EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El silencio de los sindicatos

Silvestre Pacheco León

Julio 20, 2020

 

El alto número de trabajadores de la salud que han fallecido en México de Covid-19, es alarmante. Los datos más recientes de principios de mes refieren 683 defunciones en el país donde las enfermeras y enfermeros ocupan la más gruesa de las cifras, seguida de médicas y médicos.
Independientemente del manejo mediático que se ha dado de este hecho con el avieso interés de desprestigiar la estrategia que los especialistas están aplicando para controlar el impacto del virus, y también de que el personal de Salud no es ejemplo precisamente de buena salud, sus muertes han sido de alto impacto social porque algunas de las personas fallecidas eran reconocidas eminencias y porque las propias características de su trabajo las hace conocidas y conocidos de un amplio círculo de pacientes.
En Guerrero, el 23 de abril el secretario de Salud, Carlos de la Peña informó que de los 142 infectados para esa fecha, 36 eran trabajadores que laboraban en los hospitales, 23 médicos y seis enfermeras, más 7 trabajadores de las distintas áreas.
Dos meses después, de acuerdo con declaraciones de la dirigente del SNTSA en el estado, Beatriz Vélez, para el 22 de junio habían fallecido 21.
Por ello se ha extendido entre los trabajadores del sector la denuncia, la indignación, la angustia y el miedo, sin que tampoco apunten a ninguna salida que proteja la vida de sus compañeros.
Hay quienes explican el hecho como algo natural porque los trabajadores de la salud están más propensos a enfermarse por su contacto con pacientes infectados.
Se habla también de descuidos del personal que no atiende ni respeta los protocolos, así como de falta de capacitación para su trabajo delicado, sobre todo de los recientemente contratados. Pero casi todos insisten en que la principal razón de esos fallecimientos se debe a la falta de equipo de protección para trabajar con el menor riesgo y a las jornadas extenuantes a que son sometidos.
En contraparte, el gobierno informa que está haciendo un esfuerzo sin precedente para asegurar el suministro de equipo y material de higiene para todo el territorio nacional, con compras en el exterior, lo cual exige que el proceso de entrega y recepción a los hospitales se transparente, a fin de que se pueda confiar en la certeza de lo que se anuncia, haciendo del conocimiento público de su dotación para que se conozcan los casos en que la burocracia indolente sigue haciendo de las suyas, ocultando y vendiendo el material que es para salvar vidas.
Pero, en todo caso, lo que más llama la atención de esas pérdidas humanas que pudieron evitarse con el equipo de protección adecuado es que se trata de trabajadoras y trabajadores afiliados a grandes sindicatos nacionales: el SNTSS, el SNTSA y la FTSE para hablar del IMSS, de Salubridad y del ISSSTE, las principales instituciones de salud, los cuales, a excepción de la líder sindical de Guerrero, están callados ante el clamor de sus representados.
Por desgracia muchos de esos trabajadores de base ni siquiera conocen cual es la responsabilidad de su sindicato frente a sus patrones para reclamarles, y se encuentran tan alejados de sus organizaciones gremiales que solo saben de su existencia por el cobro que les hacen de sus cuotas, pues de lo contrario, desde el principio de la pandemia se hubiera visto su labor, ayudando a que todo el personal asistiera a la capacitación que el gobierno federal implementó con las mayores facilidades.
Pero la pandemia vino también a descubrir el atraso que se vive en este tema de los derechos laborales y la simulación y corrupción que han desnaturalizado la existencia de los sindicatos, los cuales hace rato que ya no se preocupan por la formación de sus agremiados porque las camarillas que los dirigen ahora se dedican a la política partidista y han abandonado a su suerte a los trabajadores que sin el respaldo sindical son víctimas de las peores injusticias en sus centros de trabajo, pues son muy raros los casos en los que individualmente los trabajadores hacen valer sus derechos laborales frente a sus jefes, esgrimiéndoles en contenido de la ley federal del trabajo que en su artículo 132 establece que los patrones tienen la responsabilidad de proporcionarles oportunamente los “útiles”, “instrumentos” y “materiales” en la calidad requerida para ejecutar sus tareas.
Pero en contra de ese conocimiento y disposición, que sería el caso de excepción,
los trabajadores en general no están acostumbrados a exigir sus derechos, y menos cuando sobre sus cabezas existe el riesgo del despido, pues saben que en esas circunstancias solo se pueden rascar con sus propias uñas.
La injusticia de que son víctimas estos trabajadores es la realidad que prevalece y también la que explica que junto con la gravedad de la pandemia que nos azota eso esté sucediendo, porque asusta más a la población que se siente inerme cuando sabe que quienes conocen del coronavirus sucumben a su ataque.
Por eso la exigencia de que los sindicatos dejen de guardar silencio y reivindiquen los derechos de sus representados, impidiendo que las autoridades cometan abusos.
En Zihuatanejo, para hablar de los casos más cercanos, hay trabajadores del hospital general que han denunciado que las autoridades hacen rotación de personal para que todos los trabajadores pasen por el área de Covid-19 bajo un mal entendido principio de igualdad, mientras que en el IMSS en vez de que el sindicato pugne porque las autoridades distribuyan el equipo protector suficiente entre los trabajadores, los líderes aprovechan esas carencias promoviendo su imagen regalando cubre bocas como sus donativos personales.
Si los trabajadores de la salud contaran con sindicatos democráticos su situación sería muy otra y hasta es posible que tuvieran opinión para el combate eficaz de la pandemia, pero por desgracia la corrupción no solo vulneró la salud de las instituciones federales, sino también la vida democrática de los sindicatos.
Por eso la tarea inmediata de los trabajadores debe estar enfocada en la recuperación de sus organizaciones gremiales aprovechando que con las reformas legales que se han producido en el campo laboral en adelante las elecciones sindicales serán con el voto libre y secreto, único medio para quitar el poder a las camarillas corruptas que ahora los dirigen.
Lo anterior no solo debe ser consigna para los sindicatos de Salud, sino también del gremio de los maestros que por la fuerza de los hechos también estarán en la línea del riesgo de vuelta a las escuelas. Esa podrá ser la Nueva Normalidad.