EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El tono del debate

Silvestre Pacheco León

Abril 22, 2019

Tanto López Obrador como el periodista Jorge Ramos tienen razón en cada una de sus posiciones respecto al índice de la violencia y su secuela de muertes.
En la confrontación que ambos protagonizaron en la conferencia mañanera del viernes 12 de abril, el presidente de la República habló de su empeño por disminuir el índice de muertes violentas, lo que dio pie a la intervención del periodista de Univisión Jorge Ramos quien afirmó que de acuerdo con las cifras que él poseía, el reporte sobre el primer trimestre del año indicaba que había un incremento en el número de muertos que de mantenerse podría convertir a 2019 en el más alto de la historia.
Ese fue el punto de la controversia con un debate entre ambos que superó los diez minutos.
Tuvieron que ir a la estadística del caso, mes por mes, de diciembre a marzo, en la que se observa una tendencia a la baja en el número de muertos, (promedio diciembre 2018, 79.7, enero 2019, 75; febrero 2019 83.1, marzo 2019,77.5), pero el periodista también tenía razón en lo que afirmaba, porque sumados los resultados de los tres meses totalizaban una cantidad mayor a la registrada en el mismo periodo del año anterior (8 mil 524, según sus cifras) lo que en sentido estricto podría interpretarse como un incremento en el número de muertos en el mismo lapso.
Pero en abono de lo afirmado por el presidente se puede decir que si el comportamiento de las cifras en el año continúa con la tendencia observada en la estadística, los resultados en el número acumulado de muertos al mes puede disminuir.
Pongamos por caso que en el período medido, el número de muertos sumó los 8 mil 525 que sostiene Jorge Ramos, pero mientras en el primer mes (diciembre) por ejemplo, se contaron 2 mil, en el segundo (enero) mil 950, en el tercero (febrero) 2 mil, y en el cuarto (marzo) mil 990, nos dice que a pesar del alto número de muertos registrado, superior al mismo período del gobierno anterior, tiende a la baja.
En todo caso, lo que hay que celebrar es el resultado de esa confrontación en la que el papel del comunicador ha servido para anclar al gobierno con la realidad, a fin de que no se abandone a la complacencia de que todo va bien.
En esta última afirmación que toma en cuenta a su favor el hecho de que está en proceso de conformación el cuerpo civil disuasorio encargado enfrentar la violencia (Guardia Nacional), mientras surten efecto los programas dirigidos a la raíz del problema como el combate a la pobreza y la opción de trabajo y estudio para los jóvenes.
El otro tema a debate es si en la confrontación, que se volvió viral, se cometieron excesos.
Pues mientras para unos hubo una falta de respeto a la investidura presidencial, y para otros el abuso de poder de parte del presidente (la reiterada petición de que se revele la fuente que filtró la información al periódico Reforma de la carta dirigida al rey de España) pero pocos hablan del nuevo ambiente que se respira en un país donde no hace mucho los presidentes “dictaron lo que podía y no podía publicarse”, como reconoció Jorge Ramos en su nota de New York Times en la cual agregó que a pesar de lo poderoso que es López Obrador, el presidente no es intocable, y recomendó como una medida a sus colegas ser “irreverente y desobediente hacia la autoridad”.
Aunque nadie debe olvidar la enorme diferencia en el trato que Jorge Ramos ha recibido de parte de líderes como Donald Trump y de Nicolás Maduro en la que por su irreverencia (en el primer caso) provocó que los ayudantes del presidente norteamericano lo sacaran de la conferencia de prensa cuando quiso preguntar sobre el tema que su interlocutor no quería contestar, y en el segundo, el presidente venezolano lo dejó con la palabra en la boca y después lo retuvo como represalia a las preguntas incómodas que le formuló, con el presidente de México el periodista vivió una experiencia diferente porque no hubo nadie que interviniera para “salvar a la figura presidencial” hasta que el mismo debate se diluyó.
Aquí lo sustancial de la confrontación es el nuevo ambiente que se respira entre el poder y la prensa, porque es posible, además de dialogar, disentir y debatir como son las joyas de la democracia que impulsan a los seres humanos a ir hacia delante. Lo de menos es el tono en que se da el debate.

La nueva política de Comunicación Social

El otro tema relevante que nos trajo la Semana Santa fue el anuncio de la nueva política de medios que seguirá el actual gobierno comprometiéndose a una relación de igualdad, donde no haya preferencias y tampoco condicionamiento que interfiera con la política editorial de cada quien.
En ese sentido espero que pronto estaremos celebrando que en la nueva relación del gobierno con la prensa se premie a medios como el nuestro que contra viento y marea mantiene su compromiso social y su independencia a favor de la objetividad.
Por principio de cuentas, en esta nueva relación el gobierno redujo a la mitad el presupuesto que se gastará en el presente año. Aseguró que no habrá ampliaciones del presupuesto, como fue la práctica de los anteriores gobiernos, y que para el presente año el gasto en publicidad será de 4 mil 711 millones de pesos.
En adelante el presupuesto de lo que el gobierno pagará por publicidad a los medios impresos y electrónicos será trasparentado y el trato parejo y equitativo a partir de la cobertura de cada quien. Se entiende que no será la preferencia por tal o cual medio lo que guíe la contratación de publicidad, sino el nivel de audiencia tratándose de la televisión y el número de lectores para la prensa escrita.
En la primera acción de esta nueva política la Secretaría de Hacienda negoció una rebaja del 10 por ciento en el costo de la publicidad por parte de todos los medios.