EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El plan municipal de desarrollo para Zihuatanejo Cómo mira el gobierno a su municipio

Silvestre Pacheco León

Septiembre 02, 2006

(Primera de tres partes)

El 23 de agosto pasado el gobierno municipal de Zihuatanejo dio a conocer el Plan Municipal de Desarrollo, instrumento que, como se sabe, debe guiar el quehacer gubernamental en su deseo de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
El solo anuncio del evento concitó el interés de los ciudadanos por conocer la visión que el segundo gobierno municipal perredista tiene acerca de la realidad local y, desde luego, las ideas que aplicará para resolver los problemas que cada día se hacen más complejos.
El Plan contiene información actualizada, trabajada en profundidad, y da idea clara de la realidad municipal, aunque es en su interpretación donde surgen opiniones divergentes cuya exposición quizá pueda ayudar a la eficacia en la gestión de un gobierno municipal de izquierda.
Zihuatanejo, como bien se sabe, es un municipio joven, con apenas 53 años de existencia. Sin embargo, es un fenómeno poblacional digno de análisis por la importancia que tiene en el contexto nacional debido al vertiginoso ritmo de su crecimiento que fue casi de dos dígitos durante la década de los ochenta para mantenerse después en un 4.22 por ciento de crecimiento anual, dos veces más que Acapulco.
No está demás decir que pese a su ritmo de crecimiento poblacional, el presupuesto municipal ni siquiera se puede calificar de decoroso para enfrentar los rezagos que se han acumulado.
A pesar de que Zihuatanejo se cuenta entre los cinco principales municipios del estado en importancia económica, el desigual desarrollo sectorial, subordinado todo al turismo, ha generado una desigualdad social alarmante en el mismo corazón de la ciudad cabecera donde casi la mitad de la población no tiene acceso a los servicios públicos municipales como drenaje, pavimentación, alumbrado público y recolección de basura y carece de empleo, educación, salud y seguridad pública, lo que, además, convierte a la población de la cabecera en la principalmente afectada por la contaminación creciente que llega a la bahía, principal recurso natural y turístico que da vida a este vértice del Triángulo del Sol.
Si bien es cierto que en la cabecera se concentra la riqueza, también es adecuado decir que allí es donde se observa el mayor grado de pobreza.
No es cierto que la reactivación económica sólo dependa del turismo, pues esa visión que ha sido la tradicional, no ha resuelto el problema de la desigualdad y del subdesarrollo. Seguir apostando a las inversiones turísticas mediante amplios incentivos fiscales y apapachos institucionales a los dueños del capital, ha propiciado un trato desigual del gobierno a los ciudadanos del municipio, favoreciendo excesivamente a los inversionistas con resultados desastrosos, pues aparte de que no han logrado hacer competitivo al destino turístico en el contexto nacional, contaminan y afectan el ecosistema costero, pagan salarios de hambre a sus trabajadores y se llevan la mayor parte de sus ingresos a la sede de sus matrices, muchas de ellas fuera del país.
El modelo de crecimiento adoptado por el municipio ha sido altamente depredador. La contaminación se extiende a todo el territorio municipal. En el campo sus habitantes han enfrentado sin éxito los cambios que genera el turismo. En el intento de aprovechar la demanda de ese sector, explotan sin control ni medida los recursos pétreos, la madera, el suelo, los animales y las plantas; los campesinos han adoptado paquetes tecnológicos nada generosos con la preservación del medio ambiente pero que se justifican con la idea de la falsa rentabilidad económica.
El uso de químicos para matar la “mala” hierba e incentivar la producción de maíz, ciertamente ahorra mano de obra, pero requiere del dinero que no abunda en el medio rural. La ganadería extensiva ha sido un invento nefasto de tecnócratas que no reparan en el daño irreversible a la biodiversidad. La baja productividad del ganado en el municipio no ha sido obstáculo para que esta actividad acapare la mayor parte de los recursos que se canalizan al campo con las consecuencias tan graves como el hecho de que en el último cuarto de siglo, los pastizales inducidos hayan aumentado de 61 hectáreas en 1979, a 51 mil 691 a costa de la selva y su biodiversidad que durante ese tiempo se vio disminuida en 26 mil hectáreas.
La ganadería en el municipio no es rentable y los principales beneficios que genera la inversión pública en este sector se exportan a otras regiones y estados, por la vía de los introductores de ganado. Nuestro municipio es netamente productor de becerros que se engordan en otra parte. La carne producida localmente es de pésima calidad y de alto precio. Los cortes finos se importan de otros estados. En resumen, por la vía de la ganadería subsidiamos a empresarios privados y con dinero público estamos acabando con la riqueza biológica de los ejidos y el suelo fértil por la erosión, poniendo en grave riesgo el abasto de agua por la destrucción de la capa vegetal que capta la lluvia.
La realidad en el campo ha sufrido cambios drásticos. En los últimos 30 años las actividades agropecuarias dejaron ya de ser de autoconsumo, pero no porque ahora se dirijan con ventaja a la comercialización sino porque los habitantes del campo son dependientes de la oferta de bienes básicos que vía importación llegan a Zihuatanejo. La producción de alimentos en el campo es prácticamente nula. Los campesinos subsisten por las remesas de familiares que arriesgan su vida en Estados Unidos y, algunos, de la siembra y cosecha de enervantes porque las políticas públicas carecen de eficacia.
De acuerdo con la información plasmada en el Plan, ahora somos más de 110 mil habitantes en el territorio municipal. El tamaño y distribución de sus localidades muestra que el crecimiento más notable se extiende a lo largo del litoral, en una franja costera de 50 kilómetros. Lo nuevo es que la cabecera, que hasta hace pocos años concentraba la mayor parte de la población del municipio, ahora casi es igual a sus poblados aledaños de El Coacoyul, El Aeropuerto, Los Almendros, Los Achotes, Barrio Viejo, La Salitrera y Pantla, de tal manera que se observa una fuerte tendencia entre las nuevas familias a buscar la construcción de su principal patrimonio fuera de la cuenca de la bahía, dejando de lado el espejismo de las invasiones como solución definitiva a la demanda de suelo urbano.
El fuerte crecimiento urbano en las zonas ejidales ubica al municipio en una situación especial porque la superficie originalmente destinada a las actividades agropecuarias, está cambiando drásticamente por los asentamientos humanos sin planeación, fortaleciéndose el nudo que dificulta la inversión en infraestructura urbana y de servicios.
Lo anterior exige el diseño de políticas encaminadas al fortalecimiento de la vida ejidal para que sean los núcleos agrarios los que se involucren y beneficien en el fraccionamiento del suelo para ofertarlo a quienes demandan suelo urbano para vivienda y para desarrollar proyectos de ecoturismo y de turismo sustentable. De esta manera se podrá dar origen a un nuevo modelo de desarrollo que involucre a los pobladores locales como actores principales y beneficiarios directos de las bondades del turismo.
Si pudiéramos resumir en pocas palabras esa fórmula alternativa de desarrollo, diríamos que un turismo sustentable es posible y se complementaría con un sector entrenado para la producción local de los bienes básicos que éste demanda, aprovechando la ventaja que representa la cercanía con el mercado.
Se entiende y así se expuso en el evento público al que aludo, que existe el ánimo y el interés del gobierno municipal para escuchar y recibir críticas y propuestas para ajustar su visión, pues la planeación estratégica comprende los ajustes pertinentes en la aplicación del Plan.