EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El tren Maya y el EZLN

Silvestre Pacheco León

Enero 20, 2020

 

El Tren Maya es uno de los proyectos más ambiciosos de los que se ha propuesto el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para el desarrollo del sureste del país destinado al transporte de pasajeros, mercancías y turistas. Se calcula que costará 120 mil millones de pesos y que generará hasta 300 mil empleos directos e indirectos, con ingresos anuales en operación de poco más de 50 mil millones.
Su extensión será de casi mil 500 kilómetros sobre el territorio de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, a lo largo de 84 municipios, desde Palenque hasta Cancún, formando un circuito en el litoral peninsular con el propósito de integrar con el polo turístico de Cancún aquel extenso territorio que ha vivido prácticamente en el abandono a pesar de que en él se encuentran las más grandes reservas de agua, petróleo, gas y biodiversidad.
De acuerdo con la información que ha dado a conocer el director del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes, se ha consultado a más de cien mil habitantes de aquella zona, de los cuales el 75 por ciento se manifestó a favor del proyecto. En el estado de Quintana Roo se registró el 14 por ciento en contra y en Chiapas se dio la más alta votación con 97 por ciento.
Tras el anuncio de que se han abierto las licitaciones para comenzar la construcción del Tren que se planea inaugurar antes de terminar el sexenio, el presidente de la República ha destacado el apoyo manifiesto de los habitantes quienes de acuerdo con la información periodística piden a cambio la dotación de servicios a sus comunidades y que se les tome en cuenta como proveedores de los durmientes de madera que se utilizarán en el tendido de las vías.
Y aunque el presidente de la República ha insistido que la selva no será afectada con este proyecto porque el tren utilizará la misma vía en desuso que tuvo hasta la década de los setenta del siglo pasado, además de la reforestación de cien mil hectáreas que ya se han iniciado con el programa Sembrando Vida, los argumentos que se han esgrimido en contra por parte de los ambientalistas señalan que el impacto que sufrirá la región será más negativo y costoso que los beneficios.
Los más críticos llaman la atención sobre el hecho de que un proyecto que se propone la integración y desarrollo esté a cargo del Fonatur, y no de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, lo cual hace suponer que en vez de estar pensando en un desarrollo sostenible se tiene la idea de repetir el tradicional y expoliador modelo de polo de desarrollo que consiste en abrir la puerta a los inversionistas con la oferta de crear empleos, sin explorar la posibilidad de que los pobladores locales como poseedores de los recursos aprovechables sean considerados como inversionistas y receptores permanentes de los beneficios que se generen.
Pero desde luego que el principal obstáculo para la ejecución de la obra programada no es de tipo ambiental, sino político, y está representado por el EZLN cuyos dirigentes se han manifestado en contra porque, en palabras del Subcomandante Marcos (o Galeano como ahora se llama), apoyarlo es estar de acuerdo con el sistema capitalista y en contra de la naturaleza. “Es como estar a favor de la muerte y en contra de la vida”, ha escrito el subcomandante el 15 de agosto del 2019 en Sonata para violín en sol menor: Dinero.

El desencuentro

La postura en contra, más que del proyecto, es personal, del subcomandante Marcos contra Andrés Manuel López Obrador, o mejor, contra la izquierda partidista en el país, y esa postura no es nueva, viene de lejos, desde el 2001, cuando AMLO era jefe de Gobierno de la ciudad de México y en el Congreso de la Unión los perredistas votaban en contra de los acuerdos de San Andrés Larrainzar con los cuales se reconocerían constitucionalmente los derechos y la autonomía de los pueblos originarios.
Mucho se ha escrito que el más grave desencuentro entre esas dos expresiones de izquierda en el país representada por el presidente López Obrador y el Subcomandante Marcos se originó inmediatamente después del levantamiento zapatista, a principios de 1994, cuando los intelectuales de izquierda partidista pusieron el grito en el cielo sobre el riesgo que implicaba la lucha guerrillera, la cual no se inscribía dentro de la corriente que en aquella época había superado la vía armada para hacer la revolución.
Después fue la traición de los diputados de izquierda que se negaron a concretar los acuerdos de San Andrés Larrainzar aprobando en su lugar una contrarreforma de la cual el EZLN culpó a López Obrador que en aquel año, como jefe de Gobierno de la ciudad de México, tenía el principal liderazgo de la izquierda.
Por eso en 2006, mientras se desarrollaba la campaña por la presidencia contra Felipe Calderón, el EZLN organizó La Otra Campaña, llamando a no votar porque se consideraba que en vez de democracia lo que había en el país era una partidocracia que tenía secuestrado el derecho ciudadano de registrarse como candidato de manera independiente.
En la evaluación de su derrota de aquel año AMLO reconoció que influyó en ella la postura del EZLN. Cuando en su tercera campaña, la del 2018, triunfó en la elección y lanzó un llamado de reconciliación, la respuesta fue más dura, supuestamente por el anuncio de que Esteban Moctezuma, que había sido secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo y artífice de la maniobra para desarticular al EZLN, estaría en el gabinete como Secretario de Educación de la 4T.
Esa es también la razón de la postura actual del EZLN contra el proyecto del Tren Maya y de la crítica sistemática del Subcomandante contra el gobierno de Andrés Manuel.
El Subcomandante niega, por ejemplo, que en México se esté viviendo un cambio radical. Critica que no existe ninguna diferencia entre López Obrador y quienes compitieron con él para la presidencia, porque asegura que cualquier otro que hubiera ganado estaría haciendo lo mismo, engañándonos con que se está combatiendo la corrupción mientras todo sigue igual. Que los programas federales no están yendo a la raíz de los problemas, y que los apoyos que dispersa para los pobres son limosnas porque no acabarán con la desigualdad. Que la 4T engaña igual que todos los gobiernos, porque dice una cosa y hace otra; y no ha podido resolver el problema de la violencia e inseguridad.
Pero frente a esa postura un tanto dogmática del Subcomandante Marcos para criticar a AMLO toma relevancia la que asumió el finado Luis Villoro quien en el 2006 criticó al EZLN por llamar a la abstención sin proponer alternativa, sólo para que no ganara AMLO, lo cual a juicio del filósofo reforzaba al propio sistema, sosteniendo que para alcanzar la democracia comunitaria propuesta por los zapatistas había que pasar por la democracia representativa como se lo proponía AMLO.