EL-SUR

Sábado 27 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El huracán como oportunidad para la reconstrucción integral

Jesús Mendoza Zaragoza

Diciembre 04, 2023

Nunca imaginamos lo que el huracán Otis haría con los municipios de Acapulco y de Coyuca de Benítez. Fue como una amarga pesadilla que, cuando salió el sol, pudimos ver destrozos por dondequiera. Destrozos físicos en la ciudad de Acapulco y en las poblaciones aledañas, destrozos en la economía sostenida en el turismo, destrozos en la ecología, destrozos en las casas habitación, destrozos en las capacidades emocionales de la población, destrozos en las reacciones de parte de la población que cedió a la tentación de la rapiña, destrozos en las capacidades de los gobiernos que comenzaron a reaccionar tardíamente y otros destrozos más.
Hay diferentes miradas para visualizar lo que el huracán nos dejó. Hay quienes se enfocan en el desastre aterrador, en las desgracias sufridas, en la economía quebrantada, en la impotencia, en el dolor sufrido. Es una mirada sobre nuestra realidad que tiene que ser reconocida, aceptada y asumida. Pero, al mismo tiempo, es una mirada que se enfoca en la parte oscura de las desgracias y que puede arrinconarnos en la resignación y en la impotencia.
Se necesita una mirada diferente ante esta desgracia, que visualice el futuro. Lo que sucedió a partir del huracán nos sirve para hacer análisis sobre sus causas y para sacar aprendizajes de lo que tuvimos que vivir. El pasado para eso nos sirve. Ahora hay que mirar hacia el futuro. Eso significa que, además de mirar la desgracia sufrida, la miramos como una oportunidad. Las crisis podemos verlas así, como oportunidades para hacer los cambios necesarios y para el crecimiento y la maduración. Y en nuestro caso, el huracán provocó una crisis mayor en la población, acompañada de desconcierto y de confusión, de la que aún no acabamos de salir.
Una vez pasadas las fases de emergencia y de rehabilitación, hay que visualizar la fase de la reconstrucción de las ciudades de Acapulco y de Coyuca de Benítez, además de sus áreas rurales afectadas. Por ahora, pensemos en la ciudad de Acapulco como unidad demográfica que tiene sus propias características económicas, sociales y culturales.
¿Qué significa, en este caso, la reconstrucción de Acapulco? Para comenzar, hay que pensar de manera estratégica e integral.
Ya se ha dicho que la economía del puerto necesitará alrededor de cinco años para recuperarse. El caso es que esta recuperación económica es sólo un aspecto de la reconstrucción. No sólo hay que recuperar los niveles de la economía anteriores al huracán, sino hay que reconstruirla. Acapulco es para todos y no para unos cuantos privilegiados que han disfrutado los beneficios del turismo. Por eso mismo, hay que reconstruir la economía para que beneficie a todos, a trabajadores, a empresarios, a los habitantes de las colonias marginadas. Pero también es necesario atender y reconstruir la economía ilegal gestionada por la delincuencia organizada, que atrofia las relaciones económicas en el puerto. Hay que pensar en una economía legal y justa a la vez. Que beneficie a todos. ¿De qué nos serviría solo recuperar la economía anterior al Otis, si seguiríamos con el desastre permanente de la desigualdad y si la delincuencia sigue con sus negocios boyantes?
En segundo lugar, hay que visualizar la reconstrucción de la seguridad humana en esta ciudad, donde vivimos con miedo a la delincuencia organizada en sus múltiples formas. Y cuando hablamos de la seguridad ciudadana, estamos hablando no sólo de que nos cuide la Guardia Nacional, sino que un día ya no sea necesaria porque las condiciones de inseguridad hayan sido superadas. En este tema, la participación de los ciudadanos y de sus organizaciones tiene que integrarse a la participación gubernamental. ¿De qué serviría la reconstrucción física de la ciudad si seguimos a merced del desastre cotidiano de la delincuencia con sus múltiples violencias?
En tercer lugar, es necesario considerar que Acapulco nos necesita a todos los ciudadanos, que podemos participar en su reconstrucción. El tejido social está muy averiado en nuestra ciudad debido a diversos factores. Tenemos que reconocer que el recurso más importante para la reconstrucción de nuestra ciudad es el humano. No es el dinero, ni la economía misma. Así que tenemos que buscar formas para reconstruir a las personas y a las comunidades, de manera que la rapiña y el saqueo no suceda en estas circunstancias. El humanismo se apoya en la dignidad de todos y de cada uno, sin excluir a nadie, por el hecho de ser personas. En la medida en que mejoremos las condiciones para reconstruir personas, comunidades y organizaciones, en esa medida tendremos mejores oportunidades para contar con una economía sólida y con la seguridad ciudadana que necesitamos. Hay que apostar por las personas, las comunidades y las organizaciones.
En cuarto lugar, hay que pensar en la casa común que nos alberga. Necesitamos reconstruir el medio ambiente, que quedó derrumbado por los poderosos vientos del huracán. Necesitamos una política cultural y, a la vez, ambiental, que pueda sostener los ecosistemas en la ciudad. La cultura de cuidado es fundamental para sobrevivir en estas circunstancias. Si se dice que el huracán Otis es parte de la factura que el calentamiento global nos está pasando, por lo que no podemos continuar con los abusos que hacemos con la naturaleza y con nuestra basura que está contaminando todo, los mares y nuestros espacios urbanos y rurales. Por lo pronto, hay que pensar en la reforestación de nuestros campos y de los espacios urbanos que lo requieran, en la que todos participemos apoyados en datos científicos y técnicos. Que tanto de los gobiernos como de la sociedad surjan iniciativas para la cultura del cuidado y para proteger el medio ambiente.
Y, desde luego, hay que repensar lo que tiene que ver con la urbanización y las vialidades, que suelen ser afectadas por situaciones de riesgo ante desastres naturales y sociales. Hay que ordenar los asentamientos humanos con criterios de sostenibilidad y de movilidad, de manera que disminuyan los riesgos para la población. También se necesita afinar la cultura de la protección civil porque muchos tenemos la idea de que no hubo la prevención necesaria para que la población tomara las medidas adecuadas ante el huracán.
Hay que pensar esta reconstrucción con el plazo que sea necesario. Con la participación de todos los actores de esta ciudad. Cada quien haciendo la parte que le toca, pero con una mirada estratégica con el fin de que estemos preparados para las amenazas que el calentamiento global provoque. Otis es un aviso de lo que puede venir en adelante, por lo que necesitamos que nuestra ciudad esté muy fortalecida para resistir este tipo de amenazas. Por esa razón, la reconstrucción tiene que ser integral y estratégica, pues de ella depende la fortaleza de nuestra ciudad.