ampliación de la carretera costera de Acapulco a Zihuatanejo, con los menos de 200 millones aprobados en primera instancia. Máxime cuando en días pasados, de gira por la Costa Grande, Héctor Astudillo adelantó a la población como un hecho lo que apenas estaba por probarse.
Ahora equivocadamente el gobierno estatal parece haber adoptado como justificación para lo que vaya a venir, la falta de apoyo de la federación que entrará en el proceso de revisión con tiempo para cabildear con el Congreso.
Quizá en esta tesitura convenga plantear al gobernador la importancia que podría tener en la negociación de incremento en las participaciones federales algunos ajustes a los programas locales para alinearlos a la política social y de austeridad de la 4T.
La transparencia en el ejercicio del presupuesto local así como las acciones anti corrupción, la limpieza en el aparato de justicia y la mejora en las estrategia de combate a la inseguridad, podrían abrir las puertas a un trato más considerado.
Por lo pronto los propios diputados que están en posibilidad de cabildear deberían empezar con la consigna de que suprimirán las partidas del presupuesto a que estaban acostumbrados.