EL-SUR

Jueves 12 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

AGENDA CIUDADANA

El “mal humor social” se ganó a pulso

Lorenzo Meyer

Abril 28, 2016

Según la presidencia, en México la corrupción es cultural y el descontento ciudadano apenas un “mal humor social”. Lo anterior implica que la corrupción sólo la curará el paso de las generaciones y que lo otro no importa pues es un mero estado de ánimo sin base pues “México está avanzando”.
En la Biblioteca Nacional de Madrid, en un acto previo a la recepción del Premio Cervantes de las Letras, Fernando del Paso hizo otro diagnóstico: “México es un país en decadencia” y al recibir el premio fue más claro: “Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo”. Y remató: con la llamada “Ley Atenco” del Estado de México “pareciera tan solo el principio de un Estado totalitario”.
Para Del Paso, la decadencia del país tiene una doble raíz: un sistema encabezado por “gobernantes ineptos y corruptos” y una sociedad “bulímica” que no reacciona en defensa propia.
Se puede argumentar que el autor de Noticias del imperio exageró. Es verdad que a la élite del poder de nuestro país no le incomodaría contar con un sistema totalitario que le permitiera llevar al límite su vocación extractora y depredadora pero no tiene la capacidad ni las condiciones para hacerlo. El totalitarismo requiere de un auténtico líder carismático, de un Estado centralizado y bien organizado y de un partido realmente disciplinado; nada de eso hay en México. Necesita de una ideología que dé sentido a su acción, al estilo del nacionalsocialismo o del marxismo-leninismo, pero el PRI no cuenta con ideología sino apenas una mentalidad autoritaria. Finalmente, el entorno internacional no está para totalitarismos. Hoy, Estados Unidos –nuestro poder externo dominante– está embarcado en una lucha contra el milenarismo musulmán y no le sería funcional un vecino con proyectos absurdos, abiertamente antagónicos al democrático.
Por otro lado, Del Paso fue un tanto injusto con su sociedad al no distinguir en el grado de responsabilidad de los gobernantes y de los gobernados. Es verdad que el grueso de los mexicanos son renuentes a actuar contra los abusos del poder, pero hay una minoría que sí reacciona pese a la enorme desventaja y riesgo que conlleva enfrentar a la maquinaria e intereses creados por los “ineptos y corruptos”. Y hay ejemplos a la vista de esta lucha. Hoy destacan las actividades de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala hace más de un año y que han logrado movilizar en su apoyo a una parte de la sociedad mexicana e incluso internacional. Pero también es cierto que pese a su esfuerzo no han podido obtener justicia.
En Estados Unidos alguien comentó en relación al fiasco que ha sido hasta hoy la investigación oficial en torno a la tragedia de Iguala en 2014: “si esto hace el gobierno mexicano cuando todo el mundo lo está viendo ¿Qué no hará cuando no lo ven?” (The New York Times, 26 de abril).
Las otras Igualas. Más desigual y menos evidente que la lucha de las familias de los desaparecidos en Iguala en 2014, es la de aquellos que en otras del país también insisten en encontrar a sus desaparecidos pero lo están haciendo casi solos. Un ejemplo son los familiares de 50 desaparecidos agrupados en la organización VIDA de La Laguna, una zona de tránsito de la droga y azotada por la violencia extrema al punto que entre 2010 y 2014 Torreón y su zona metropolitana se encontró entre las 50 más violentas del mundo.
El grupo VIDA, aún pequeño, nació en abril de 2013, es decir, antes de la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa pero cuando ya funcionaba el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, como efecto de los daños causados por la vorágine de violencia desatada por la“guerra contra el narcotráfico”.
El objetivo de quienes se unieron y dieron forma a VIDA era simple: unir fuerzas para demandar a la autoridad que cumpla con su deber y dé con el paradero de los que desaparecieron. Dos de las mujeres del grupo –a una le desaparecieron un hijo y a la otra al esposo, chofer de un taxi cuyo GPS mostró que estuvo en instalaciones de la policía antes de que le perdieran el rastro– llevan años en su empeño y aseguran que la respuesta de la autoridad ha sido todo menos satisfactoria. Ambas, una de ellas bajo evidente tratamiento por cáncer, están lejos de pertenecer al México acomodado pero sostienen que es su voluntad seguir empeñadas en tocar puertas, demandar y seguir empujando la pesada maquinaria de los ministerios públicos para que se busquen a sus desaparecidos.
En Suma. Las de VIDA no son ciudadanas a las que les quede el adjetivo de “bulímicas” y su enojo es más que el “mal humor” del que habla el presidente, es rabia pura y un profundo agravio, pues ellas son las que han tenido que movilizarse, organizarse, invertir recursos que les son escasos y transformarse en investigadoras para conocer bajo qué circunstancias desaparecieron el hijo y el esposo, a quienes se debe investigar y donde están, es decir, ellas deben hacer lo que el gobierno no hace. “Laguneros por la Paz”, otra ONG, propició la aparición de VIDA y le mantiene el apoyo aunque admite que la tarea rebasa y con mucho las posibilidades de la parte activa de la sociedad.
En fin, que si México está efectivamente en decadencia, la culpa no puede repartirse por igual.

www.lorenzomeyer.com.mx
[email protected]