EL-SUR

Viernes 03 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

El tiempo, enemigo permanente

Abelardo Martín M.

Octubre 18, 2022

Habitualmente los adultos se refieren a los niños como que siempre “tienen la vida por delante” en clara referencia a que el tiempo, en la edad temprana, sobra o no significa motivo de preocupación. No es así para el gobierno o la autoridad que recién asume un cargo público para quien, día que pasa, es un día menos en su mandato, en su trabajo o en la responsabilidad asignada.
Como agua entre las manos ha transcurrido ya un año de que la actual gobernadora del estado, Evelyn Salgado, asumió el cargo más importante en la administración pública estatal, y los resultados de su gestión son pocos o han adolecido de una comunicación social limitada, omisa o quizá que a la propia funcionaria le tenga sin preocupación.
La mayoría de los funcionarios se quejan de que uno de los principales problemas de la gestión pública o de las empresas privadas es la comunicación social, corporativa o empresarial. La casi totalidad de los funcionarios de gobierno, al inicio de su periodo, creen que el solo hecho de ser ellos quienes asumen el cargo, resuelve los desafíos de la comunicación.
Mientras tanto, el tiempo sigue su curso y es una verdad probada y comprobada que la mayoría de los gobiernos adoptan modelos de comunicación heredados, insuficientes, envenenados por la soberbia y la corrupción en muchos casos, ineficaces e inútiles no sólo para la autopromoción, sino nulos para contribuir a la gobernanza o gobernabilidad, uno de los mayores males en nuestro país.
La clave está en estrategia, operación, resultados en materia comunicacional, pero sobre todo en la conciencia de la velocidad del tiempo, que sigue su ritmo, su curso y sus consecuencias. Así ha sido siempre, pero en una época en que los cambios son acelerados, el principal enemigo de los gobiernos es el apresurado paso del tiempo que “es oro”, como decía el poeta Renato Leduc.
Al movimiento de la cuarta transformación, por ejemplo, los años se le han ido y vive ahora la expectativa del final que se aproxima sin haber resuelto los ingentes retos autoimpuestos. El esfuerzo cotidiano, comprometido del presidente Andrés Manuel López Obrador, de ofrecer una conferencia diaria para dar los resultados de su gobierno, son loables, inéditos, pero absolutamente insuficientes si se evalúan los resultados. La mayoría de los secretarios de despacho permanecen desaparecidos en la oscuridad, dejando espacios libres ocupados sobre todo por opositores al gobierno. El resultado es, por un lado, el desgaste del propio Presidente, y por otro la inexistente actividad informativa de prácticamente todas las actividades del gobierno, incluidas las de cultura y deportes.
Al gobierno de Guerrero le ocurre lo mismo. El modelo de comunicación adoptado es una repetición de los gobiernos anteriores de partidos diferentes a Morena, que perdieron el respaldo popular, justamente, por la ineficacia de sus acciones en materia de comunicación social.
Menos de dos años le restan al gobierno de la República, y a medida que sin remedio transcurren los días, se acumulan los pendientes de las obras fundamentales desfasadas en su construcción y rebasadas en sus costos, mientras los rezagos sociales permanecen e incluso tienen indicadores más preocupantes que al inicio.
La fe popular no muestra señales de menoscabo, pero lo cierto es que ello se debe más al carisma inobjetable del líder en el poder que a los resultados medibles y demostrables. No en balde los críticos más acérrimos del régimen pueden exhibir un rosario de fallas y faltantes en prácticamente todos los rubros, agravados ahora por las revelaciones del hackeo de datos y los testimonios alimentados por los agravios personales.
En Guerrero, donde la 4T llegó desfasada, pues el relevo en el gobierno estatal ocurrió cuando había transcurrido ya la mitad del sexenio en el régimen federal, también el tiempo pasa con rapidez.
Se ha cumplido ya un año de que la gobernadora Evelyn Salgado asumió el poder, que le cayó de rebote luego del encumbramiento y derrumbe de su padre, acusado de muchas cosas, pero víctima del descuido de no informar de sus gastos de precampaña.
En la víspera del aniversario, la mandataria hizo llegar al Congreso estatal su primer informe de gobierno, al que le obliga la ley. No hubo mucho de qué informar, ya sea porque los datos fueron escuetos o porque las acciones de comunicación resultaron insuficientes o erradas. El comunicado oficial del evento no consigna ningún dato de obras, proyectos o avances en ningún ámbito, sólo los buenos propósitos que desde su inicio animan a la administración: sentar las bases de la transformación, ejercicio honesto, transparente, eficiente; austeridad y combate a la corrupción, y otras frases más.
Mientras tanto, la realidad de violencia y criminalidad ha vuelto a imponerse sobre las mejores intenciones. En pasada colaboración dábamos cuenta del repunte de las cifras de homicidios en el estado, luego de un periodo de varios años de disminución.
Al inicio del mes, la matanza de San Miguel Totolapan, en la Tierra Caliente de Guerrero, con un saldo de veinte muertos, incluido el presidente municipal del lugar, ha mostrado el dominio y enfrentamiento de los cárteles por el control de plazas y territorios, y ha servido para que, desde las autoridades federales hasta los grupos criminales, se achaquen culpas y responsabilidades.
Los pendientes de Guerrero son tan grandes, que es evidente que no bastará el lapso de una administración para resolverlos. Pero precisamente porque los agravios son tan grandes y tan viejos, en la actualidad la paciencia popular ya no da para mucho.
Entre la autocomplacencia oficial y la realidad de crimen y sangre, que no sólo no se aplaca, sino que a todas luces se agrava en la entidad, lo que puede estarse gestando es una dicotomía que tarde o temprano hará crisis, como de manera cíclica sucede en Guerrero con los costos electorales de sobra conocidos, pero siempre minimizados desde la atalaya de la soberbia que es característica del poder y obliga a que se repita la historia ya conocida.