Humberto Musacchio
Mayo 25, 2017
Los dirigentes del PAN y el PRD anunciaron que irán unidos a las elecciones de 2018 en un “frente amplio opositor”, lo que ha suscitado una estentórea reacción en ambos partidos, pese a que desde hace varios años han ido juntos en numerosos procesos electorales y de un tiempo acá han caminado con los del sol azteca en el furgón de cola, no empujando, sino más bien arrastrados por Acción Nacional.
El llamado PANRD, lejos de ser un factor de equilibrio en el panorama electoral, un elemento que contribuya a elevar el debate y a propiciar el respeto entre todos los contendientes, se ha convertido en un medio para impulsar las políticas de derecha, como ha sido la cerrada oposición al aborto libre y gratuito, las uniones entre personas del mismo sexo y la adopción por parejas gay.
Para el PRI, “la alianza surge ante la escasez ideológica tan evidente en el PRD y en el PAN”, partidos que para Arturo Zamora, líder de la CNOP, se disputan el cuarto lugar (también el tercero) en la elección del Estado de México. Se trata, pues, de una alianza sin principios, de un salvavidas para que el PRD no pierda el registro y para que el PAN pueda presentar una candidatura mínimamente competitiva en 2018.
Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, conscientes del triste porvenir de sus partidos –uno ya fracasó en 12 años de ocupar la Presidencia de la República y el otro nunca la alcanzará porque está en proceso de disolución–, han lanzado el anuncio de su “frente amplio opositor” con la esperanza de atraer desperdigados, como el Movimiento Ciudadano o el Partido del Trabajo, y nada más, porque el Panal, la verdulería y el PES son ya como nuevos sectores del PRI y hasta con más potencial que la CNOP, la CNC o el putrefacto sector “obrero”.
El Movimiento de Renovación Nacional (Morena) tendrá en unos días su primera prueba de fuego en la competencia por el Estado de México, donde la condición para el triunfo de Delfina Gómez es demostrar que pueden vencer el ofensivo derroche de dinero público que han hecho el PRI, el gobierno federal y el mexiquense, pues Eruviel, para inyectarle recursos a la campaña de Alfredo del Mazo, incluso tiene abandonadas obras públicas, entre otras seis hospitales, dos de plano en el olvido y cuatro más dizque en construcción, aunque a un paso más lento que las obras de Miguel Ángel Mancera.
Ante tal despliegue financiero, pocas esperanzas puede tener la candidata panista, Josefina Vázquez Mota, quien habría aceptado ir a una derrota segura a cambio de un lugar en el Senado y una diputación para su hijita. El caso de los perredistas es más patético, pues no pudieron ir junto con el PAN en el Estado de México y ahora su candidato es como un alma en pena, que a falta de ideas lanza bravatas, no a la derecha aliada de su partido ni al PRI, ante el cual guarda una actitud reverencial, sino a Morena, con lo que Juan Zepeda muestra claramente para quien trabaja.
La eventualidad del amasiato entre azules y amarillos, que hasta hace unos años hubiera sido considerado contra natura, de inmediato ganó la adhesión de los precandidatos presidenciales panistas: por supuesto, del propio Anaya, de Margarita Zavala de Calderón Hinojosa, Rafael Moreno Valle y Juan Carlos Romero Hicks, pues la candidatura de cualquiera de ellos sería la beneficiaria. Pero Josefina Vázquez Mota también lo entiende así y ya se dijo dispuesta a encabezar esa alianza. ¡Faltaba más!
En el PRD, en cambio, la propuesta alianza ha suscitado una polémica que va para largo. A favor del pecaminoso ayuntamiento están Graco Ramírez, nefasto gobernador de Morelos, y Jesús Zambrano, uno de los jefes del clan de Los Chuchos. En contra se han levantado varias voces, como la del senador Raúl Morón, quien considera que esa alianza va “contra los principios democráticos que dieron origen al partido”.
Más contundente fue René Bejarano, líder de la corriente Izquierda Democrática Nacional, quien declaró que la alianza de marras “va contra los acuerdos del congreso” perredista. Agregó que se trata de una idea que no se consultó en ningún nivel del partido y que, de concretarse, convertiría al PRD en el Partido Verde del PAN.
El debate exhibe que tanto los panistas como Los Chuchos ven con simpatía la alianza por los beneficios que les representa. Igualmente, la oposición al connubio muestra que aún hay fuerzas rescatables en el PRD y que López Obrador deberá tenerlas presentes, sobre todo si Morena no gana el Estado de México.