Arturo Martínez Núñez
Octubre 11, 2022
Los terribles hechos acontecidos en San Miguel Totolapan nos obligan a reflexionar acerca de la situación de inseguridad que prevalece en el territorio del estado de Guerrero.
Es momento de evaluar con cabeza fría y objetividad, la pertinencia, pero sobre todo, la eficacia de la actual estrategia de pacificación. No se trata de un referéndum sobre si se confía o no en la actual titular del Ejecutivo. Eso está absolutamente fuera de discusión. En lo personal, he apoyado, apoyo y apoyaré el desempeño de una mujer que, a punto de cumplir un año al frente del gobierno guerrerense, tiene muchos más claros qué oscuros. De lo que estamos hablando, el hecho concreto, las verdaderas víctimas, a los que verdaderamente hay que apoyar es a los deudos, amigos, familiares y vecinos de las veinte personas que fueron ejecutadas ante la impasibilidad de las autoridades de los tres órdenes de gobierno. Si un comando armado de decenas –algunos hablan de cientos–, puede irrumpir a plena luz del día en una cabecera municipal y, en varios hechos simultáneos, atacar a la máxima autoridad municipal con absoluta impunidad, estamos hablando de un problema de seguridad mayúsculo. Insisto, los asesinados no eran ciudadanos comunes, eran entre otros, el presidente municipal de la población, que contaba con policías a cargo de su seguridad. Si la máxima autoridad de un municipio puede caer con tal facilidad sin resistencia alguna, ¿qué puede esperar un ciudadano común?
Es momento de evaluar si la estrategia actual para el combate a la delincuencia, es la adecuada, pero sobre todo, decidir si es suficiente y si alcanzará para transformar verdaderamente la tendencia sangrienta que comenzara en el gobierno de Felipe Calderón. Considero que el combate desde la raíz de las causas que generan la violencia es correcto, pero esto debe de complementarse con la presencia activa y suficiente de personal del Estado mexicano, sobre todo en algunas zonas en donde el poder legalmente constituido es claramente insuficiente y está completamente rebasado.
Es importante el esfuerzo que se realiza todas las mañanas en cada una de las entidades federativas así como en el Palacio Nacional, para coordinar las acciones de las diferentes corporaciones encargadas del tema, lo que hay que preguntarnos a estas alturas del sexenio es si esa estrategia es suficiente o si es necesario complementarla con otras acciones de Estado más contundentes.
Lo ocurrido en San Miguel Totolapan, además de ser muy lamentable, debería de ser una oportunidad para ensayar otras estrategias complementarias y paliativas, que acompañen a la estrategia general de mediano y largo plazo.
La presencia física de la gobernadora a unos días de la masacre, sin duda alguna lleva consuelo y esperanza a los habitantes de Tierra Caliente, un gobierno de territorio, como postula el eslogan de su primer informe de gobierno, lo debe de ser de todos los territorios no sólo de aquellos en donde no se perciban problemas mayores.
La gobernadora con su carisma personal y su sensibilidad, puede y debe ser punta de lanza en este esfuerzo por recuperar los territorios ganados por el crimen organizado, y en ese esfuerzo, que no quepa la menor duda, habremos de acompañarla todas y todos los guerrerenses de bien.
Que el territorio se convierta en una realidad y no solamente en lo inverso a estar en un escritorio. Es importantísimo estar en el territorio, pero es más importante dar resultados concretos a una población que ha sufrido el abandono institucional durante décadas y que difícilmente soportará más tiempo sin emprender acciones defensivas.