EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El derecho a decidir, ejemplo arquetípico de no entender que no se entiende

Ana Cecilia Terrazas

Octubre 07, 2019

Hace no muchos días el Congreso de Oaxaca aprobó la despenalización del aborto. Es decir, esa entidad se volvió la segunda del país en donde es legal la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas de gestación, después de Ciudad de México.
A raíz de esa decisión, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) declaró que impulsaría la despenalización del aborto en todo el país, tal como hace más de un año lo venía advirtiendo y empujando la diputada federal por ese partido Lorena Villavicencio.
Para lograr lo anterior, habría que reformar el Código Penal Federal y la Ley General de Salud, de tal manera que si una mujere tiene un aborto antes de las 12 semanas de gestación no sea castigada legalmente.
Este tema ha sido tremendamente polémico y controversial a lo largo del tiempo, sobre todo en el último siglo y medio, en casi todo el planeta. Y es que, si bien estamos hablando –todavía, hasta ahora, a pesar de los avances biotecnológicos para cambiar de sexo– de algo que ocurre en el cuerpo de las mujeres, tres puntos resultan fundamentales para tratar de explicar por qué también se piensa que esto concierne a los hombres:
Primero, porque la gran mayoría de los hombres de todas las naciones e historias en el mundo han estado socioculturalmente acostumbrados a dominar a las mujeres y a considerarlas no iguales, inferiores, sujetas de dominio, justamente porque ellas son quienes gestan (por eso, lo primero que figura en las demandas feministas es igualdad).
Segundo, porque lo anterior deja a las mujeres como las principalísimas encargadas de reproducir a la especie.
Tercero, porque hay todo tipo de creencias que reniegan en torno del primer punto, ya que aún hoy los circuitos de poder político y religioso están fuertemente dominados por hombres, quienes quieren ser parte más relevante antes, durante, en y desde la gestación.
En última instancia, las corrientes antiderecho a decidir seguramente querrían instalar en la lista otra gran variedad de razones que simplemente pueden, desde la opinión de esta autora, caer redundantemente en las tres premisas básicas.
Para hacer un pequeño viaje a través de la historia, vale la pena recuperar la investigación a tres cabezas del libro Lo personal es político. Las mujeres en la construcción del ámbito público. México, siglos XIX y XX (editorial Nueva Alianza, 2016).
Una de las tres autoras, Adriana Maza –las otras son Lucrecia Infante Vargas y Martha Santillán Esqueda– maestra en historia de México y diplomada en historia de las mujeres en el país, analiza y compara la situación a fines y principios del siglo XX con la de ahora, y comparte para esta columna:
“Hay un ala conservadora que no da su brazo a torcer, como en todo. Y, sobre todo, hay estados completos cuya legislación no ha cambiado desde 1914. Veracruz, por ejemplo, está en el atraso infinito. Creo que las posturas sí empiezan a cambiar y a favorecer el derecho a decidir, pero sólo en zonas urbanas más desarrolladas”.
Respecto a lo que falta por entenderse en torno del tema, comenta:
“El aborto es una decisión exclusiva de las mujeres y eso es lo que el patriarca no puede –no tolera– permitir: que los hombres queden fuera de la decisión de procrear.
“Además, el Estado juega un papel de interventor patriarcal y no puede permitirnos reaccionar. Si hasta nos dice cómo educar a la familia y qué derechos tenemos en el hogar, imagínate que decidimos abortar”.
Para este espacio también se entrevistó a Mag Mantilla, socióloga, alumna de la maestría en estudios de la mujer por la UAM-Xochimilco, cofundadora de CoCu (Colectiva Cuerpa), integrante activa de Femmva (Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler), especialista en maternidad, acoso callejero, gestación subrogada, relaciones entre mujeres y diversidad corporal desde la perspectiva feminista.
Segura de que la demanda por el derecho a decidir es justa, constante y valiosa desde siempre, lo que Mantilla considera que aún no entiende el patriarcado es que “las mujeres son sujetas de derechos y por ende tienen la libertad de decidir plenamente sobre sus vidas. Las decisiones individuales no tendrían por qué estar cruzadas por la religión”.
El derecho a decidir, por lo pronto, sigue siendo uno de los derechos más propensos a que la mitad de la población humana no entienda que no entiende.