EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El presidente que no viaja en avión

Tlachinollan

Enero 14, 2019

 

“No tengo avión, ni quiero subirme en aviones privados, ni helicópteros. Me tengo que ir por la carretera… Algunos me dicen ¿por qué mejor no en helicóptero, si hay tantos?… y de esa manera no se cansa, pero no sólo no se cansa, sino que así ahorra tiempo, porque un presidente tiene que aprovechar bien su tiempo. No, eso es relativo, porque voy a seguir visitando a los pueblos en carretera, a ras de tierra, porque me vengo dando cuenta cómo están los pueblos, cómo están los caminos. Si llego en helicóptero, nunca me entero de nada”.
La primera visita del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador al estado de Guerrero, la realizó en Tlapa, justo en el corazón de la Montaña a solo 42 días de su toma de protesta. En su discurso expresamente dijo que el nuevo programa nacional para personas con discapacidad se debe a “la lucha de muchos que se nos adelantaron… aquí aprovecho para recordar con quien vine otra vez aquí a la Montaña en una ocasión, al maestro Othón Salazar. Es un homenaje a Othón Salazar”. Llegó a Tlapa por tierra saludando a todas las personas que encontraba a su paso y recibiendo infinidad de documentos que ansiosamente entregaban, tanto autoridades comunitarias como ciudadanos y ciudadanas pobres de la Montaña.
Por primera vez se hicieron visibles las personas con discapacidad en uno de los lugares emblemáticos de la pobreza extrema y de las luchas históricas contra el poder caciquil. Niñas y niños que llegaban en sillas de ruedas fueron colocados en primera fila como invitados especiales. Fue muy significativa la distribución de los lugares para este evento. Algunas autoridades se mostraban molestas y otras más sus reacciones eran de desconcierto, cuando les indicaban que sus lugares se encontraban en la segunda valla, atrás de las personas con discapacidad. No concebían que por el cargo que ostentan se les relegara a un segundo plano. En el estrado sólo estuvieron la niña Jaqueline Flores de la Cruz de 10 años, con su tutor Concepción de la Cruz Sierra y el niño Cristopher Gálvez Rojas de 3 años y su madre Maribel Rojas Pineda, en representación de las personas con discapacidad, quienes estuvieron acompañados por el presidente de la República, el gobernador Héctor Astudillo, la secretaria del Bienestar María Luisa Albores, la subsecretaria del Bienestar Ariadna Montiel, el director del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas Adelfo Regino y el presidente municipal de Tlapa Dionicio Merced Pichardo. El eje central de este evento fueron niñas y niños, jóvenes y adultos pertenecientes en su mayoría a los pueblos me’pháá, na’savi, nahuas y ñomndaa, que nunca recibieron un trato preferencial y digno de las autoridades, más bien siempre han padecido la exclusión social y la discriminación racial, tanto por su pertenencia étnica como por desarrollar capacidades diferentes.
El presidente llegó a Tlapa como lo hicieron todos los ciudadanos y ciudadanas que acudieron a las instalaciones del deportivo. Esperaron pacientemente su llegada y escucharon con emoción su mensaje. Sobre todo por su lenguaje sencillo y directo que le transmitió ánimo a un público mayoritariamente pobre, proveniente de comunidades y municipios indígenas. El ambiente fue de algarabía, mezclado de porras, gritos y rechiflas, como parte de la manifestación espontánea que se dejó sentir entre la multiplicidad de actores sociales y políticos que se mostraron muy receptivos y críticos. La participación del gobernador Héctor Astudillo generó protestas que interrumpieron su discurso, al grado que el presidente López Obrador tuvo que llamar al buen comportamiento y pidió ser respetuosos de las autoridades. Optó por preguntar si querían que hablara el gobernador. Pidió que levantaran la mano, los que no querían que hablara, expresándose una gran parte del público por esta opción. También preguntó que levantaran la mano quienes sí querían que hablara el gobernador. Las manos alzadas no fueron tan visibles en un público que manifestaba abiertamente su sentir. El presidente, ante el contraste del número de manos levantadas, declaró que había sido un empate, y mejor apeló a su investidura para decir que iba a terminar de ofrecer la bienvenida el gobernador de Guerrero. Cerró con su frase favorita “me canso ganso”
Este incidente provocó el malestar del gobernador, quien al final del evento esperó al presidente de la República para expresarle su enojo por el ambiente que se generó entre el público, poniendo en claro que de esa forma no participaría en otros eventos. Se lo reiteró diciéndole: “Se lo digo en serio presidente. Soy un guerrerense muy digno”. Por su parte el presidente Andrés Manuel, en un tono más suave trató de explicar la situación, al comentar: “No entienden…”. A pesar de esta justificación el gobernador mantuvo su gesto adusto. El presidente le ofreció una disculpa, y al final se despidió dándole un abrazo. Al darse la media vuelta el gobernador, ignoró al delegado del gobierno federal en Guerrero, Amilcar Sandoval, quien no tuvo otra alternativa que mantenerse a cierta distancia del presidente y evadir la mirada dura del gobernador. Mientras el presidente avanzaba lentamente rumbo a la salida del deportivo, para atender a toda la gente que quería saludarlo y sacarse una selfie, el gobernador salió acompañado por sus guardias de seguridad, el diputado Héctor Apreza y su secretario de Finanzas Tulio Pérez Calvo. Minutos después se escucho el ruido de su helicóptero.
Más tarde se dieron una serie de mensajes en redes sociales. El gobernador manifestó en tono de reclamo al presidente de la República: “Reitero Andrés Manuel López Obrador lo que le dije al despedirme de su evento en Tlapa, es necesario evitar que los seguidores de Morena hagan de sus eventos torneos de insultos y descalificaciones. Usted es el presidente de la República, de todos los mexicanos. El respeto debe de ser mutuo. Reciprocidad señor presidente”. Posteriormente el mismo gobernador manifestó su enojo contra Amilcar en su cuenta de twitter: “Eres el promotor del odio y del rencor, trajiste confrontación a Guerrero, que lamentable. Nos equivocamos contigo”. Por su parte, el coordinador del gobierno federal en Guerrero no demoró en su contestación: “Gobernador @HectorAstudillo, como representante del GobFed en #Guerrero le llamo a la concordia… Niego sus acusaciones y lamento los hechos de hoy hacia su investidura. No seré yo el factor de confrontación, Guerrero no lo merece”.
Para la población de la Montaña este primer encuentro condensa la difícil relación que se está dando entre las autoridades federales y estatales, por la recomposición de las fuerzas políticas que está implicando la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República. La nueva institucionalidad que se está construyendo causa resquemor entre las élites políticas que se han mantenido por décadas dentro de la administración pública. La remoción de altos funcionarios no está siendo tersa, sino más bien es muy tensa y esto se manifiesta en todos los tres poderes de la unión. Con el Poder Judicial por el tema de los altos sueldos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia y con el Poder Legislativo con las reformas relacionadas con el combate a la corrupción y la nueva propuesta del presupuesto federal, que ha sido el punto de confrontación que esta trastocando la estructura clientelar que se ha anquilosado por décadas entre organizaciones campesinas que han sido beneficiarias de grandes recursos millonarios.
Para la población pobre de Guerrero, la lucha la siguen dando los pueblos indígenas y campesinos, que sobreviven en la Montaña con 300 kilos de maíz que logran cosechar en cada temporada. En contrapartida los partidos políticos han tenido a la Montaña como su principal bastión en los tiempos electorales, porque saben que pueden revertir a su favor el voto de la gente sencilla que aún confía en la palabra hueca de los políticos.
Son las madres y padres de familias de los 43 estudiantes de Ayotzinapa los que se han entregado con gran heroísmo para buscar a sus hijos. En esta lucha su exigencia por la verdad y la justicia cimbró al país y no sólo desenmascaró la “verdad histórica” que defendió el presidente Enrique Peña Nieto, sino que agrietó este sistema político secuestrado por los intereses macroeconómicos de las cúpulas políticas y empresariales, coludidas muchas de ellas con el crimen organizado. Es la clase trabajadora, que en su mayoría deambula por las calles buscando un empleo la que con su voto está exigiendo que se garanticen los derechos económicos y sociales de las familias que no pueden mandar a sus hijos a la escuela o que no cuentan con dinero para curar a sus enfermos. Los maestros y maestras de la Montaña fueron los que iniciaron esta revuelta contra la reforma educativa impuesta por los partidos que pactaron con Peña Nieto para violentar los derechos laborales del magisterio. Ellos y ellas han seguido el ejemplo señero del maestro Othón Salazar, un luchador que entregó su vida para democratizar el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación y que fue perseguido por los caciques de Guerrero. Pago con cárcel su osadía por enfrentar con gran valentía a los mismos presidentes de la República que trataron en un primer momento de cooptarlo. Fue fiel a sus ideales y murió luchando en la pobreza.
Este Guerrero de abajo, de hombres y mujeres que están marcados por el sufrimiento impuesto por gobiernos que han traicionado los ideales de la revolución, son los que ahora están luchando a brazo partido para ser protagonistas del cambio. Son ellos y ellas y no los políticos de arriba los que marcaran el derrotero de nuestro país, los que seguirán trabajando como siempre lo han hecho para que florezca la justicia en la Montaña. Por eso ahora es muy importante que el presidente de la República y todas las autoridades se bajen de los aviones y caminen a ras de la tierra como lo hace el pueblo y para que sean sus dignos representantes.