EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El éxito irrepetible del dottore

Federico Vite

Febrero 23, 2016

Umberto Eco conocía muy bien los tersos pasillos que conducen al corazón del lector. Estudió los modelos de distracción del ciudadano; los puso en práctica en un aparato narrativo sofisticado, comercial y culto al mismo tiempo.
Es una leyenda de la semiología, realizó grandes tratados sobre la comunicación de las masas; también escribió extensas novelas cuya trama se fundamenta en las conquistas exitosas del folletín: dar cuenta de la lucha entre el bien y el mal. Su lector ideal navega desde los puertos de la cotidianidad hasta el copete de un misterio insondable, casi casi imposible de atisbar.
Se le conoce en todo el mundo por haber escrito El nombre de la rosa, novela que le dio la posibilidad de viajar por universidades y por ferias de libro de todo el mundo para hablar de una de sus tantas pasiones: la ficción. Algunos articulistas, e incluso el mismo Eco, señalan que ese libro ha vendido, hasta el 2015, aproximadamente 50 millones de ejemplares. Esa novela, ambientada en una abadía católica del siglo XIV que se ubica en los Apeninos, fue publicada en 1980. Al inicio de 1981, ese juguete narrativo ya había vendido 300 mil ejemplares y el texto había obtenido un premio importante en Italia: el Strega.
La novela narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk en una abadía, están profundamente interesados en una serie de crímenes violentos. El suspenso es lo que mueve todos los engranajes de ese aparato narrativo; la mecánica deductiva e inductiva, metrónomos de lógica básica que ayudan a salir de la exuberancia de las pistas falsas dispuestas, como pergaminos, en la trama.
En 1985, Eco publica Apostillas a El nombre de la rosa para ilustrar los motivos por los que escribió este libro e ilustra al lector sobre la génesis de esa obra que anunció la invención de Harry Potter y la piedra filosofal, y Ángeles y Demonios.
En 1982, El nombre de la rosa obtuvo el Premio Médicis Extranjero. Con el resto de sus novelas (El péndulo de Focault, La isla del día de ayer, Baudolino, La misteriosa llama de la Reina Loana, Número cero) no tuvo, ni de broma, el mismo éxito comercial ni la misma repercusión mediática. ¿Por qué? Para Eco la respuesta es simple: se trata de la primera noticia de una poética erudita y popular al mismo tiempo, atractiva doblemente por novedosa y por conservadora. Recurre a moldes cómodos de la narrativa (intriga y suspenso, crimen) para mostrar la erudición sobre ciertos temas, porque Eco tomó el relato de misterio y el de recreación histórica para mostrar el bosque de significados en los que puede convertirse un sendero narrativo sencillo, pero revestido por una serie de símbolos que densifican el suspenso de una obra.
Aparte de la veta narrativa de Eco, destaco la creación de una serie de títulos más del italiano, todos publicados por la editorial Lumen; por ejemplo, Construir al enemigo, texto que muestra el lado lúdico del maestro. La primera parte de ese documento detalla que durante una de las visitas del semiólogo a Irak, un taxista le hace plática y le pregunta, ¿quién es el enemigo de Italia? Eco responde que no tiene un enemigo. El taxista afirma que sí, debe haber uno. El de Irak, confirma el conductor, es Estados Unidos. A partir de esa noción, el semiólogo elabora una serie de documentos que muestran cómicamente la importancia de tener cerca a nuestros enemigos, de frecuentarlos e incluso alabar sus cualidades.
En La estrategia de la ilusión aborda la semiología de lo cotidiano, aproximaciones al discurso periodístico, diríamos. Este libro satírico, constituido por una serie de ensayos en los que reflexiona sobre la inmediatez de nuestros procesos cognitivos. Considero mi deber político, señala el dottore en este libro, invitar a mis lectores a que adopten frente a los discursos cotidianos una sospecha permanente, de la que ciertamente los semióticos profesionales sabrían hablar muy bien, pero que no requiere competencias científicas para ejercerse. Este volumen nos advierte que debemos tener los ojos abiertos a las ventanas del mundo tecnológico. Siempre.
Otra de las pasiones de Eco era el estudio de monstruos sagrados. En Las poéticas de Joyce analiza la obra del autor de Retrato de un artista adolescente, James Joyce. Publicado como parte de Obra abierta, en 1962, esta serie de textos analíticos sobre el escritor irlandés tuvieron una segunda aparición editorial 20 años después de su nacimiento, cuando las editoriales se dieron cuenta que todo lo que había escrito Eco, después del éxito comercial de El nombre de la rosa, era oro molido. Así que los editores presentaron este breve libro como una obra independiente, revisada y ampliada. Se trata de un análisis exhaustivo y profundo de la estructura lingüística del texto más difícil de Joyce: Finnegans Wake.
En Historia de la fealdad, el italiano afirma que la belleza y la fealdad son conceptos que se implican mutuamente, que la fealdad es la antítesis de la belleza y basta definir la primera para saber qué es la segunda. Las ilustraciones de este libro muestran los diversos estadíos de lo feo. Eco documenta los sentimientos, de compasión y de temor, ante la deformidad. Entre demonios, locos, enemigos terribles y presencias perturbadoras, entre abismos repulsivos y deformidades que rozan lo sublime, señala el dottore, entre freaks y fantasmas notamos la veta iconográfica de lo asimétrico, lo lúgubre: lo feo.
El nombre de la rosa no fue lo único que este caballero escribió. Aparte de que disciplinaba su asombro con investigaciones de rigidez académica, también se daba el tiempo para ver la terrible inoperancia del mundo y trataba, justo de eso se trata la ficción, de explicarlo a partir de conspiraciones para no tener que convivir con la injusticia, la pobreza y la maldad día con día. Que tengan buen martes.