EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El realismo entendido como literatura de la derecha

Federico Vite

Noviembre 17, 2020

 

(Primera de dos partes)

El juicio en contra de Gustav Flaubert por la publicación de Madame Bovary, en enero de 1857, se fundamenta en “ofensas a la moral pública y la religión”. Ernest Pinard, el poderoso fiscal que logró condenar meses después, en agosto, a Baudelaire por la publicación de Las flores del mal, afirmó que Madame Bovary representaba un exceso en la escritura. Sí, leyó usted bien, un exceso. De acuerdo con el ensayo Fantasma de la vanguardia (Mardulce, Argentina, 2018, 120 páginas), de Damián Tabarovsky, el fiscal Pinar expone en ese juicio lo siguiente: “El género que Flaubert cultiva, el que practica sin los miramientos pero con todos los recursos del arte, es el género realista, la pintura descriptiva […] me preguntaré, con permiso de ustedes, acerca del color, de la pincelada […] porque las pinta sin efecto y sin medida”.
Destaco la desmesura literaria, según Pinard, “sin efecto y sin medida”. (Cuestión aparte, el fiscal debió decir: Sin efecto ni medida). Para contraargumentar, Sénard, el defensor de Flaubert, señaló: “ Lo que ante todo ha querido hacer monsieur Flaubert, ha sido tomar de la vida real un tema de estudio; crear, constituir tipos verdaderos de clase media, y llegar a un resultado útil. Sí, lo que más ha preocupado a mi cliente en el estudio al que se ha entregado, ha sido precisamente ese objetivo útil, que ha perseguido poniendo en escena a tres o a cuatro personajes de la sociedad actual, viviendo en las condiciones de la vida real y ofreciendo a los ojos del lector  el verdadero cuadro de lo que uno encuentra más frecuentemente en el mundo”.
Me detengo para enfatizar lo dicho por Sénard: “Lo que ante todo ha querido hacer monsieur Flaubert, ha sido tomar de la vida real un tema de estudio; crear, constituir tipos verdaderos de clase media, y llegar a un resultado útil”. Con esas palabras en mente regreso a Tabarovsky, porque asevera que desde entonces (1857), la narración de lo social pertenece a las ciencias sociales y se disputa con los medios masivos de comunicación ese sentido de lo social. Puesto de esta manera, la literatura “sin medida” abrazó con aplomo lo social.
Flaubert fue absuelto. Monsieur Sénard ganó la partida al fiscal Pinard. Tabarovsky señala que desde entonces, el destino de la literatura ya no es fundirse en lo social. Cito la arenga del argentino: “Su interés –el interés de las mejores escrituras desde entonces– reside en pensar la lengua. O más aún: ha sido demoler la sintaxis dominante. A ese tipo de narración llamo hoy literatura de izquierda”.
Queda sobre la mesa una nueva forma de definir a toda esa literatura que no repiensa la lengua; a toda esa industria que aboga por lo social y se somete  a las leyes del mercado editorial. Por tanto, todo aquello que apueste por fusionar nuevamente la literatura a lo social (incluya usted todos esos temas que hoy atosigan a los ciudadanos de este país) será considerada como literatura de derecha. Con estos términos, piense usted en todos esos libros que hablan, presuntamente, por los que no tienen voz. Analícelo un momento y descubrirá que los grandes beneficios son justamente para quienes utilizan esas experiencias de los sin voz. Ergo: los sin voz son revictimizados en aras de una denuncia literaria. Bajo las afirmaciones de Tabarovsky, que me parecen sumamente certeras, se entiende de otra manera el continente literario.
Recordemos que la industria editorial mexicana agrupa a todas esas empresas que para bien o para mal navegan con la bandera de independientes, o como proyectos contraculturales. Incluso esas editoriales son parte de una industria que engrosa las filas de la literatura de derecha. Si la literatura que usted frecuenta no se dedica a repensar la lengua, repito, está frente a una obra que pertenece a la derecha.
Con la argumentación de Pinard y la réplica de Sénard se consuma el divorcio de la literatura y lo social. ¿Cuál es la herencia de eso? ¿La invención de una literatura de izquierda? Me parece que esa puede ser una de las aristas más interesantes de la separación referida. Pero antes de ingresar a ese punto, entendamos que la literatura no puede únicamente dar cuenta de los males sociales, de construir arquetipos y sociedades a escala, no puede, insisto, porque caería en un pantano. De hecho, en México la literatura ya está en el pantano monotemático de lo social. Piense, por ejemplo, ¿cuál es el tema de esos libros que obtienen premios jugosos? Agrandemos la reflexión, ¿cuáles son los temas de análisis de las becas importantes de este país? ¿De qué van los libros mexicanos de mayor impacto dentro y fuera del territorio nacional? Exacto. ¿Por qué? La respuesta obvia sería que el capitalismo dicta y manda la escritura de esos libros; incluso, también define la sintaxis de esos proyectos, pero no quiero simplificar algo tan importante con un par de frases banales y a todas luces provocadoras. De eso hablamos con calma el siguiente martes.