EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

El proceso electoral desde una perpectiva ciudadana

Tlachinollan

Enero 22, 2005

 

 

La participación ciudadana es la única vía que le da legitimidad a los gobiernos en turno y la que permite la gobernabilidad de las sociedades, sin embargo vemos que el movimiento ciudadano no se encuentra ubicado dentro del sistema político formal, sino en espacios más libres y abiertos, como la ecología, la equidad de género, los derechos humanos, la cultura, etc.

Por su parte, los partidos políticos se han encapsulado en grupos y corrientes con el fin de posicionarse dentro de los espacios de poder, que se redistribuyen y reciclan en cada proceso electoral. Está lógica de la endogamia política desarrollada por los partidos, ha dado al traste con la consolidación de nuestra democracia logrando imponer una visión pragmática de lo político, donde los beneficios económicos y la posibilidad de mantenerse en el poder cuentan más que los objetivos a largo plazo, echando por la borda las ideologías y los principios éticos.

El sistema de partidos que permite el aumento de institutos políticos en competencia, en lugar de promover el incremento en la votación como consecuencia de la mayor representatividad de intereses del electorado en la contienda,                                 registra más bien un debilitamiento de los nuevos partidos políticos por su pragmatismo craso, que vienen a desincentivar la participación ciudadana.

Como consecuencia de este desencanto de los partidos y de los políticos, la ciudadanía                                 ha penetrado el sistema político por la política simbólica y por las acciones directas, a través de                                 las movilizaciones, las tomas de edificios públicos, los bloqueos carreteros, la implementación de sistemas normativos propios, la retención de funcionarios, camiones y maquinaria. Es la emergencia de la ciudadanía que se organiza y resiste en torno a demandas básicas como vivienda, fertilizante, carreteras, justicia agraria, créditos, becas, plazas, clínicas, escuelas, empleos, etc. Construye redes sociales                                 que configuran una nueva identidad y constituyen una fuerza social y política diversa e independiente, capaz de encarar a las autoridades y desafiar las leyes. Son organizaciones municipales y regionales que se aglutinan para defender intereses comunes y compartir en cierta medida,                                 un proyecto de lucha política, al margen de los partidos.

La acción política de los ciudadanos de a pie, es la que ha ido desenmascarando las componendas de los partidos políticos, que a cambio de prebendas se alinean a los intereses de los caciques y del gran capital.

Este desencuentro ha provocado que los partidos políticos actúen desde su propia lógica y desde su óptica partidaria, sin tomar en cuenta la opinión y visión de la ciudadanía organizada. Se prefiere la sana distancia que les garantize una interacción mínima dentro del esquema de la política formal.

Los partidos construyen un prototipo de ciudadano que no necesariamente corresponde al ser que tiene una historia concreta, que se ubica en un contexto socioeconómico y que cuenta con una conciencia real sobre lo político y el proceso electoral.

Para los partidos políticos y sus candidatos es imprescindible conocer las problemáticas regionales, a los ciudadanos y ciudadanas que han forjado una identidad propia a partir de sus luchas cotidianas por la sobrevivencia..

No se puede partir de un tipo de ciudadano ubicado en la clase media, porque a través de esta abstracción se construye al sujeto ideal con el que se interactúa en los medios de comunicación y en las plazas.

En la práctica                                 discursiva                                 sigue prevaleciendo como telón de fondo el ciudadano de clase media–baja, que tiene una educación media superior, que comparte los hábitos y códigos de la cultura urbana, que tiene un ingreso económico seguro, que cuenta con cierto nivel informativo a través de los periódicos y la televisión y que tiene un conocimiento básico sobre los partidos políticos y sus candidatos.

Para los que vivimos en La Montaña, este ciudadano o ciudadana ideal se desploma ante una realidad avasallante que ha remarcado las desigualdades sociales y ha dejado una huella indeleble por la discriminación y el olvido.

La mayoría de los ciudadanos de La Montaña poseen una cultura oral y cuentan con una lengua propia, por lo tanto la cultura escrita y los mensajes en español no impactan positivamente en su cosmovisión. Su comprensión de lo político queda mediatizada por muchos factores y actores.

No se debe ignorar que un alto número de padres de familia y de jóvenes desde el mes de noviembre emprendieron su viaje a los campos agrícolas de Sinaloa, Chihuahua, Jalisco, Baja California Norte, y decenas de jóvenes siguen cruzando la frontera hacia Estados Unidos para lograr lo inalcanzable en nuestro estado, ganar siete dólares la hora. Estamos ante una taza migratoria muy alta que afecta la vida de las comunidades y el mismo proceso electoral.

Varias escuelas resienten la ausencia de los niños y las niñas. Por ejemplo, Santa María Tonaya cuenta con 13 niños de los 35 registrados en la escuela multigrado, en Lindavista quedaron 3 de los 60 niños inscritos en preescolar y primaria. Situaciones parecidas se viven en San Pedro Acatlán, Agua dulce y San Isidro, comunidades tlapanecas del municipio de Tlapa. Situación que se remarca más en los municipios de Metlatónoc, Xalpatláhuac y Acatepec.

Esta realidad repercute enormemente en el proceso electoral, sobre todo en la conformación de las mesas de casilla. Es muy común que varios funcionarios de casilla que han sido capacitados no se presenten el 6 de febrero, porque estarán trabajando en Sinaloa, Nueva York o Virginia.

Otro elemento propio de los ciudadanos que viven en las comunidades de La Montaña es la forma de elegir a las autoridades locales, que se realiza                                 de manera pública, directa y siempre en asamblea. El voto personal y secreto no forma parte de su práctica electoral, por eso existen serias dificultades en un gran número de electores para emitir su voto por el analfabetismo funcional que siguen arrastrando desde décadas.

En este contexto resulta muy difícil realizar una capacitación                                 apropiada a los funcionarios de casilla, porque existe la barrera del lenguaje, de la cultura escrita, el problema de la migración y el desinterés por lo electoral.

El gran desafío de los partidos políticos y de sus candidatos es, ante todo, comprender el gran espectro político guerrerense y su diversidad de actores, de ganar la confianza de la ciudadanía que se siente defraudada y no representada, de respetar la voluntad ciudadana, de mostrar civilidad política, de garantizar unos comicios limpios y pacíficos y sobre todo, de vencer el fantasma del abstencionismo.