EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

El beso del diablo

Raymundo Riva Palacio

Mayo 10, 2006


En el resurgimiento del Subcomandante Marcos y el EZLN tras los violentos sucesos en San Salvador Atenco, un memorando de circulación reservada que difundió a sus clientes el entonces consultor del Chase Manhattan Bank Riordan Roett en enero de 1995, vuelve a la mente. Roett escribió que “el gobierno (de Ernesto Zedillo) tendrá que eliminar a los zapatistas para demostrar su control efectivo del territorio nacional y de la política de seguridad”. Antes de circularlo, Roett adelantó en una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales en Washington, que una acción militar contra el EZLN era de vital importancia a ojos de los inversionistas, y que el costo político sería menor que el beneficio.
Un mes después, el presidente Zedillo trató de eliminar al EZLN y lanzó una ofensiva militar que se frustró por fallas de coordinación, lo que permitió la fuga del Subcomandante Marcos. Zedillo cambió su estrategia a la del estrangulamiento económico, que si bien generó polarización en Chiapas y una matanza en Acteal, en el largo plazo funcionó para reducir prominencia política al EZLN. El presidente Vicente Fox revivió a Marcos y al EZLN al permitirles una marcha nacional, con lo que se consolidaron como una ONG, sin dejar de usar la parafernalia guerrillera. Tiempo después, Marcos comenzó una campaña de descalificación en contra Andrés Manuel López Obrador, con críticas que no le endilgó al resto de los actores políticos.
El valor de la palabra de Marcos estaba muy devaluado hasta los sucesos de la semana pasada, cuando Atenco lo regresó por la puerta grande, acompañado por la agitación de otros grupos armados que, ante la agudización de las contradicciones sociales, entraron al juego político. Si uno recuerda el contexto en el que se dio el memorando de Roett y los resultados alcanzados –el más importante, el rescate financiero que hizo el presidente Bill Clinton de México por razones de seguridad nacional–, y reflexiona sobre la insistente acometida de Marcos en contra de López Obrador y del PRD, no deja uno de preguntarse a qué intereses coyunturales responde el Subcomandante.
El primer perjudicado por la violencia desatada en Atenco es, por identificación semiótica construida por los spots de televisión del PAN en semanas recientes, López Obrador. Si otra batería de spots del PAN hablan de las deficiencias en el manejo financiero de López Obrador cuando fue jefe de Gobierno, se puede establecer una asociación directa con la premisa de Roett sobre una toma de decisión difícil y costosa, pero benéfica de cara a los inversionistas. Hay una suma tan natural como maniquea que arrincona al perredista: amenaza para México, más un mal administrador, más candidato de un partido violento, ¿por qué votar por él? Es un peligro.
La violencia en Atenco, el activismo de Marcos y la agitación de otros grupos guerrilleros se combinan en la línea de golpeo a la candidatura de López Obrador. El eje es el Subcomandante, quien tomó la conducción política y militar del EZLN poco después del alzamiento zapatista, resultado de su enorme carisma mediático. La evolución del EZLN, sin embargo, fue muy anómala, desde su apresurada irrupción pública el primero de enero de 1994 para coincidir con la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio, hasta el súbito abandono de la estrategia de Guerra Popular Prolongada al sentarse a negociar con el gobierno federal al que, apenas 11 días antes, le habían declarado la guerra y ofrecido derrocar.
El EZLN actuó contra toda lógica guerrillera, que supone un trabajo ideológico y de adoctrinamiento durante alrededor de una década para crear una base social, acompañada por entrenamiento militar de sus cuadros, y la construcción de redes de seguridad, abasto y finanzas que hagan viable su lucha. Esto no significa que la comandancia zapatista fuera inexperta. Un documento confidencial entregado al presidente Carlos Salinas reconocía la capacidad estratégica de “la alta dirección del movimiento, desechando completamente las tácticas y procedimientos anteriores de guerrilla rural y urbana”, reflejando un “equipo profesional, con alta preparación político-ideológica y avanzados conocimientos en el aspecto militar”.
Que la comandancia general del EZLN aceptara negociar en un plazo tan corto con el gobierno, no sólo abrió la suspicacia permanente de diversos observadores, sino que unos 100 cuadros militares con experiencia guerrillera abandonaron al EZLN en protesta y se reintegraron a otros grupos armados. La estrategia salinista no era alcanzar la paz, sino crear un ambiente de calma para la elección. El efecto colateral fue la desestabilización, afectando no sólo la campaña del candidato del PRI a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio, sino creando el clima que culminó en su asesinato. El enajenamiento del electorado a través de inyectarles miedo, llevó a Ernesto Zedillo a un cómodo triunfo en la elección, con la ayuda de Diego Fernández de Cevallos, quien después de ganar el debate desapareció un mes de su campaña, y dejando lejos a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del PRD, partido al cual el gobierno salinista estigmatizó como violento.
El EZLN, del cual Salinas sabía perfectamente de su existencia desde 1993, resultó sumamente funcional para el régimen, y Marcos, deliberadamente o no, fue su instrumento político real. Salinas nunca lo ha aceptado, y ha dejado ver que la nomenklatura del viejo régimen encarnada en el ex presidente Luis Echeverría, había sido responsable de la desestabilización. Hoy se cruzan los referentes, pero el eje sigue siendo Marcos. A López Obrador, que señalan como heredero de esa nomenklatura, es a quien daña el resurgimiento de Marcos, que se da en el contexto de su estigmatización como un político violento e intransigente. Para la mayoría del establishment político mexicano, ya anticipó López Obrador, su eventual arribo a la Presidencia les significará pérdida de privilegios. En este sentido, llama la atención que Marcos acudiera a Televisa este martes a una entrevista en vivo, donde algunos consejeros de administración de la empresa, como Roberto Hernández y Claudio X. González, son enemigos públicos de López Obrador. Evocando el memorando de Roett, la violencia es enemiga de los inversionistas, y a López Obrador le han colgado eficazmente esa etiqueta. En esa entrevista le implantaron un nuevo beso del diablo. A contracorriente de lo que había venido diciendo Marcos por meses, respondió sin titubeos la pregunta de Carlos Loret de Mola sobre quién iba a ganar la Presidencia el 2 de julio: López Obrador, el candidato de los pobres. Una vez más, por cortesía del gobierno foxista, Marcos vuelve a ser funcional para el sistema.