Gaspard Estrada
Diciembre 22, 2021
El pasado domingo, los chilenos fueron a las urnas para elegir a su próximo presidente de la República. Dos candidatos se disputaban las preferencias de los electores: José Antonio Kast, un político de extrema derecha, nostálgico del dictador Augusto Pinochet; y Gabriel Boric, un joven de 35 años de edad, ex dirigente estudiantil de la Universidad de Chile, y dos veces diputado. Tras una primera vuelta en la que el mensaje conservador del candidato del Partido Republicano de Kast tuvo un eco inesperado en la sociedad chilena, a tal punto que llegó en primer lugar de la primera vuelta, toda la atención se focalizó en la respuesta del equipo de campaña del candidato de centro izquierda. Si bien durante algunos días existió un cierto temor de que el desencanto y el pesimismo imperaran, la reacción del comando estratégico de la campaña de Gabriel Boric tomó las decisiones acertadas.
En primer lugar, lograron que la presidenta del comité de médicos de Chile, Izkia Siches, decidiera abandonar su cargo para asumir la coordinación de la campaña. Se trató de un acto político mayor, teniendo en cuenta la popularidad de Siches en la sociedad chilena, en particular en regiones del país en donde los resultados electorales de primera vuelta no fueron los esperados por la campaña de Boric. De esta manera Siches se dedicó a ser la portavoz de la campaña, alineando el discurso de los diferentes responsables programáticos, al tiempo que decidió viajar por todo el país para realizar actos de campaña en lugares en dónde Gabriel Boric no podía estar. En segundo lugar, el discurso del candidato fue evolucionando conforme fue avanzando. Después de haber criticado durante años a los líderes y a los partidos que gobernaron Chile desde el fin de la dictadura militar, Boric decidió matizar sus posiciones, lo que le permitió recibir el respaldo de los ex presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, que viajó desde Suiza (donde vive actualmente al ser la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) para externar públicamente su apoyo al candidato de la coalición Apruebo Dignidad. Estos respaldos se sumaron a otros, en particular de expertos en varios asuntos tan importantes como economía, seguridad y desarrollo social, entre otros. Estos últimos, que participaban en los equipos de los otros candidatos de la izquierda que participaron en la primera vuelta electoral, permitieron incorporar a buena parte de las propuestas de otros sectores del progresismo chileno, y así abrir las perspectivas electorales de Gabriel Boric. Finalmente, el ex líder estudiantil hizo todo para reconocer que su candidatura estaba dirigida a todos los chilenos, y no únicamente a sus electores de primera vuelta. En este sentido, su estrategia le permitió expandir su mensaje, y contrarrestar el de su adversario de extrema derecha.
Y es que en efecto, José Antonio Kast no dejó de querer sembrar el miedo entre los electores, afirmando que la llegada de Boric a la Presidencia de la República se traduciría en la implantación del comunismo en Chile. Un argumento similar al empleado por Keiko Fujimori hace unos meses en Perú, o al utilizado por el candidato de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro durante las elecciones presidenciales de 2018, o más recientemente en Argentina por Javier Milei. Sin embargo, el aumento de la participación entre la primera y la segunda vuelta electoral da muestra de lo contrario. Los chilenos decidieron ir a las urnas masivamente para decirle no a la extrema derecha, no a la herencia del dictador Augusto Pinochet y sí a una nueva Constitución.
Está claro que el escenario político, económico y social que tendrá Gabriel Boric a su llegada al poder en marzo del próximo año no será fácil. La economía chilena no está en su mejor momento, la sociedad continúa crispada por un proceso electoral muy complejo y la Convención Constituyente todavía tiene que ver ratificado su trabajo en las urnas el próximo año. Sin embargo, la victoria de Gabriel Boric es una gran noticia para América Latina.
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.