EL-SUR

Lunes 13 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

El régimen tiene la palabra

Eduardo Pérez Haro

Agosto 09, 2016

Para Alejandro Pérez Pascual.

En un contexto adverso como el que se enfrenta actualmente, lo recomendable es llevar a cabo un proceso de fortalecimiento interno. ¿Pero qué es lo que habría de fortalecerse, y cómo? Estamos hablando de economía, aunque la realidad dista de reducirse a ello, no obstante, aceptemos que ahí radica un asunto de gran importancia por cuanto van de por medio las ganancias y el salario, y de alguna manera el empleo, esto es, el ingreso de las personas todas.
La economía mundial sufre una atonía que se expresa en menores niveles de crecimiento económico que los que se alcanzaban en el pasado anterior a la crisis del 2008 (detonada en Estados Unidos y después extendida a todo el mundo). Ésta, la actual atonía que referimos, es una expresión de la misma crisis abierta hace ya ocho años, misma que se pone de manifiesto ahora que se ha venido haciendo costumbre al colocar un pronóstico de crecimiento económico al inicio de año y modificar a la baja dos, tres o cuatro veces en el curso del mismo año, no sólo como un recurso para generar optimismo sino porque, de verdad, las cosas no salen, ni en México ni en el mundo.
Las ganancias, los salarios y el empleo no levantan en el nivel deseado, más aún, muchas ganancias se abaten o se pierden, los salarios se disminuyen o se hunden, y el empleo generado es poco y cada vez con menor paga y sin prestaciones de seguridad social y de retiro. Las autoridades sólo declaran que se generan más pero no dicen nada de esta degradación, sin embargo, desde el lugar de cada quien todos sabemos que es verdad, aunque haya quien lo niegue, pues no pasa por estas circunstancias, pero son los menos.
Sucede en la mayor parte del mundo y ahora no se sabe bien a bien qué hacer. Si se opta por continuar en la senda del libre comercio habrá que seguir imprimiendo dinero en ayuda del sistema financiero con lo que se crea una presión que puede estallar con el consecuente colapso y el encuentro de una crisis de proporciones muy superiores a la que ahora nos tiene atrapados sin poder salir. Si por el contrario se opta por retraerse en un desarrollo interno también se tendrá que recurrir a la ayuda financiera.
Esta es la situación en la que se encuentra Inglaterra y la Unión Europea después del Brexit, pero también Estados Unidos, y de los riesgos del colapso financiero tienen conocimiento los Estados-gobierno de esos países y los hombres del propio sistema financiero, pero si no se embrollan en ese perverso enjuague tendrían que dejarse de quiméricas salidas ante la falsa disyuntiva entre el libre comercio y el desarrollo del mercado interior y dejar de endilgarle una deuda basada en el trabajo de los próximos cincuenta años a los trabajadores y empresarios asumiendo los costos de ajustar al propio sistema financiero quitándole su preeminencia económica por encima del sector productivo y su proclividad especulativa, algo difícil de imaginar en las condiciones actuales pero no en un escenario modificado.
Sin embargo, el ajuste de rol del sistema financiero y la condonación de deudas no parece ser la perspectiva en la que se ubican los mega ricos que encarnan al sistema financiero mundial. Lejos de ello, los tienta la idea de elevar las tasas de interés con lo que se disminuirían las presiones sobre la ayuda financiera y los riesgos de una vuelta a la crisis de escala superior, pero se obtendría a cambio de tirar por los suelos el crecimiento económico, es decir, golpear las economías, reducir los mercados, estrechar el mundo de los negocios, afectar las ganancias reales y potenciales de los empresarios productores de bienes y servicios, reducir el mundo del trabajo, disparar el desempleo y complicar aún más la vida de las personas, mas no renunciar a las ganancias comprometidas por el endeudamiento secular y la centralización que conlleva.
Los gobiernos de estos países y en general las principales economías del mundo no la tienen fácil y los ciudadanos de esas naciones menos, máxime si no se dan cuenta; empero, menos fácil la tienen países que por su menor desarrollo y fuerza relativa se tornan dependientes de esas naciones y sometidos al predominio del sistema financiero internacional que trae la sartén por el mango, y a pesar de ello, es desde la base nacional sin omisión de las relaciones con el exterior que debe plantearse el camino alterno y dar la batalla política.
A su manera y en la dirección que cada quien se plantea, eso es lo que hacen las naciones que están en la lucha por las hegemonías o por imaginar un rumbo distinto. Con la salvedad de que nuestro país no parece estar en ello, no parece tener vida propia. A nuestro gobierno le falta visión, le falta carácter, le falta la fuerza que da la representatividad.
Nuestro gobierno hace gala de un deterioro progresivo, se debilita y da muestras de no poder solventar ni siquiera sus pobres ideas y sus intenciones de control gubernamental, no ofrece resultados a nadie, ni dentro ni fuera del país. Se le mira con desconfianza por sus personales enredos corruptocráticos y sus desplantes de dictar lecciones y recomendaciones sobre el populismo o el libre comercio apoyado en frases simples y lugares comunes que están muy por debajo de la más elemental idea que corre sobre estos tópicos en los circuitos políticos internacionales. No convence, ni siquiera a sus huestes de suspirantes y acarreados que a sus espaldas lo critican y lo denuncian.
En el interior de México crece el malestar de amplios segmentos de la sociedad que se expresan diariamente en las calles de la capital y de varios estados de la república, pero también en las oficinas privadas y públicas, y en los hogares, por supuesto no son todos como no son todos los que eligen a los gobernantes, pero son los suficientes que en cualquier momento pueden hacer mella para provocar una crisis de gobernabilidad que no es un objetivo pero puede darse y no necesariamente se resuelve como una debilidad contraria a la fortaleza que se requiere, por lo que nadie que esté en las filas del malestar, el cuestionamiento o la protesta debe cohibirse. Digan lo que digan los panegiristas, abiertos o simulados. Esta es la historia de todo cambio en las sociedades de cualquier lugar y tiempo.
No obstante, el gobierno de Enrique Peña Nieto tiene las blancas y tira primero, puede optar por desestimar la inconformidad social creyendo que se trata sólo de mal humor de algunas minorías, en cuyo caso puede embelesarse en su pírrica concepción empresarial-antisocial y saciar sus apetitos u optar por reconocer el reclamo de resultados que ya no podrá cubrir a cabalidad, pero puede encauzar una transición cuenta para todos.
Los movimientos sociales no tienen por qué amedrentarse ante la amenaza de que se les aplicará la ley cuando la ley configurada de manera unilateral y ajena al mejor sentido de los cambios es lo que se discute. No es la necesidad de mejora en la educación lo que se cuestiona sino el artilugio con el que se vulnera el derecho constituido sobre el trabajo, y ahí están los trabajadores de la salud y el intento de hacer economías en las finanzas públicas con la salud de la gente de menores ingresos o las mujeres a quienes por primera vez aún no se les entregan los apoyos de Prospera antes Progresa Oportunidades o los campesinos que no reciben el Proagro antes Procampo, o los mismos burócratas que tienen inusuales pagos pendientes cuando no son despedidos, todo tipo de atentados e incumplimientos sociales mientras sólo fluyen apoyos de vocación electoral entre clientelas de gente humilde que cae vencida ante el chantaje. Puras cochinadas y tropelías que ilusoriamente se pretenden hacer pasar bajo el prurito de “Bamos Vien”.
En otras palabras, o se ensamblan los reclamos bajo un tratamiento serio de políticas públicas sin mesas de negociación simuladas, lo que implica perfilar acuerdos y compromisos con los colectivos y movimientos sociales, incluso con las sociedades de base de empresarios, trabajadores, profesionales y desocupados, o se desbordará la manifestación y la protesta.
Cambio institucional o despiole. Senderos de concordancia en proceso o tergiversación de cifras censales, fanfarrias de incrementos de recaudación fiscal seguidas de recortes presupuestales, estabilidad macroeconómica con devaluación progresiva, aumento del consumo con disminución de la inversión fija de capital, guerra contra el crimen con aumentos en las redes de complicidad de autoridades y gobernantes… así las cosas no hay perspectiva. El reclamo de resultados, cambios y derechos es mucho más sencillo y elocuente, lleva razón y delinea mejores caminos para la integración nacional que se precisa en los difíciles tiempos que corren. El régimen tiene la palabra.

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