Marcial Rodríguez Saldaña
Septiembre 06, 2007
Después de la jornada electoral federal del 2 de julio del 2006, la dinámica política electoral del país sigue adelante; ante la falta
de un sistema institucional que homogenice fechas de elecciones en el país, los procesos electorales locales se suceden unos a
otros en las entidades federativas, concentrando la atención de los poderes públicos federales, de las dirigencias de los partidos
políticos nacionales, de los medios y de la opinión pública, lo que ocasiona distracción en las tareas fundamentales de la nación.
1.- En este contexto, el reciente Congreso Nacional del PRD, con las discrepancias naturales de un partido que proclama
principios democráticos, debatió y resolvió entre otros asuntos muy importantes: la relación del partido como fuerza política y
de sus representantes populares con un gobierno federal carente de legitimidad; las definiciones ideológicas como partido de
izquierda; la revisión de sus estatutos para reorganizar sus órganos representativos; los métodos para elegir sus candidatos
representantes y candidatos a cargos de elección popular; y su línea política.
2.- Después del 2 de julio del 2006 se han realizado elecciones en varios estados de la República: en Baja California; en Durango;
en Zacatecas; en Chihuahua; en Oaxaca y recientemente en Veracruz.
En los estados del norte del país el PRD no crece electoralmente; mientras que en elecciones en donde ha estado de por medio la
Presidencia de la República, históricamente el PRD ha ganado en algunas entidades como Baja California, en las elecciones locales
baja considerablemente su votación ¿qué pasa? ¿En elecciones presidenciales el PRD se vuelve un partido nacional y en elecciones
intermedias –locales– se vuelve un partido regional?
3.- Al PRD le falta una estrategia política electoral muy clara hacia los estados en donde no tiene presencia electoral y no crece su
simpatía entre los electores. El PRD no se puede conformar con un determinismo electoral es esta región del país, en donde
resignadamente le esté vedada la confianza de los electores; la tarea es buscar las causas de la poca presencia electoral y poner
en marcha el diseño de un plan de acción política que permita romper el bipartidismo norteño.
4.- En los estados en donde el PRD ha ganado el gobierno como en Zacatecas o ha tenido una fuerte presencia electoral como en
Oaxaca y Veracruz, los resultados reflejan un decrecimiento electoral del PRD ¿a qué se debe? A factores exógenos como la
resaca de la imposición presidencial, a variables endógenas como la división interna, a la confrontación en los procesos
electorales internos, a la mala imagen de los candidatos, a los mayores controles de poder local de los gobernadores que no
tienen contrapesos que impidan elecciones de Estado, o a todo.
5.- El rumbo del PRD en los próximos años depende en gran medida de las decisiones que tome el partido en torno a la
reivindicación de los intereses de la inmensa mayoría de los electores mexicanos: los del norte, los del centro y los del sur; si
supiéramos contestar y actuáramos en consecuencia respecto de qué es lo que quiere, a qué aspira un elector de cada región del
país, el PRD como en el Distrito Federal sería un partido mayoritario.
Tenemos en puerta la elecciones en Michoacán, en donde ojalá no haya ninguna sorpresa para el PRD y luego en octubre del
2008 en Guerrero, en donde mucho depende del propio partido la consolidación de su fuerza política en el estado.
6.- Los retos de los nuevos dirigentes nacionales del PRD que habrán de elegirse en marzo del 2008, deben concentrarse en
consolidar la identificación ideológica del partido; en institucionalizar su vida interna; en mantener y acrecentar el capital político
electoral que se ganó en las elecciones del 2 de julio del 2006; en postular a los mejores candidatos para que generen confianza
en los electores de que habrán de desempeñar con dignidad, profesionalismo y eficacia sus responsabilidades; en hacer del PRD
un partido con arraigo político electoral en todo el país no sólo en elecciones presidenciales sino también en elecciones locales;
en hacer del PRD, el partido histórico de México, que logre impulsar las grandes transformaciones sociales, económicas y
políticas que reclama la nación.
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