EL-SUR

Sábado 20 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

El renacimiento de Acapulco

Ángel Aguirre Rivero

Febrero 22, 2019

LA POLÍTICA ES ASI

 

Acapulco, tenemos que reconocerlo, es un destino turístico que enfrenta una circunstancia difícil. Sin embargo, mantiene las virtudes que lo llevaron trascender de pueblo de pescadores a un destino turístico de fama internacional, cuna de la industria sin chimeneas en el país. Estoy convencido que su grandeza lo hará resurgir.
Ser considerado un destino de sol; playa; antros y diversio?n; destino de fin de semana para el centro de la República, no hace justicia a toda su riqueza histórica y al potencial que tiene. Por eso, de la mano de sus nuevas autoridades, de los gobiernos estatal, federal y la sociedad, “La Perla del Pacífico” está a tiempo de mitigar sus complejidades, reconocer sus fortalezas e incursionar en nuevos nichos de mercado.
En las últimas décadas nuestro destino turístico insignia en Guerrero sufrió un fenómeno contrastante: a la par de envejecer en sus zonas tradicional y dorada, amplió sus servicios e infraestructura hacia la zona diamante. También ha mejorado sus vías de comunicación; al llegar por la Autopista del Sol, podremos accesar por el Maxi Túnel, hasta llegar a la emblemática Costera Miguel Alemán, en donde se concentra la mayoría de plazas comerciales, restaurantes y antros para todos los gustos. La recién ampliada Avenida Escénica, o el nuevo macro túnel te llevan a la zona en crecimiento.
La conclusión de la Vía Rápida que conecta la costera Miguel Alemán con la Calzada Pie de la Cuesta; así como la ampliación de los carriles de esta vía, brinda una mejor afluencia vehicular y de manera más segura, luego de que el gobernador Astudillo la dignificara con una excelente iluminación.
La llegada del Acabús como medio de transporte detonó el mejoramiento en infraestructura de las avenidas principales.
El libramiento a Puebla por la Autopista y la ampliación de la carretera en la Montaña abren la posibilidad de explorar ese nicho.
Según el informe Doing Business 2016 publicado por el Banco Mundial (BM) que clasifica a las economías por su facilidad para hacer negocios, Acapulco, ocupa el lugar 30 de las ciudades analizadas en México.
Hay razones fundadas para confiar en el futuro de Acapulco, grandes empresas así lo consideran, como destaca Bárbara Anderson en su artículo ¿Otro chance para Acapulco?, donde refiere que el consorcio Apple Leisure Grup, (que se caracteriza por invertir en destinos selectos en la Riviera Maya, Huatulco y Los Cabos), acaba de tomar en sus manos la operación del Gran Hotel Acapulco (antes Hyatt).
La llegada de la Guardia Nacional, el traslado de la Secretaría de Salud Federal; la cartera de inversiones que recién entregó el gobierno federal al secretario de Desarrollo Urbano, así como el decidido apoyo que el gobernador Héctor Astudillo ha dado a la ciudad, son otras señales del renacimiento de nuestra querido Acapulco.
Yo creo que origen es destino. La narrativa del puerto es una historia de lucha, de esfuerzo, de triunfo. Desde sus orígenes prehipánicos, pasando por lo comerciantes españoles y La Nao de Filipinas; las guerras de Independencia y Revolución; la estancia de Benito Juárez, de quien Acapulco lleva su apellido.
Luego de su descubrimiento y consolidación como destino turístico, la llegada de las grandes estrellas hollywoodenses y del país, escribieron episodios en la ciudad, dignos de presumirse en un museo. También ha sido escenario de filmes nacionales. Por eso, la frase Acapulco es Acapulco habla por sí sola.
Para relanzar Acapulco hay que redoblar el paso y poner orden en la casa; rediseñar la marca ciudad asistidos por un experto, donde se incorporen fortalezas poco explotadas. Insisto, esto no sería posible sin el decidido apoyo de los tres órdenes de gobierno.
Es tiempo de hacer un alto en el camino, de revisar el trabajo que se ha realizado, de establecer una nueva hoja ruta que mire hacia el futuro. Estamos a tiempo.

Del anecdotario

Sergio Coldwell, mejor conocido como Juan Garabato vivió siempre en el mundo de la fantasía.
Lo conocí siendo un niño, nadie sabía exactamente de dónde llegó. Vendía y rentaba periódicos y revistas en el centro de mi pueblo.
Aprendí algunos de sus cantos que eran únicos: –Desde de aquí se oye el sonar del África. Y empezaba a imitar a diversos animales de la selva, era único.
Un día lo conocieron mis hijos: Laura y Ángel y a Juan Garabato le llamó la atención que conocían de sus canciones, a lo que preguntó:
–¿Oigan niños, quién les enseñó esas canciones?
Mis hijos contestaron: –Las aprendimos de mi papá.
–¿Y quien es su papá?
–El licenciado Ángel Aguirre Rivero.
–¿Y él conoce mis canciones? Replicó.
–Sí, él nos las enseñó.
Llegó el cumpleaños de Laurita. Mi padre, don Delfino Aguirre López acostumbraba a llevarles piñatas elaboradas en Ometepec cada año.
Esa vez preguntó a su nieta: –¿hija, qué quieres que te lleve de acá?
Laurita le contestó: –quiero que me traigas a Juan Garabato, abuelo.
–¿A Juan Garabato?
–Sí abuelo, a Juan Garabato.
Llegó el día del festejo, mi padre venía acompañado de este personaje que vivió en el universo de la fantasía.
Se acompañaba de piedras; flautas; palos; etcétera, con los cuales organizaba su show.
Causaba gran impacto entre los niños y niñas, pues era único y auténtico.
Culminó la fiesta y Laurita con lágrimas en los ojos me pidió que Juan Garabato se quedara a vivir con nosotros.
–¿Cómo m’ija?, Juan no se puede quedar.
Siguió llorando hasta que me convenció que Juan Garabato formara parte de nuestro hogar.
Vivió con nosotros durante más de tres años en nuestra casa de Chilpancingo. Eligió como su recámara un cuarto de la azotea, porque decía que así se mantenía sano, y que los astros le ayudaban a mantenerse bien, pues presumía que hablaba con ellos.
Le puse su puesto de periódicos y revistas en el mercado de la capital donde vivía feliz.
Un día se nos enfermó y mandé a llamar un médico, pero nunca se dejó atender, pues afirmaba que él se curaba a base del consumo del limón.
Por las noches caminaba a mi lado y me explicaba la historia de las estrellas y luceros acorde con su mundo imaginario.
Un día decidimos llevarlo a un asilo, primero en Chilpancingo y luego en Tecpan, a donde pasé a visitarlo un día; cuando me vio, se me aventó a los brazos para decirme: –Aguirre sácame de aquí, ya llevo enterrados a varios.
Le expliqué que era el lugar indicado para él. A los pocos días dejó el asilo y se perdió en ese mundo que sólo él había imaginado. Ese mundo lleno de magia, fantasía y amor de Juan Garabato… La vida es así.