EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El gobernante

Arturo Martínez Núñez

Noviembre 07, 2017

En plena temporada electoral, los partidos eligen a los que consideran son sus mejores cuadros para la competencia electoral. Una cosa es ser candidato y otra muy diferente es gobernar. Se dan casos de magníficos candidatos que son pésimos gobernantes y a la inversa ha habido grandes gobernantes que en su momento fueron pésimos candidatos.
Harry Truman fue vicepresidente de Estados Unidos durante el último periodo de Franklin Delano Roosevelt, uno de los presidentes mejor calificados y de mayor duración en el cargo. Roosevelt fue un presidente  popular y carismático. Ganó cuatro elecciones consecutivas en una época en que la reelección en ese país no estaba limitada, como ahora, a un máximo de dos periodos de cuatro años. Roosevelt fue un gran candidato y un gran presidente. Para su último periodo eligió como compañero de fórmula al reservado y austero senador por Missouri Harry S. Truman. Roosevelt murió a los tres meses de iniciado su cuarto mandato dejando la Presidencia en manos de Truman que habría de cubrir ese periodo más un segundo que ganó por derecho propio.
Harry Truman no era un tipo carismático ni estridente. Sin embargo, fue un presidente fundamental para la creación del orden mundial que prevaleció tras la Segunda Guerra Mundial. Entre otras decisiones fundamentales, fue suya la de utilizar la bomba atómica en una acción militar.
Además del carisma y del atractivo personal, el electorado debería de atender otros aspectos fundamentales en los candidatos que elige.
¿Cuáles son los atributos que se deberían de valorar en un candidato a gobernante?
Carácter.- El carácter es fundamental a la hora de enfrentar situaciones de crisis. Un gobernante ideal deberá ser un tipo templado, sereno y decidido. Tener el pulso y los reflejos para actuar con la sincronía adecuada, ni antes ni después sino a tiempo. Para gobernar es necesario saber primero autogobernarse.
Experiencia.- Lo que el tiempo y los golpes enseñan, no se aprende sino en la escuela de la vida. Esto no necesariamente tiene que ver con la edad del aspirante: se puede ser joven y experimentado o maduro e inexperto. Hay algunos gobernantes cuyo primer empleo no partidista o legislativo es el ejecutivo de una ciudad o de una entidad federativa.
Liderazgo.- No es lo mismo ser jefe que ser líder. No es lo mismo dar órdenes que convencer. No es lo mismo mandar que dirigir. Un líder debe de tener la capacidad de formar equipos, supervisarlos, dejarlos trabajar y reconvenirlos cuando sea necesario. Un líder debe de saber hacer los relevos pertinentes en el momento preciso. Un líder va por delante, da la cara y asume las consecuencias sobre el trabajo de su equipo.
Confiabilidad.- Un buen gobernante debe de ser alguien que cumple su palabra, que honra los acuerdos a los que llega y que habla con sinceridad a colaboradores y gobernados. Un buen gobernante no miente conscientemente ni engaña a su equipo. Habla con la verdad por dura que esta sea y asume el costo de aquellos compromisos que por razones ajenas a su voluntad no se pueden cumplir.
Honestidad.- Un buen gobernante debe de vivir en casa de cristal, permitir la transparencia absoluta respecto a su patrimonio, debe de evitar la existencia de familiares o amigos incómodos que multipliquen su patrimonio de manera milagrosa. Un buen gobernante debe de ser moderado, austero y republicano.
Seriedad.- Ser serio no es sinónimo de estar molesto. Se puede ser muy simpático y serio a la vez. O ser muy circunspecto y absolutamente informal.
Capacidad laboral.- Un buen gobernante trabaja organizadamente y entiende que el descanso es parte fundamental del rendimiento y la productividad. Trabajar muchas horas no significa necesariamente trabajar bien. Ser productivo no tiene que ver con el número de horas que se trabajan sino con los resultados que se alcanzan. De acuerdo con un estudio reciente de la OCDE, de las naciones que integran esta organización, México es el país donde más horas se trabaja y el menos productivo. Por el contrario, Alemania es donde menos horas se trabaja pero es el más productivo.
Capacidad intelectual.- Un buen gobernante no tiene que ser un “todologo” experto en todo, sino que debe de rodearse de gente experta en cada una de las áreas. Un buen gobernante debe de leer prensa, reportes e informes de sus colaboradores; debe de darse tiempo para leer textos y escribir instrucciones. Tiene que estar actualizado acerca de lo que ocurre en el mundo en las diversas materias. Cuidado con los gobernantes que no leen porque “no tienen tiempo”.
Salud física, psicológica y emocional.- Un buen gobernante debe de cuidar su condición física y hacerse chequeos médicos constantes. Debe de tener una rutina de actividad física permanente. Un buen gobernante debe de procurar tener una situación emocional y psicológica estable y en permanente revisión.
Conocimiento y arraigo.- Un buen gobernante debe de conocer a profundidad su distrito, ciudad o demarcación. Debe de ser un tipo conocido y arraigado. Debe de tener sus intereses, afectos, familia y amigos en el lugar que pretende gobernar. Le debe de “doler” el lugar que pretende liderar.
Más allá de partidos, coaliciones, frentes y alianzas, los ciudadanos deben de analizar los perfiles. Ninguna persona se va a transformar por arte de magia al arribar al anhelado puesto de elección popular. Si a un aspirante le falla algún aspecto personal , es altamente probable que también falle en el ejercicio de poder.
Los nuevos ciudadanos deben de ser responsables y saber a quién eligen para que una vez que los elegidos asuman los puestos, no nos llamemos a engaño.
Perro que come huevo, aunque le quemen el hocico.
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