Federico Vite
Junio 28, 2022
Es sabido que entre los escritores las cosas casi nunca son como deberían. Es decir, la gratitud es una moneda con poco valor. Por ejemplo, Sherwood Anderson y Ernest Hemingway. En 1925 se publicó Dark laughter*, una novela de Anderson, ambientada a principios de 1920, un periodo, sin precedentes, de bonanza económica y libertad sexual. Esta historia focaliza al reportero John Stockton, quien cambia su nombre por el de Bruce Dudley. Huye de su matrimonio y comienza todo de nuevo en un pequeño pueblo de Indiana. Inicia un affaire con Aline, la esposa de Fred Grey, un rico propietario de una fábrica. La aventura de Bruce y Aline se da de manera natural. Ambos menosprecian a Fred y a todo lo que el millonario representa: dinero y poder. Bruce y Aline escapan del pueblo; dejan a Fred en un estado lamentable. El autor sugiere una pregunta que la novela no responde: ¿la nueva pareja está satisfecha? Quizá eso no importa, porque en el fondo subyace una revuelta superlativa, pues Anderson afirma que el matrimonio ya no es una institución sagrada. Un año después, 1926, apareció en la editorial Scribner The torrents of spring*, de Ernest Hemingway, novela que parodia a Dark laughter. No sobra decir que Anderson apoyó a Hem para que lo publicaran en Estados Unidos; es decir, Sherwood fungió como padrino recomendando al autor de In our time (1925) en varias editoriales.
The torrents of spring tuvo una recepción divida; tanto para los especialistas como para el gremio literario. Sin duda, ésta es la novela menos conocida de Hemingway. Muchos creyeron que era el resultado de un contrato editorial; otros, una reacción violenta a un estilo de escritura popular que Hem detestaba: la novela romántica. Este libro suele considerarse menos importante que otros títulos como The sun also rises, publicado también en 1926. A Elizabeth Hadley Richardson, entonces esposa de Hemingway, le pareció injusta la caracterización que Ernest hizo de Anderson en la novela. A diferencia de los detractores, F. Scott Fitzgerald consideró a este libro como una obra maestra; tal vez porque aparece en The torrents of spring y su estancia en el texto es la de un ídolo fulgurante que contempla el fuego de la chimenea.
Dark laughter comienza en Chicago. John Stockton se ha cansado del Medio Oeste, trabaja para un periódico de Chicago y padece un matrimonio sin amor con Bernice. Ella quiere trabajar en una revista y cree que John no está comprometido realmente con la relación. John admite que tiene el sueño de regresar a su pueblo de la infancia, Old Harbor, Indiana.Termina la relación con ella. Toma unos dólares de los ahorros comunes y cambia de vida. Adopta el nombre de Bruce Dudley. Viaja por el río Mississippi hasta Nueva Orleans. Durante medio año, Bruce se queda en una casa antigua en un barrio afroamericano. Pasa tiempo observando a los vecinos afroamericanos; gente alegre y llena de música, una comunidad sólida. Mientras los contempla, escucha por primera vez la “Risa oscura”. La percibe como un signo de la inocencia infantil de los afroamericanos; sin embargo, en otros lugares, la “Risa oscura” adquiere un significado siniestro e irónico, representa el conocimiento de los afroamericanos sobre los blancos. Después se dirige a Old Harbor. Encuentra trabajo puliendo ruedas de automóviles en Gray Wheel Company, propiedad de Fred Gray. En la fábrica, Bruce conoce a un compañero de trabajo, Sponge Martin. Sponge vive de manera simple, lo que intriga a Bruce, así que entablan amistad. Bruce anhela tener una rutina significativa y simple, pero se enamora de la esposa del patrón y huye con ella.
El libro de Hem se divide en cuatro partes: Red and black laughter, The struggle for life, Men in war the death of society y The passing of a great race and the making and marring of americans.
Está ambientado en Michigan. Dos trabajadores de una fábrica de bombas buscan a la mujer ideal. Yogi Johnson, veterano de la Primera Guerra Mundial, y el escritor Scripps O’Neil (quien representa a Sherwood Anderson) participan en una serie de hazañas que los acercan a las mujeres, porque ellas (para estos hombres) son la única meta.
La novela comienza con los dos tipos mirando un paisaje cubierto de nieve. La atmósfera crea el ambiente para analizar los fracasos temporales. O’Neil está desesperado por tener compañía e idealiza la contraparte femenina mientras soporta la vida solitaria en un clima frío. Su esposa e hija le han abandonado e inicia una búsqueda fallida en pos de una dama. Se hace amigo de Diana, una mesera británica. O’Neil, de una manera irremediablemente romántica, le pide que se casen. Diana intriga a Scripps con los relatos de su infancia en la Inglaterra de William Wordsworth. Sin embargo, este encuentro es endeble y O’Neil se desencanta de Diana, cuyo acento británico se convierte en algo indeseable. La aburrida rutina de la vida matrimonial asfixia. Diana percibe el desinterés del esposo y trata de cautivarle nuevamente con un proyecto snob: amplía sus lecturas gracias a las recomendaciones de The New York Times y de Book Review. Profundiza en obras conocidas y desconocidas. Pero Scripps la deja por otra camarera: Mandy. Ella posee una gran cantidad de conocimientos literarios y mejor carácter.
Las experiencias de O’Neil son paralelas a las de Yogi Johnson, pero siempre mejores que las de Johnson, quien espera curarse de una herida emocional y física porque un prostituta parisina lo dejó por un oficial británico. A diferencia de su amigo O’Neil, Yogi recurre a una especie de ascetismo y cree que no quiere ni desea mujer alguna. Repentinamente, en la noche menos fría del invierno, se encuentra con una nativa americana que va completamente desnuda por la calle. Es la esposa de un tipo frígido. Al ver el cuerpo escultural de esa mujer de piel roja que camina en la nieve, Yogi se cura e irremediablemente la sigue.
Hemingway logra, de entre todas las bromas y burlas en el texto, un final estupendo: los torrentes de hielo deshaciéndose al llegar la primavera son el porvenir. Y el agua toma el cauce; se consuma así la burla de la novela romántica.
A pesar de que hay un gran caldo de cultivo para creer que este libro es una burla mordaz al trabajo y la vida de Anderson, yo veo esencialmente un acto más de canibalismo, un comilona que satisfizo al viejo Hem. Algo habitual en el Continente Literario. Algo, no sobra decirlo, que con el paso del tiempo simplemente parece una lección moral, como la de Hansel y Gretel: hay sitios donde uno nunca debe entrar.
*Para la realización de este artículo usé la edición de Dark laughter (Estados Unidos, Barnes & Noble, 2021, 214 páginas) y de The torrents of spring (Estados Unidos, Arrow Books, 2006, 104 páginas).