EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El regreso de Marta

Jorge Zepeda Patterson

Marzo 07, 2005

 

Los dos más destacados hijos de Zamora Michoacán parecen tener vaivenes de fortuna similares, como si los dioses del pueblo les marcaran con la misma estrella.

Ramón Márquez, el defensa del Barcelona, y Marta Sahagún, tocaron el cielo hace algunos años casi al mismo tiempo, cuando el primero ingresó al Mónaco y fue campeón de Francia en su debut, y la segunda se convirtió en ama de casa, pero de Los Pinos. Sin embargo, luego de algunos años de estrellato, el brillo de ambos comenzó a menguar: Márquez llegó al Barcelona como refuerzo y dejó de ser titular; más aún, todo indicaba que el equipo catalán pronto lo desecharía. Por su parte, la esposa de Fox bajo presiones tuvo que abandonar sus pretensiones de llegar a la presidencia y salirse de los reflectores. Todo indicaba que los mejores momentos de la vida pública de ambos era cosa del pasado.

Pero en las últimas semanas el éxito y la fama han regresado a la vida de estos dos zamoranos. Márquez se ha convertido en el talismán del equipo con sus goles de cabeza y en estrella indiscutible de la defensa. Mientras que con un nuevo look, Marta ha regresado a la pasarela política con más ímpetu. Sus estrategas han preparado un proyecto para convertirla en la próxima Jefa de Gobierno del Distrito Federal (plan A) o al menos senadora de la república (plan B).

El regreso de Márquez es una buena noticia para el alicaído futbol nacional; en cambio la aparición de Marta Sahagún reloaded tiene ventajas y desventajas para los mexicanos y las mexicanas.

La ventaja es que la señora presidenta ha escogido una importante reivindicación como bandera de su campaña: la batalla de las mujeres por la equidad y la justicia. Difícilmente puede exagerarse la importancia de esta llaga abierta en la sociedad mexicana. Justamente hace una semana, en este espacio, argumenté sobre la necesidad de atender este urgente problema. La violencia en contra de las mujeres es un fenómeno que está creciendo en todo el país. Las estadísticas revelan un incremento alarmante de los feminicidios; la cifra de señoras asesinadas por sus cónyuges está aumentando y la de mujeres golpeadas ha adquirido proporciones endémicas. Todo indica que millones de hombres en todo el país no toleran los cambios en el estatus que poco a poco ha adquirido la mujer en la sociedad.

El caso es que la Primera Dama se ha propuesto hacer de los problemas relacionados con la equidad de género, su plataforma para conquistar el gobierno de la ciudad en el 2006. No es una mala idea. El Estado hasta ahora ha sido desbordado. Los pocos esfuerzos que se han hecho para proteger a las víctimas y para promover cambios en las leyes, parten de la sociedad civil. Las ONG’s que ocupan estos huecos que deja la autoridad trabajan con grandes carencias y en situación de indefensión. Urgen leyes, programas y recursos para impulsar desde el sector público, como ha sucedido en otros países, los temas relativos a la equidad de género.

Así pues, Marta Sahagún ha escogido la batalla correcta. La indudable influencia que posee en la conducción del país permitirá algunos golpes de efecto importantes para proyectar programas e impulsar instituciones que hoy laboran con precariedad. Para las redes que operan en el “primer piso”, tanto públicas como privadas, podría ser una diferencia significativa.

Seguramente esta conversión de Marta en una Evita feminista le arrojará altos dividendos políticos. Sin embargo no está tan claro que a largo plazo esta cruzada de Marta sea benéfica para las mujeres del país. Necesariamente el tema habrá de politizarse, toda vez que la Primera Dama lo utilizará para su carrera. Podemos descontar con el antagonismo de sus rivales y de los partidos políticos que no son el PAN. La causa de las mujeres tendrá enemigos que hasta ahora no tenía. Un efecto positivo es que la plataforma que impulse Marta Sahagún obligue a los otros partidos a incorporar proyectos y soluciones sobre asuntos de género. Pero el riesgo es que el tema se convierta en campo de batalla para descalificarse unos a otros, particularmente la plataforma de Sahagún quien lleva la delantera, llevándose entre las patas lo que hasta ahora han hecho las organizaciones civiles.

En lo sucesivo el trabajo auténtico de estas instituciones y redes de apoyo estará sujeto a la crítica partisana y a lecturas políticas de toda índole. Dependiendo del hecho de que reciban apoyos de una u otra corriente podrían ser descalificadas y destruidas sin tener “vela en ese entierro”.

En realidad, los temas de violencia contra mujeres y equidad de género tendrían que ser una reivindicación que cruzara a todo el espectro político. Hasta ahora es uno de los pocos problemas en los que las diputadas y senadoras trabajan codo con codo, independientemente del partido en que se encuentran. La solidaridad de género se ha impuesto a la militancia partidista. La nueva campaña de Marta Sahagún podría cambiar este hecho. En resumen: es un acierto el interés y la sensibilidad de la Primera Dama para avocarse a este tema urgente; pero supone un enorme riesgo por la distorsión y el daño que puede causar en la lucha auténtica en contra del rezago en materia de equidad y justicia de las mujeres.

 

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