EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El gringo de la marañona

Anituy Rebolledo Ayerdi

Octubre 07, 2021

En 1967, el periódico Aflonblade, de Estocolmo, propuso al escritor B. Traven como candidato al Premio Nobel de Literatura. Él no se entera y la propuesta no tiene réplica en ninguna parte Foto: Tomada de internet

 

En 1967, el periódico Aflonblade, de Estocolmo, propuso al escritor B. Traven como candidato al Premio Nobel de Literatura. Él no se entera y la propuesta no tiene réplica en ninguna parte Foto: Tomada de internet

(Séptima de ocho partes)

Suerte, mucha suerte para el colega periodista Ossiel Pacheco Salas, quien se estrena como nuevo alcalde de Coyuca de Benítez. ¡Y vaya que va a necesitarla!

La familia Traven-Luján

Instalada en la residencia de Río Misisipi número 61 de la Ciudad de México, la familia Traven-Luján está formada, además, por las dos hijas de un matrimonio anterior de la señora Luján: María Eugenia, Malú, de 10 años y Rosa Elena, Chela, menor. Por cierto, será el propio Traven quien se anticipe sugiriendo que las niñas lo llamen Skipper (El Capitán), lo que indicaba que hasta el final de su vida se sintió marinero. Malú bromeaba llamando a su madre “la primer oficial”, mientras ella y su hermana eran las oficiales dos y tres.
Recién llegadas de California, donde estudiaban inglés en una escuela de monjas, las hermanas Montes de Oca, hijas de Carlos Montes de Oca, empresario capitalino, tuvieron prohibido comentar que el señor de la casa era B. Traven. Para ellas siguió siendo Skipper si bien la mayor se quejó de no poder presumir en la escuela que el misterioso autor era su tutor.
El extranjero, por su parte, veintitantos mayor que la madre y sin hijos no sabía qué hacer con aquel par de niñas. Será entonces cuando Malú actualice la frase que dice: “el que quiere a la rosa también quiere a las espinas”, aludiendo a su mamá Rosa Elena y a ellas mismas, las espinas. El hombre pronto se acercará a ellas para recomendarles lecturas, obsequiarles libros y dulces logrando pronto que se sienten a su lado para escuchar narraciones sorprendentes.

El Puente

Skipper habitaba el tercer piso de la residencia donde se ubicaban oficina y recámara, ámbito bautizado por él como “El puente”, como si habitara en un barco. Skipper iniciaba sus actividades ya avanzada la mañana y bajaba a comer a la 1 de la tarde. Iniciaba la comida con una copita de comiteco o de tequila para luego degustar sus alimentos, silenciosamente. Volvía al “puente” para seguir laborando o leyendo hasta las 8 de la noche en que bajaba a cenar. Durante la sobremesa se dirigía a las chicas con preguntas sobre la escuela e incluso les ofrecerá representaciones guiñolescas
Como lo hiciera en Acapulco años atrás, Croves-Skipper emprendía periódicamente largas caminatas hasta el centro de la ciudad. Visitaba el Correo Central donde revisaba su apartado postal número 2701 a su nombre (el de Acapulco fue el 49, a nombre de doña María de la Luz Martínez, su esposa). Pasaba enseguida a una tienda de abarrotes de la calle 16 de Septiembre donde compraba arenque y pumpernickel (pan de centeno).
Entrevistada por reporteros y escritores, las hijastras de Traven han mostrado los tesoros de Skipper conservados en casa. Sombreros del escritor y entre ellos un salacot utilizado en la selva chiapaneca y en sus primeras caminatas en Acapulco como el Gringo de la marañona. La máquina portátil Underwood usada por el autor en Acapulco, su maleta de viaje y alteros de la revista Siempre, en la que colaboraba con seudónimo, por supuesto.

Sus amigos

El escritor extranjero cultivó la amistad de varios mexicanos que respetaron fiel y rigurosamente su anonimato llamándole Hall Cronves, nunca Traven. El más cercano de ellos fue, sin duda, el cinefotógrafo Gabriel Figueroa, primo y cuñado de Esperanza López Mateos, su traductora y representante, como se sabe. Había sido él, Figueroa, quien lo albergó en su casa cuando se vea precisado a abandonar su Parque Cachú acapulqueño, librándose así del cerco impuesto por los reporteros, luego de la revelación de Luis Spota en Mañana.
Otros grandes amigos de Traven fueron pintores, escultores y grabadores, nunca escritores. Entre algunos Diego de Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Leopoldo Méndez, Alberto Beltrán, Federico Canessi y su médico personal, el doctor Federico Marín, cuñado de Rivera.

Premio Nobel

Traven no podrá librarse nunca del acoso de los medios. Todavía en 1963 la revista semanal Stern, de Alemania, tocará a sus puertas de Misisipi 69, como lo hará más tarde el arqueólogo germano Gerd Heidelmann. Este atiende la recomendación de la señora Luján de no llamarlo Traven, aunque no reparará en llamarlo como “el escritor más misterioso del siglo XX”. Enfurecido, el anciano lo echa de su recámara. Cuatro años más tarde, en 1967, el periódico Aflonblade, de Estocolmo, propone la candidatura de Traven al Premio Nobel de Literatura. Él no se entera y la propuesta no tiene réplica en ninguna parte.

Su muerte

Contra la opinión de los suyos, Traven visita el 4 de marzo de 1969 al notario público Juan Manuel G. de Quevedo. Va en busca de firmar su testamento dictado dos años atrás, presentando como sus testigos a Federico Cannesi, Alberto Beltrán y Federico Marín. “Y no era que sintiera enfermo o cosa parecida –comentará doña Elena–, tanto que la noche de ese día vaciará con amigos varias botellas de champaña.
El enigmático personaje habla de Rosa Elena Luján, “la única mujer con la que ha estado casado”, como albacea universal y heredera única de sus bienes. Consisten estos, en mayor medida, en los derechos sobre sus obras. La única autorizada para manejar su legado literario y también la única para autorizar y aprobar su biografía. Y una última advertencia en el sentido de que su ella moría antes que él o al mismo tiempo, los derechos de herencia pasarían a sus hijastras Rosa Elena y María Eugenia Montes de Oca Luján.
Tres semanas más tarde, el 26 de marzo de 1969, B. Traven muere asistido por su esposa y sus dos hijastras. “Murió besándome la mano y diciendo que me amaba”, recordará la viuda. Ella misma informará a la prensa sobre deceso revelando entonces su verdadera personalidad: B. Traven. La señora Luján viuda de Traven morirá mucho más tarde, el 5 de mayo de 2009, a la edad de 94 años.

Rafael Castrejón, reportero

Rafael Castrejón Pérez, periodista, poeta, epigramista punzante, cuentista y muy querido amigo – el enigmático Jonás–, fue el único reportero de Acapulco que escarbó en el misterio de B. Traven. Su amistad con la señora Elba Martínez, hermana de María de la Luz, esposa de Traven, y custodia a su muerte del Parque Cachú, le permitió abrir pequeños resquicios en el granítico silencio familiar.
En pláticas con la cuñada de Traven, Castrejón se enteró que la pareja se había conocido en la Ciudad de México cuando ambos asistían a la escuela de idiomas, ella inglés, él español. No obstante que le duplicaba la edad se entendieron sentimentalmente para llegar a la unión. La pareja escoge Acapulco para su luna de miel y lo hacen viajando en camión de los llamados chilolos, saliendo de la Ciudad de México a las 11 de la noche para llegar al puerto a las 10 de la mañana del día siguiente. Y eso que la carretera federal tenía apenas dos años de inaugurada.
Aquí, la pareja se hospeda en un mesón de la calle de La Quebrada y pasadas dos semanas el señor toma la decisión de fincar aquí su residencia. Para ello dedicará buen tiempo en localizar el sitio que cumpliera con sus propósitos de dedicarse a lo suyo, la floricultura. Lo localiza en las goteras del puerto, sobre la avenida Costa Grande (hoy Pie de la Cuesta) y ahí inicia el cultivo formal del anacardo o marañona cuya simiente ha traído de Chiapas. El huerto de más de un centenar de árboles se llamara Parque Cashew, popularizado como Parque Cachú o La Marañona.

Cenizas, abono

Recordó doña Elba como ella y sus tres hijos convivieron en el parque Cachú ayudando en las tareas agrícolas y comerciales como el expendio de la pulpa machacada del marañón, el agua fresca del fruto y la venta de bolsitas con la deliciosa nuez de la India. Luego vendrá el restaurante al que los fines de semana asistían en plan de excursión muchas familias del puerto. Sus hijos Juana Elba, José Publio y Rogerio Marcelino le tuvieron gran apego al Gringo llamándolo “Papa dulce”, aludiendo a sus obsequios de golosinas.
La cuñada contó a Castrejón que todos los objetos personales de Traven permanecieron intocados, como él los dejó, hasta la desaparición de la estancia. Nadie osó nunca mover un lápiz o una simple hoja de papel de su mesa de trabajo, mucho menos hojear un libro de su biblioteca. Todavía en 1990, al cumplirse el centenario del escritor, era fácil distinguir desde la avenida Pie de la Cuesta el automóvil Chevrolet 1931, adquirido en San Antonio, Texas y que manejaba su hermana. Había quedado encerrado al construirse un cuarto sin salida.
Cremado el cadáver de Traven, su última voluntad, la viuda entregará a Elba Martínez y a sus hijos de Acapulco una porción da sus cenizas, una parte se conservará en una urna y con la otra abonará el huerto de marañonas. El resto será lanzado sobre la selva chiapaneca.