EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El INE sobrevive la tormenta tropical

Héctor Manuel Popoca Boone

Diciembre 10, 2022

 

¿Alguien ha visto a Vicente Suastegui Muñoz?

La iniciativa presidencial de modificación constitucional para sustituir el actual Instituto Nacional Electoral (INE), no alcanzó a obtener la mayoría calificada de votos en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Como paliativo a dicha derrota política, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pretende por mayoría simple, a través de su partido Morena, modificar las leyes reglamentarias del precepto constitucional, que quedó inalterable. En las nuevas iniciativas hay temas dignos de ser aprobados como el dispendio de recursos económicos en el aparato burocrático del INE para bien del país que acusa generalizada pobreza social.
AMLO no alcanzó a comprender que el imperfecto sistema federal electoral que nos rige, cuya pieza angular es el INE, es producto histórico de una serie de luchas políticas democráticas de varias generaciones de mexicanos; gracias a las cuales hemos logrado que la lid política-democrática por la conquista del poder se logre sin el costo masivo de derramamiento de sangre; por el contrario, que suceda en la convivencia pacífica, aún cuando a veces sea encrespada y en un marco de competitividad con pluralidad y con una mínima pero indispensable estabilidad política.
Eso nos ha permitido la trasmisión pacífica de los poderes, la inclusión de todos los ciudadanos para votar y ser votados, con la concomitante ampliación de las libertades y el respeto de todos los derechos humanos, en términos generales.
Como nación, todavía tenemos una democracia mercantilizada (puesto que se desenvuelve en una sociedad capitalista cuya fuerza motriz radica en la poderosa capacidad del dinero para doblegar). Los actores principales: los ciudadanos y sus organizaciones civiles; los partidos políticos legalizados, federales y estatales; los tres niveles de gobierno y las instituciones electorales autónomas locales, no están exentas de pretender imprimir diversos grados de sesgos políticos, a partir de sus intervenciones interesadas y soterradas, alimentadas por los barones de la economía y del poder (tanto en el ámbito legal como quienes actúan en la ilegalidad).
Pero también, como dijo José Woldenberg (JW) en su memorable discurso público del 13 de noviembre pasado: “hemos… dejado atrás el país de un solo partido político, de un presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas, de poderes constitucionales que operaban como apéndices del Ejecutivo, de medios de comunicación mayoritariamente oficialistas para abrirle paso a la expresión y recreación de la diversidad política, a elecciones libres, disputadas y creíbles, a Congresos plurales, gobiernos de diferente orientación, pesos y contrapesos en el entramado estatal y sin duda, una espiral virtuosa que amplió el ejercicio de las libertades. Para eso se requirió… conformar normas e instituciones electorales capaces de ofrecer garantías de imparcialidad y equidad a la diversidad de fuerzas políticas que modelan al país.”
Lo expresado en el párrafo anterior me hizo recordar una plática-desayuno que un grupo de colegas economistas de la UNAM, generación 67-71, sostuvimos con JW hace once años, en la Ciudad de México. Conveníamos que ya desde 1988, México era un país plural cuyo proceso de reformas político electorales había pasado “con jalones y estirones” por tres etapas: 1) De incorporación de nuevos actores y partidos políticos a los procesos electorales y a la institucionalidad democrática. 2) De implantación de la pluralidad en el juego democrático-electoral institucional, con la correlativa creación de instancias ciudadanizadas en el arbitraje y en el dictamen judicial electoral. 3) Del establecimiento de condiciones de equidad en la competencia a través del otorgamiento de prerrogativas económicas públicas a los partidos y la apertura a la difusión de su oferta política en los medios de comunicación masiva.
No menos importante fue también la lucha de distinguidos mexicanos, en años posteriores, para darle cauce legal a las candidaturas de ciudadanos independientes para ejercer su derecho constitucional de ser elegidos. Otra de las conclusiones que obtuvimos de aquella sabrosa y nutritiva plática fue el señalamiento que, para ensanchar y fortalecer más nuestra democracia, necesariamente debíamos tener siempre presente importantes factores de obstrucción de la misma; como lo son la generalizada pobreza, la amplia desigualdad social, la opacidad institucional y un escaso acceso ciudadano a mejores oportunidades y circunstancias para el buen desarrollo humano integral. JW finalizó su participación en aquel desayuno afirmando que por ser México un mosaico rico en pluralidad, la vía idónea para su desarrollo político era la democracia y su perfeccionamiento.
PD1. El principal antídoto para contrarrestar la partidocracia es la organización ciudadana activa, con una mayor consciencia civil, que participe entusiastamente en la cosa pública y en la democracia como sistema de vida permanente.

PD2. Algunos de los integrantes de las organizaciones campesinas, OCCS y Cecop, vuelven a sufrir las embestidas que con vil sevicia les aplican integrantes de las instituciones estatales encargadas de administrar y procurar justicia. ¡Uf! ¡Uf!

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