Rubén Aguilar Valenzuela
Marzo 10, 2021
El muro que rodea Palacio Nacional, residencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, es el muro del miedo, del miedo que le tiene a las mujeres libres y conscientes.
A éstas las califica de derecha, neoliberales, conservadoras, violentas, subversivas y vándalas. El feminismo es un movimiento progresista que trasciende las categorías de derecha e izquierda.
El presidente en su concepción machista y patriarcal las mujeres deben ser sumisas y obedientes. No deben de denunciar a los hombres que las acosan y violan. Ellas deben aguantar.
Esta posición una y otra vez la ha hecho pública en sus comparecencias mañaneras cuando defiende a un violador como el candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero y descalifica a las mujeres que lo acusan.
Lo hace también patente cuando se niega al diálogo abierto con las feministas o califica sus posiciones de “extranjeras”. Que no corresponden a la idiosincrasia nacional.
En su concepción, ya lo ha dicho en público, el papel de las mujeres es estar en la casa al cuidado de los niños, de los enfermos y los ancianos. Ese es su papel.
Las posiciones francamente reaccionarias, trogloditas del presidente, con relación a las mujeres pueden tener origen en sus creencias religiosas.
Mantiene relación estrecha con un grupo de pastores evangélicos pentecostales, en particular Arturo Farela, que son notablemente reaccionarios en muchos temas, entre ellos el del papel de la mujer en la sociedad.
El presidente en más de una ocasión con sus dichos y actitudes ha manifestado su misoginia. Su conservadurismo cultural y religioso en el tema de las mujeres le imposibilita comprender la lucha del movimiento feminista en el mundo y en México.
La periodista Lydia Cacho sintetiza bien la cerrazón del presidente cuando tuitea que “la valla de AMLO es la representación física de su negación sobre la impunidad machista”. Así es. Sin más.
Y la también periodista Peniley Ramírez afirma en un tuit que “un hombre en un Palacio se protege de las mujeres a quienes gobierna. No las escucha, no busca entenderlas. Se protege como se protegen los reyes del vulgo, como se protege la élite del pueblo”. Lo describe de cuerpo entero.
Y la académica del CIDE-Aguascalientes Catalina Pérez Correa afirma también en un tuit que “ojalá se pudiera amurallar la misoginia y la violencia de género que se expresa constantemente desde Palacio Nacional. Esa sí que ya no salga”. El misógino vive en palacio.
El presidente tiene miedo a las mujeres conscientes y libres y por eso se encierra con un muro de acero en su palacio. En el palacio que por 300 años vivieron los virreyes de la Nueva España a los que cada día que pasa se les parece más.
Twitter: @RubenAguilar