Marcial Rodríguez Saldaña
Noviembre 14, 2019
El jefe del ejército de Bolivia Williams Kalimán forzó la renuncia de Evo Morales como Presidente de la República de ese país, con lo cual se consumó un golpe de Estado.
1.- Evo Morales había sido electo presidente de Bolivia en 2005 con el 53.74 por ciento de votos, luego reelecto en 2009 con el 64.22 por ciento de sufragios y en 2014 con el 61.36 por ciento del respaldo del electorado, postulado siempre por el partido Movimiento al Socialismo (MAS). Con estos datos se puede comprobar que en las elecciones presidenciales en que resultó ganador contó con un amplio apoyo del pueblo boliviano.
En el reciente proceso electoral presidencial realizado el 20 de octubre, de acuerdo con las cifras del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia, Evo Morales obtuvo el 47.08 por ciento de votos frente al 36.51 por ciento de su más cercano adversario Carlos Meza de la Coalición Política Comunidad Ciudadana. Con este resultado, al haber obtenido más del 40 por ciento de votos y más del 5 por ciento sobre su más cercano contendiente, ya no habría una segunda vuelta electoral, sin embargo, el candidato perdedor alegó irregularidades electorales y exigió una segunda vuelta; por su parte, la Organización de Estados Americanos (OEA) en un informe sobre el proceso electoral, señaló que era necesario anular la elección y realizar nuevos comicios, ante lo cual Evo Morales admitió las nuevas elecciones.
2.- La derrota electoral del candidato presidencial perdedor –de formación ideológica conservadora– y el compromiso de Evo Morales de aceptar una nueva elección no fueron suficientes para frenar la ambición de poder de las fuerzas reaccionarias en Bolivia, quienes incitaron a movilizaciones sin ninguna razón social o política, y para ello contaron con el apoyo de la policía y de los mandos militares de Bolivia, todo esto con el objeto de generar un ambiente de violencia, de ingobernabilidad, de crisis política, de agresión y persecución a miembros del gobierno democrático en funciones.
Por su parte los mandos del ejército por conducto de su jefe Williams Kalimán “pidió” la renuncia del Presidente Evo Morales, quien de acuerdo a la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia (artículo 172.25) es el Capitán de las Fuerzas Armadas, es quien designa al ministro del ejercito.
3.- La acción del general Williams Kalimán subordinado del Presidente Evo Morales de “pedirle” su renuncia es un acto de insubordinación, de traición, que se constituye en un golpe de Estado. Evo Morales estaba en funciones de Jefe de Estado producto de una elección democrática. No dio ninguna orden que contraviniera la Constitución de su país, que atentara en contra de los derechos de los ciudadanos, por el contrario, admitió una nueva elección con el propósito de que hubiese un Presidente de Bolivia legítimo y legalmente reconocido.
Los reaccionarios bolivianos, latinoamericanos y mexicanos proclives a los gobiernos imperialistas gringos y a las dictaduras militares en América Latina –muchas de ellas auspiciadas por los gobiernos de Estados Unidos– sostienen que no se trató de un golpe de Estado en Bolivia ¿entonces como se le puede llamar a la injerencia militar para forzar la renuncia de un Presidente constitucional electo democráticamente como Evo Morales?
4.- Los mismos reaccionarios que niegan el Golpe de Estado en Bolivia cuestionan que el gobierno de México le haya otorgado asilo político a Evo Morales ¿Qué querían? ¿Qué Evo Morales fuese asesinado como Salvador Allende en Chile? ¿Qué fuese hecho prisionero por razones políticas? Ha hecho muy bien en Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en ofrecer y otorgar asilo a un Jefe de Estado como Evo Morales, quien además de ser un Presidente legítimo constitucional, ha mantenido una posición soberana e independiente y ha dado excelentes resultados en el ejercicio de su gobierno –2006-2019– como haber reducido el analfabetismo del 13.0 por ciento al 2.4 por ciento, disminuido el desempleo del 9. 2 por ciento al 4.1 por ciento, bajado la pobreza moderada del 60.6 por ciento al 34.6 por ciento, la pobreza extrema del 36.2 por ciento al 15.2 por ciento y haber mantenido un crecimiento del Producto Interno Bruto del 3.4 por ciento en este año.
México debe mantenerse fiel a los principios de solidaridad internacional contenidos en la Carta de las Naciones Unidas y en los tratados de Derechos Humanos, de Asilo, de Refugiados, como una política de Estado por encima de las políticas racistas, ultranacionalistas, conservadoras que proclaman el individualismo, que defienden gobiernos autoritarios y aún golpes de Estado que amenazan la vida y la libertad.
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