Marcial Rodríguez Saldaña
Enero 12, 2017
La respuesta de Enrique Peña Nieto a la ola de protestas en todo el país en contra del alza de los precios de las gasolinas y el diesel, ha sido tomar malas recetas del pasado, como lo fueron los pactos en los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, para paliar las crisis económicas en esas épocas; pero ahora, el Pacto para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar resulta tardío e inviable, como una reacción improvisada, sin la participación de sectores fundamentales de la economía como la Coparmex y sobre todo de los ciudadanos que han sido afectados por esta decisión.
1.- El pacto anunciado por Peña Nieto no es una propuesta producto de la planeación, como normalmente debe hacerse con las políticas públicas, que haya surgido de la iniciativa del gobierno como una medida estratégica en el contexto de esta crisis social, económica y política que vive el país; no proviene de la voluntad gubernamental, más bien es una respuesta improvisada, es una ocurrencia ante el cúmulo de protestas de la población, es por ello que al carecer de esta condición indispensable, su anuncio fue un fracaso debido a que sectores que tradicionalmente habían respaldado estos pactos como los gobernadores de los estados a quienes ni siquiera se les enteró de este proyecto, así como los propios empresarios agrupados en la Coparmex se negaron a firmarlo, aduciendo que es un acto repentino en el cual originalmente se pretendía culparlos de los errores gubernamentales.
2.- El Pacto peñanietista es una medida desesperada, superficial, carente de contenido y credibilidad, debido a que el aumento de las gasolinas y el diesel fue propuesto por el presidente de la República a través de la Secretaría de Hacienda al Congreso de la Unión –senadores y diputados federales– quienes en su mayoría lo aprobaron en octubre del año pasado –salvo los legisladores de Morena– en la Ley de Ingresos de la Federación para este año 2017; en consecuencia, el gobierno federal ya sabía de los incrementos a los hidrocarburos que impactarían en todo el sector económico, sobre todo de clases medias y los más pobres de la población, sin embargo, el gobierno no planteó una política de austeridad y por el contrario, los bonos y aguinaldos de cientos de miles de pesos de los diputados federales y de los altos funcionarios gubernamentales fueron la nota de Navidad y Año Nuevo.
3.- El Pacto de Peña Nieto es una simulación y una acción mediática que contiene buenas intenciones a medias, esto es así toda vez que anunciar que una parte de los empresarios no va a subir los precios, que va haber un control del gobierno sobre el costo de los productos de la canasta básica, que va a aplicar una política de austeridad gubernamental, es una falacia y hasta una ingenuidad, ya que ello está muy distante de la realidad la cual se impone irremediablemente y que consiste en un aumento inmediato de todos los productos del sustento diario de la mayoría de las familias mexicanas, incremento de todos los servicios y una espiral incontrolable de la economía mexicana que genera inestabilidad financiera –el dólar ya rebasó los 22 pesos– y una total incertidumbre con altos riesgos de ingobernabilidad.
4.- Peña Nieto ha dicho que el gobierno anterior –el de la familia Calderón-Zavala– es el responsable de lo que hoy ocurre, debido a que debieron liberalizar los precios de los combustibles, sin embargo, su secretario de Hacienda José Antonio Meade fue el mismo funcionario de Calderón; lo cierto es que tanto Peña Nieto como Felipe Calderón comparten el mismo proyecto neoliberal de las privatizaciones, de la reforma energética, de la entrega del petróleo, del incremento a los impuestos como consecuencia del mal denominado Pacto por México signado por el PRI, PAN y PRD quienes son corresponsables de este atropello a la economía popular. El gobierno pide comprensión ante estas medidas antipopulares mientras los altos funcionarios siguen con sueldos elevados, con muchas prestaciones, con vales de gasolina que paga el pueblo con sus impuestos. El descontento popular continuará mientras se sigan aplicando estas medidas que afectan a la mayoría de los mexicanos, por ello, lo fundamental es cambiar de fondo el modelo económico y el actual régimen político.
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