EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

El voto por el voto mismo

Héctor Manuel Popoca Boone

Octubre 15, 2016

Las declaraciones del diputado, Sebastián de la Rosa, ante una comisión interna del PRD que investiga el grado de involucramiento que tuvo dicho partido en la barbarie de Iguala acaecida hace dos años, fueron francas y valientes. Dijo que la guía motivacional de los principales dirigentes del PRD estatal para haber seleccionado a José Luis Abarca como candidato del PRD a la presidencia municipal fue que les garantizaba un buen número de votos al partido. Lo hicieron sin importar sus antecedentes de comportamiento ciudadano o político, como tampoco algún grado de afinidad con la ideología o principios que enarbola ese partido.
Poco importaba los propósitos últimos que Abarca y su señora persiguieran, de llegar a triunfar y lograr gobernar el municipio de Iguala. Lo que les interesaba a los dirigentes del PRD fueron las conveniencias de lograr el mayor número de votos, así sea el que fue poco después el atroz asesino de uno de sus correligionarios. Eso es hacer política con pragmatismo y sin escrúpulos. Y esa fue la perdición del PRD en Guerrero.
Otro factor de riesgo en la selección de candidatos (as) hampones en cualquier partido político es la puesta en venta de las candidaturas municipales o distritales y otorgárselas a los mejores postores, potestad por la cual los dirigentes grupales del partido obtienen jugosos dividendos económicos. O bien sea que los capitostes se reparten entre sí la designación de los candidatos (as) en los diversos municipios.
En México, con un sistema económico de mercadeo, donde se compran y venden las mercancías, servicios y actividades humanas, parte del voto ciudadano, en los procesos de democracia electoral, termina por ser mercantilizado, es decir, es otorgado al mejor postor. Sobre todo, en las zonas y regiones más depauperadas del país, localizadas principalmente en los estados del sur-sureste. En Guerrero, el voto se estuvo comprando entre 300 a 500 pesos o su equivalente en tarjetas de plástico u otro tipo de dádivas en las elecciones del 2015.
La compra del voto requiere de fuertes cantidades de dinero, que rebasan en mucho los topes permitidos por la ley para las campañas políticas. Subrepticiamente ciertos políticos y sus partidos acuden a financiamientos ilícitos provenientes de tres fuentes: el erario público, el de los empresarios de gran solvencia económica y los provenientes de la delincuencia organizada. Las dos primeras ya gozaban de raigambre en nuestro sistema electoral, pero de unos quince años a la fecha cobró inusitada presencia y fuerza la tercera opción que dio origen a la narco-política.
Dichos financiamientos tras bambalinas no son a fondo perdido. De ganar, los candidatos corruptos se comprometen a poner el poder y el gobierno al servicio de quienes los financiaron. Pagan de esa forma las facturas contraídas en las campañas políticas. De lo que se concluye que nuestra democracia está impregnada de mucha corrupción, impunidad, simulación, falsedad e hipocresía política.
Los ideales, principios y valores han pasado a segundo plano o al baúl del olvido para una buena parte de la clase política mexicana. Hemos vaciado la política de cualquier espíritu y empeño de transformación social para la superación del individuo, para el bienestar colectivo, así como para la fortaleza y resguardo de la soberanía nacional.
La falta de escrúpulos, la transa, la mentira, el soborno, la ilegalidad e impunidad semi-disfrazada, así como la carencia de ideología y sentido patriótico son los instrumentos para la obtención de votos a como dé lugar, usados por la mayoría de los políticos mexicanos para conquistar el poder, cuyo ejercicio siempre tendrá como sello distintivo la mediocridad.
PD. Según el Auditor Superior de la Federación, la mayoría de los gobiernos estatales y municipales en México tienen, en diferente grado, los siguientes vicios: desorden financiero y gasto superfluo que los obliga a endeudarse, desviación de recursos presupuestales, posponer para el futuro la solución de problemas sociales álgidos, gobernar con ineficiencia e ineptitud y con franca corrupción e impunidad. Hoy el pueblo paga los platos rotos de sus malos gobernantes.