EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El simbolismo del encuentro entre Lula y Cardoso para el futuro de Brasil

Gaspard Estrada

Mayo 26, 2021

 

La política está hecha de símbolos. La foto de la reunión de los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso difundida el viernes pasado por el equipo de Lula es pródiga en mostrar de lo que es capaz el antibolsonarismo. Lula y Cardoso tienen décadas de resentimientos mutuos, pero se sentaron durante tres horas en la casa de su exministro, Nelson Jobim, para discutir del cómo enfrentar al actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Se trata, en la práctica, del punto de partida en la construcción de un frente amplio para derrotar al líder de la extrema derecha de ese país el próximo año.
Está claro que el carácter inédito de este encuentro provocó reacciones encontradas dentro la clase política. Dentro del partido de Cardoso, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la reacción fue de indignación. Sin embargo, la divulgación del encuentro no implica una alianza, entre otras cosas porque la influencia de Cardoso en el PSDB es nula. Este último, que siempre mantuvo una relación cordial con Fernando Haddad, el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), decidió a pesar de ello votar nulo en la segunda vuelta de 2018, pensando que el mal que podría hacer Bolsonaro en la presidencia equivaldría a la montaña de errores cometidos por el PT durante sus gobiernos, en particular los de Dilma Rousseff. Por su lado, Lula llevaba años quejándose de la “herencia maldita” que había recibido en 2002 de Cardoso, su antecesor en el palacio del Planalto.
En este sentido, el encuentro entre Cardoso y Lula revela una voluntad compartida de ir más allá de los problemas del pasado y pensar en el futuro. Para la campaña de Lula, la comida es un hito. El ex presidente no esperaba recuperar sus derechos políticos en el corto plazo, y mucho menos estar en primer lugar en las encuestas (según la última encuesta Datafolha, Lula ganaría fácilmente en la elección presidencial si ésta se llevara a cabo el día de hoy, con más del 55 por ciento de los votos frente a Jair Bolsonaro).
Existe cierta improvisación en la actuación de Lula como candidato en las últimas semanas, actuando más por intuición que por planificación. El pedido realizado a su ex ministro Nelson Jobim –que también lo fue de Cardoso– fue más el fruto de una circunstancia política que el resultado de una estrategia. La táctica de Lula es congelar el escenario político actual hasta el próximo año, en el que él y Bolsonaro dominan el debate público. Para que este cuadro se consolide,son necesarias varias circunstancias: que los dirigentes del PSDB sean incapaces de construir una candidatura presidencial viable, el fracaso de la reinvención del ex gobernador Ciro Gomes (que fue ministro de Lula) en candidato antipetista y dispuesto a llegar a acuerdos con los partidos de centro derecha y la continuidad del radicalismo de Bolsonaro. Lula intentar maximizar los errores de sus rivales. Sin embargo, existe un límite en cuanto a las posibilidades políticas que puede tener un candidato. Puede quejarse, atacar, pero no puede actuar, prerrogativa de los que están en el poder. Por lo tanto, lo que puede hacer Lula a lo largo de 2021 es conversar, su especialidad.
El próximo año, el PT priorizará ante todo la elección de Lula a la presidencia, así como la elección del mayor número posible de diputados y senadores. Para ello, cederá candidaturas y formará coaliciones a nivel estatal, en particular en las gubernaturas. Esto significa que el PT probablemente no tendrá candidatos a gobernador en varios estados, como Rio de Janeiro, donde podría apoyar la candidatura de Marcelo Freixo, o Minas Gerais, donde podría respaldar las ambiciones del actual alcalde de Belo Horizonte, Alexandre Kalil. En São Paulo, lo más probable es que Lula apoye la candidatura de su ex ministro de Educación, Fernando Haddad. Si esta estrategia prospera, está claro que una parte de los partidos de centro derecha, que han apoyado a todos los gobiernos desde el regreso de la democracia en 1988, tenderán a respaldar una candidatura presidencial de Lula, o al menos se abstendrán de apoyar la candidatura de Bolsonaro. Si tal es el caso, el abrazo de Lula a Cardoso habrá mostrado su importancia política.

* Director ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada