EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El día en que a Labastida le “fallaron los informadores”

Silber Meza

Junio 04, 2022

Francisco Labastida Ochoa, exgobernador de Sinaloa y excandidato a la presidencia de la República por el PRI, dio una larga entrevista a la periodista Carmen Aristegui esta semana. Abordó varios temas de interés público, pero hay uno que, por ser sinaloense y un interesado en la terrible violencia que se vive en México, me merece especial importancia: la vinculación que hizo el priista entre el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena y el narcotráfico.
Labastida Ochoa dijo a Aristegui que no era lógico que AMLO visitara tantas veces Badiraguato, Sinaloa, sitio conocido por su historia ligada al narcotráfico, cuando tiene muy pocos habitantes (“menos de 5 mil”, insistió). Afirmó que eso marcaba un indicio.
–¿Indicios que apuntan a dónde? –preguntó la periodista.
–Indicios que apuntan a una protección que es muy sospechosa del gobierno sobre el narcotráfico –respondió el exgobernador.
Y aseguró que la única ocasión en la que no ha ido a una ceremonia de protesta de un gobernador fue la del morenista Rubén Rocha Moya (en el sitio web de Aristegui Noticias se puede leer la transcripción completa de la entrevista).
–¿Por qué no fuiste? –cuestionó Carmen.
–Porque la forma en la cual fue electo es particularmente sospechosa, que le ayude el narco en las elecciones, es sospechoso –respondió Labastida.
–¿En tu estado?
–Yo no fui por esa razón.
–Por esa razón… ¿Qué elementos tienes para sostener esto?
–¡Hombre! ¡El secuestro de todas las gentes del partido!
–¿Ese es el principal indicador para ti?
–El robo de urnas.
–¿Qué más pasó en tu estado?
–Básicamente esas dos cosas, tres cosas: robo de urnas, secuestro de personas, presión para que la gente votara en cierto sentido.
–¿El actual gobernador de tu estado no pudo llegar ahí sin la ayuda del narco?
–No. A lo mejor pudo llegar, pero en condiciones muy diferentes.
Por sus dichos, pareciera la primera vez que Labastida Ochoa se da cuenta de que el narcotráfico interviene en las elecciones de Sinaloa. Es curioso que no se diera cuenta si intervino en su gobierno, ni en el de los gobernadores Renato Vega Alvarado, Juan S. Millán, Jesús Aguilar Padilla, Mario López Valdez ni en el de Quirino Ordaz Coppel.
Increíblemente, para Labastida el narco en los comicios sinaloenses inició con Morena y Rubén Rocha Moya.
El priista reconoce que el narco tiene 70 años, pero –según él– su intervención electoral inició hace apenas en 2021.
Cada sexenio anteriormente mencionado carga una enorme crítica de presencia criminal. En cada sexenio han existido señalamientos de una “narcobancada” legislativa, de “narcorregidores”, de “narcosecretarios”, de “narcodiputados”.
Pero nada de esto recuerda Labastida. Y justo es la memoria, esa que el excandidato presidencial dice que no debemos perder, la que nos muestra una realidad que no dicen sus palabras.
En primer lugar, y hay que dejarlo claro: sí hay suficientes elementos para que creamos que el narcotráfico apoyó la campaña de Morena y la campaña de Rubén Rocha Moya en Sinaloa. Punto y aparte, se debe decir que también existen elementos suficientes para suponer que ha habido dinero del crimen organizado en los sexenios priistas; y en el sexenio del PAN-PRD, encabezado por Mario López Valdez, un político y empresario expriista impulsado fuertemente por Labastida Ochoa.
Con López Valdez, alias Malova, había miedo en la prensa y en los activistas; temían ser asesinados. La clase política se cuidaba de no ser espiada en sus comunicaciones, o seguida en sus vehículos. Era un ambiente similar al de Duarte en Veracruz, de Borge en Quintana Roo. Malova colocó de jefe policiaco a un personaje con un historial negro de vinculación con el crimen: Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, alias Chuy Toño, mencionado por sus actos de corrupción en el juicio de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, en Estados Unidos.
Y ese Malova fue, reiteradamente, apoyado por Francisco Labastida Ochoa.
Pero todo eso se le olvidó. Y lo que también olvidó fue un suceso trascendente en la historia del crimen organizado mexicano: la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido entonces como “el jefe de jefes”.
Para refrescarle los recuerdos al exgobernador, Adrián López Ortiz, director del periódico sinaloense Noroeste, publicó en su cuenta de Twitter, y más tarde en la versión digital del diario, una noticia de abril de 1989 que muestra que varios de los colaboradores cercanos de Labastida fueron detenidos en el mismo operativo de captura de Félix Gallardo.
La respuesta de Labastida fue: “Me fallaron los informadores”.
Noroeste nos vuelve a informar que fueron detenidos Arturo Moreno Espinoza, entonces jefe de la Policía Judicial del Estado; Enrique Corza Marín, subdelegado de la Campaña contra el Narcotráfico, y Robespierre Lizárraga Coronel, exjefe de la Policía Municipal de Culiacán. Igualmente se mencionó a Fernando García Félix, coordinador del Plan Estatal de Seguridad Pública de Sinaloa, pero se dice que estuvo prófugo durante los operativos.
La relación entre el crimen organizado, elecciones y gobiernos de Sinaloa lleva décadas, y la historia lo demuestra. Debemos tomarnos muy en serio las denuncias de vinculación de hoy con Morena, pero no olvidar la estructural vinculación de ayer, sea del PRI, del PAN o del PRD.
El alto número de asesinatos y desapariciones en Sinaloa y en México no se puede explicar sin el nexo política-crimen organizado.
De eso tampoco nos podemos olvidar.