EL-SUR

Miércoles 18 de Junio de 2025

Guerrero, México

Opinión

El interregno después de Francisco

Abelardo Martín M.

Abril 29, 2025

Es casi irresistible o muy atractivo ser arrastrado por los temas de gran escándalo como el TelevisaLEAKS, la revelación hecha por la periodista Carmen Aristegui de que en esa televisora operaba un grupo de generación de noticias falsas, propaganda sucia y desinformación contra figuras públicas. O la guerra arancelaria encabezada por el presidente estadunidense Donald Trump, o su “improvisada” junta dentro de la catedral de San Pedro con su colega de Ucrania, Volodímir Zelenski, para forzar a Vladimir Putin a que acepte la presión de Estados Unidos para aceptar las condiciones de paz; o las especulaciones interesadas para criticar a la presidenta Claudia Sheinbaum, por no haber asistido a las exequias del romano pontífice. En fin, todos estos asuntos podrían ser el tema central de este artículo. Sin embargo, el tema de mayor trascendencia en los últimos días es sin duda la muerte del Papa Francisco y el proceso de sustitución en el Vaticano.
Con el funeral de Francisco concluyó el papado de un hombre que con mano suave pero con voluntad firme intentó renovar y modernizar a la iglesia católica, acercarla como en su origen a los más pobres y marginados, volverla más humana y por lo tanto nuevamente más trascendente. O sea romper con grupos e intereses que llevaron a la religión a convertirse en instrumento de ricos y poderosos.
En la Iglesia católica mexicana se sufrió en carne viva de las conductas de sacerdotes y jerarcas que abusaron en todos los aspectos de la necesidad de consuelo de una población víctima de gobiernos débiles o incapaces de ejercer su responsabilidad. Obispos y autoridades eclesiásticas coludidas con el dinero y el poder, cardenales enriquecidos o coludidos con pederastas o grupos delincuenciales de todo tipo.El papa Francisco lo logró parcialmente, porque su ministerio fue relativamente breve, doce años que en la escala humana pueden ser un lapso largo, pero son apenas un momento en la vida de una institución que se aproxima a cumplir su segundo milenio, y porque las inercias y resistencias al cambio operan como en cualquier otra institución, más en una establecida en el nombre de Dios.
Sin embargo, ya ahora es evidente que la huella de Francisco trascenderá a su tiempo. Como recordó el cardenal Giovanni Battista Re en su oración fúnebre, el finado Papa se solidarizó con los refugiados y desplazados que huyen de sus países por diversas razones, en particular los abusos, la violencia, las guerras, la pobreza, y se exponen a múltiples peligros y sufrimientos; Battista recordó cuando en la visita papal de Francisco a México ofició una misa en la frontera con Estados Unidos para enfatizar que el mundo necesita construir puentes y no muros, recuerdo ahora evocado frente a un auditorio en el que se encontraba el presidente norteamericano Donald Trump, que insiste en dividir nuestras naciones con un muro fronterizo. El Papa tuvo frases de aliento y comprensión hacia las mujeres y la esclavitud que aún viven, la comunidad gay, los jóvenes; también para quienes se encuentran privados de su libertad.
Francisco descansa ya, como fue su deseo póstumo, en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, fuera del Vaticano, lo que no había ocurrido con ningún otro pontífice en más de un siglo, ya que regularmente todos son enterrados en la Santa Sede.
Corren ahora los llamados por algunos “novedalis”, el periodo de nueve misas en memoria del difunto, a cuya conclusión seguirá inmediatamente la realización del cónclave, la reunión a puerta cerrada de los electores, 135 de los más de 200 cardenales, los que tienen derecho a voto por no rebasar la edad de ochenta años, quienes asumirán la responsabilidad de designar, por lo que en México llamaríamos una mayoría calificada, al nuevo obispo de Roma y líder de la iglesia católica.
Entretanto, las especulaciones sobre quién será el sucesor están a la orden del día. Siempre ha sido así en cada relevo papal. En el escrutinio popular se pondera desde el origen geográfico y étnico, las distintas personalidades, las posiciones progresistas o conservadoras, y para algunos incluso se trata de discernir entre la ortodoxia y la herejía. La comunicación instantánea que ahora vivimos ha llevado al extremo de casas de apuestas que cruzan listas con los papables.
Al nuevo Papa le tocará afrontar los retos de un mundo que cambia de manera vertiginosa, y no necesariamente para bien. La religión católica ha sufrido el alejamiento de sus fieles, algunos desencantados y confundidos, otros atrapados por la banalidad de la vida actual, tan centrada en las cuestiones materiales y distanciada de la espiritualidad y los antiguos valores. Los escándalos por abusos al interior de la iglesia, en particular los casos de pederastia, tampoco han ayudado mucho a la preservación de la fe y la fortaleza del catolicismo.
Pero la comunidad reunida en el Vaticano, la Plaza de San Pedro, y en el trayecto entre ésta y la Basílica donde ahora reposa Francisco, desde jefes de gobierno y de Estado, diplomáticos y representantes de todo el mundo, hasta una multitud libremente concitada, ferviente y dolorida, muestra la relevancia y el papel central de la iglesia católica en el mundo del siglo XXI.