EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

El ciudadano y el gobernante

Juan Angulo Osorio

Octubre 11, 2006

En su ya clásica entrevista radiofónica con periodistas de Chilpancingo del pasado miércoles 4, que debe guardarse como un documento de referencia sobre el talante del primer gobernador de la alternancia, Zeferino Torreblanca dijo que en Guerrero no se practica la censura oficial a los medios de comunicación. Que si su gobierno no tiene convenio de publicidad con algunos periódicos –tres de los principales del estado– es porque “simplemente no hay entendimiento” con ellos, pues al final todo es una simple “relación comercial”.
Pero claro que sí hay censura en Guerrero, igual o más de la que había en los tres últimos gobiernos del PRI. Atrévase un noticiario de radio o de televisión; atrévase un periódico a difundir cuestionamientos al gobernador, o a elaborar sus propias críticas de acuerdo con su línea editorial, y verá si no le retiran el convenio de publicidad. Como antes, sólo que con otra envoltura, el convenio de publicidad sigue usándose como instrumento de presión y de chantaje contra la libertad de los medios de comunicación.
¿Y a qué se refiere el gobernador Zeferino Torreblanca cuando dice que simplemente no hay entendimiento con los periódicos contra los que ha ordenado un boicot publicitario? No tiene que haber ningún entendimiento, pues él simplemente está obligado a respetar la libertad de expresión. De nuevo no entiende que unos son los límites de los gobernantes, y otros muy distintos los de los ciudadanos. Aquéllos sólo pueden hacer lo que les indica la ley, mientras que éstos pueden hacer todo lo que no les está prohibido. Así por ejemplo, cualquier medio de comunicación debiera respetar al gobernante, pero puede no respetarlo; en cambio, el gobernante está obligado a respetar la libertad de expresión, aunque no le guste lo que escriban o digan los que hacen uso de ella con pleno derecho a través de los medios de comunicación.
Al final, todo es una simple relación comercial entre el gobierno y los periódicos, dice el gobernador. Ya dijimos en la entrega anterior que entre el gobierno y los medios de comunicación no hay solamente, ni principalmente una relación comercial, pues los segundos tienen la delicada función de servir de correa de transmisión para las demandas y reclamos de los ciudadanos frente al poder.
Pero si seguimos la propia lógica zeferinista de que todo es sólo una relación comercial, se concluiría que no es el buen comerciante que se supone que es, pues su gobierno tiene firmados convenios de publicidad con periódicos que claramente tienen menos circulación que Novedades o El Sur, los cuales padecen el veto del gobernador. Haga la cuenta entre circulación pagada y monto del convenio de publicidad, y verá el gobernador que le sale más caro al pueblo de Guerrero que el Ejecutivo anuncie sus actividades en unos periódicos y no en otros.
Pero como todo mundo sabe que no es Zeferino un mal comerciante, no queda más que confirmar que el gobernador, por el puro e intolerante principio de autoridad, no está dispuesto a que fluyan recursos del erario –que cree que son suyos– hacia periódicos que dan espacio a las críticas hacia su gestión, que por cierto no es perfecta ni mucho menos.
En la susodicha entrevista, el gobernador dijo que está seguro de que su administración va a dar buenas cuentas, que está convencido de ello, pero que no está cerrado a las críticas. Aunque luego acotó que tiene la “piel dura para algunas críticas que de alguna manera me parece que no son las correctas”, siguió diciendo que recibe “con humildad” las críticas que sí le parecen correctas, “que tienen buena intención y que son válidas en un ejercicio de un Estado democrático y libre, como el ejercicio que estamos haciendo hoy y que les agradezco mucho a ustedes”.
Comenzando por lo último, el ejercicio a que se refiere Torreblanca no fue buscado por los comunicadores, sino organizado por la propia oficina de Comunicación Social del gobierno del estado. ¿O a poco el titular del noticiero de radio solicitó una entrevista colectiva con el gobernador y éste, que tiene en altísima estima a los medios de comunicación, simplemente accedió a la misma? ¿Fue el colega Alejandro Mendoza quien le dijo a César Bajos “van a ir los compañeros fulano, zutano y perengano”?
Luego, no es cierto que el gobernador haga caso a las críticas, ni a las correctas ni a las incorrectas. Reto a cualquiera a que dé un solo ejemplo en que el gobernador haya cedido y dado marcha atrás a alguna de sus políticas y propuestas desde que llegó al cargo, y aquí la publicaremos y nos retractaremos avergonzados.
En la entrevista de marras, un tema inevitable era el de la reforma del Estado. Pues bien, cuando todos los actores políticos ya coincidieron en que se requiere una reforma integral, el gobernador insiste en que debe hacerse primero una reforma electoral. “No es porque no podamos profundizar, sino que, que va primero y que va segundo”, dijo y volvió a referirse al problema del tiempo: “…quedan dos años y medio a esta legislatura (y) a este gobierno le quedan cuatro años y medio” y por eso insiste en que su idea es “que tenemos que reformar… la manera de elegir a nuestros funcionarios, a nuestros representantes”.
Ya dijo que no habrá tiempo para más. Del resto de las instituciones, ni una palabra. No hay nada que reformar en la Procuraduría de Justicia, en el Ministerio Público y en la Policía Ministerial; nada que reformar en los tribunales del estado, por mencionar solamente dos áreas sensibles para la sociedad de Guerrero.
Esta vez el gobernador no usó la expresión “críticas malsanas” para referirse a las que no le gustan, pero ya se ve que tampoco hace caso a las críticas sanas, como las que le dicen desde todos los lados que si en un estado como Guerrero no se avanza en un proceso de reforma integral de todas las instituciones del Estado ¿entonces dónde? ¿En Aguascalientes?
Al final de la larga entrevista con los periodistas, el gobernador se lanza de nuevo en contra de El Sur, al que sin embargo no se atreve a mencionarlo por su nombre, y otra vez no lo baja de ser un periódico que “corta, manipula, cercena y sesga” la información.
Dijo que nuestro periódico es “la Biblia de mis compañeros del Partido de la Revolución Democrática, y le creen a pie juntilla, y no hay otro medio más que ese, y luego defienden que no tengo trato con él cuando no tengo trato con otreos medios de comunicación también en términos comerciales”.
Antes se había referido al “encabezado famoso” de que “yo le voy al que gane” y “hasta allá en México dijeron, dice Zeferino que le va al que gane, y ya, no dijeron que Zeferino dijo que le va al que gane, y el que va a ganar es la democracia”.
De ese modo aludió Torreblanca a un encabezado en una primera plana de El Sur, no el titular principal, por cierto, que a unos días de las elecciones presidenciales destacaba que el gobernador que llegó al cargo con el apoyo principal del PRD hacía una declaración ambigua sobre su candidato preferido.
Ya en una ocasión anterior hicimos ver que no llegó a la Redacción de El Sur ninguna carta aclaratoria al día siguiente, ni ningún otro día después de aquel 23 de junio en que hizo tal declaración el gobernador. Porque si a alguien un medio le tergiversa o distorsiona el sentido de sus declaraciones, lo procedente es que haga las aclaraciones pertinentes, que aquí sin duda habríamos publicado.
Pero el tema salió muchos días después por filtraciones del equipo de colaboradores del gobernador y por algunas declaraciones de éste al respecto. Es hasta ahora que confirmamos que lo que le molestó al gobernador no fue tanto el encabezado, sino que su contenido llegara hasta la ciudad de México, al entorno del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, lo que ocurrió ¡después del 2 de julio!, cuando el fraude ya se había consumado.
Aquí en Guerrero no le importa lo que se diga de él; aquí él manda. Lo que no le gustó es que su ambigüedad trascendiera el ámbito local.
Por lo demás, aquí de nuevo el gobernador demuestra que no entiende los límites de su función. Cómo cree que nosotros habríamos redactado un encabezado como el que sigue: “Le voy al que gane y el mejor es la democracia: Zeferino”. Eso es contrario a las reglas del periodismo profesional, que enseñan que hay que llamar a las cosas por su nombre y que hay que huir de los eufemismos. ¿Por qué no declaró el gobernador simplemente “Le voy a López Obrador”. El sentido de su expresión era un monumento a la ambigüedad, y así lo destacó correctamente El Sur.
Como se ve, Zeferino no entiende que los ciudadanos, los periodistas, sí podemos decirle a él cómo debe gobernar, pero él no puede decirnos a nosotros como hacer periodismo. Mientras continúe sin entender que ya no es un ciudadano que ejerce el comercio en Acapulco sino el gobernador del estado más pobre del país, seguirá empantanándose en conflicto tras conflicto.
Hoy con unos, mañana con éstos, pasado mañana con aquellos. Si realmente escuchara con humildad a sus críticos, otro gallo nos cantaría. Pero él está convencido, siguiendo a su ejemplo José Francisco Ruiz Massieu, que gobernar es imponerse a los demás. Pero ni él es Ruiz Massieu ni Guerrero ni el país están para nuevos autoritarismos.