EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El espíritu de Roberto Bolaño

Adán Ramírez Serret

Octubre 27, 2017

Roberto Bolaño (1953-2003) fue el autor que puso de nuevo los ojos del mundo sobre la literatura en castellano. Despertó un interés que no sucedía desde los mejores años del boom latinoamericano, de Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Sin embargo, a diferencia de estos tres, Bolaño apenas y pudo disfrutar de su éxito, de su fama, pues escribió sus últimos libros prácticamente con un pie en la tumba. Su obra nos llega en sentido inverso al usual de un autor contemporáneo. Lo leemos, como de alguna forma ya sucedía cuando aún estaba vivo, como un clásico. De adelante hacia atrás. Me aventuro a pensar que en cierto modo es parte de la estrategia de Bolaño. No su muerte, claro, sino que escribió deliberadamente de esta manera. Creó una obra secreta, viviendo en la absoluta pobreza, y murió mientras la iba mostrando poco a poco. Se trata de un conjunto de relatos y novelas guardados en un arcón que esperaban ser develados por el mismo autor.
Roberto Bolaño fue, en cierto sentido, un autor tardío que siempre supo y se comportó como un escritor y dedicó su vida a leer y sobre todo a escribir. Lo que sucedió fue que, a diferencia de la mayoría de los autores, no tenía tanto el ansia de publicar, sino más bien de ir consolidando una obra; una poética.
Fue un joven chileno que luego del golpe de Estado de Augusto Pinochet vivió en el exilio, sobre todo en dos países: en México y en España, en los cuales, aún antes de publicar, ya era una figura importante en el mundillo literario, entre los jóvenes que querían ser escritores y asistían a los talleres de creación poética tan moda en el México de los 70. Bolaño era, en principio, y nunca lo dejó de ser, poeta. Cuando se leen sus libros da la impresión que poco a poco, con el paso de los años, fue descubriendo que su vida de joven poeta en ciernes estaba estrechamente ligada a la creación de una obra. Por eso, tal como dice Milan Kundera en El arte de la novela, fue haciendo lo que hacen todos los novelistas: un striptease al revés. Dice el autor checo que los escritores comienzan desnudos y según va pasando el tiempo, según van escribiendo, se van cubriendo por más y más capas de ficción. Bolaño fue transformando cada vez la realidad, su historia, en relatos y novelas. Por lo tanto su narrativa es una recreación, brutalmente lumpen, contracultural y poética, de Chile, México y España de los años 70 a los años 2000. La narrativa de Bolaño va reconstruyendo fragmento por fragmento su experiencia de vida.
El espíritu de la ciencia ficción es su cuarta novela póstuma. Al parecer es la primera que escribe, pues está fechada en el orwelliano año de 1984. Decía al principio que leemos al revés la obra de Bolaño, pues la primera es la más reciente publicada (Sepulcros vaqueros se publica este año). Se trata de un relato que en un principio son las cartas que un joven escritor, Jan Schrela (álter ego de Bolaño como algunos otros de sus personajes), escribe precisamente a sus autores, a sus ídolos que escriben novelas de ciencia ficción. Una obra que en efecto es la génesis de su narrativa, pues es una posible puerta de entrada al universo, al laberinto de su obra. Aparece ya, contracultural, poético y lumpen uno de sus más grandes personajes: la Ciudad de México con el café La Habana y los jóvenes poetas en ciernes que descubren el mundo. Es una novela que abre las puertas a La pista de hielo, Amuleto, Los detectives salvajes y 2666. Obras que no sólo han influenciado a los autores que le han seguido, sino que para los mismos contemporáneos de Bolaño como Juan Villoro, Javier Cercas, Enrique Vila-Matas o Rodrigo Fresán, marcaron un parteaguas, un nuevo universo en la literatura en castellano. Con esta novela es evidente que el espíritu de Bolaño aún recorre los cafés, la torterías y las calles de la Ciudad de México.

(Roberto Bolaño, El espíritu de la ciencia ficción, Ciudad de México, Alfaguara, 2016. 224 páginas).