EL-SUR

Lunes 16 de Junio de 2025

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Elon Musk, el espejismo

Ángel Aguirre Rivero

Abril 18, 2025

Es posible que estemos presenciando el principio del fin del imperio Elon Musk. En pocas semanas, las acciones de Tesla se desplomaron cerca de un 40 por ciento, un golpe que no solo sacude sus finanzas personales, sino que pone en jaque toda su narrativa de genio visionario.
El mismo Musk que durante años fue venerado como una figura casi mesiánica en los mercados, se enfrenta al escepticismo de quienes comienzan a ver que tras el mito hay también errores, sobreexposición y frágiles decisiones financieras.
En México, la historia reciente con Musk tiene nombre y apellido: la megafábrica suspendida en Santa Catarina, Nuevo León. Anunciada con bombo y platillo como una de las inversiones más importantes en la historia del país, el proyecto prometía una inyección de 5 mil millones de dólares y la creación de miles de empleos.
Sin embargo, en 2024, Musk anunció la “pausa indefinida” de la inversión, citando razones geopolíticas y el posible regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Este episodio debe obligarnos a reflexionar: ¿es sano depositar polírticas públicas industriales en manos de empresarios sin compromiso institucional? ¿Debemos seguir creyendo que los empresarios exitosos en sus sectores pueden –o deben– gobernar, opinar o decidir sobre los asuntos públicos con la misma lógica con la que conducen sus empresas?
El problema ya no es solo empresarial. Musk ha dado un salto a la política, abrazando posiciones cada vez más radicales junto a Donald Trump.
Lo ha hecho desde el ruido, el protagonismo y el ataque, no desde la reflexión o el diálogo. En su ambición por influir, Musk se ha convertido en un actor político sin formación ni límites, convencido de que su habilidad para los negocios puede trasladarse sin matices a la esfera pública. Un error tan común como peligroso.
La política exige algo más que cálculo financiero: requiere vocación de servicio, visión de Estado, comprensión de la justicia social y apego a normas que, muchas veces, contradicen la lógica del empresario.
El Estado no es una empresa, ni la ciudadanía una clientela. Y cuando figuras sin experiencia ni compromiso público acceden al poder o lo condicionan desde fuera, las consecuencias son graves: políticas improvisadas, intereses cruzados, falta de rendición de cuentas y una peligrosa colonización del bien común.
Lo ocurrido con Musk en México debe leerse como advertencia. No todo lo que brilla en los mercados genera desarrollo real. No toda inversión anunciada se traduce en progreso. Y no todo empresario exitoso tiene lo necesario para conducir lo público. Si no lo entendemos a tiempo, podríamos seguir entregando el futuro a quienes solo saben habitar el presente… con fines privados.
Porque cuando el mito se cae, el mercado no perdona. Y la política, cuando se ejerce sin vocación ni principios, tampoco.

Del anecdotario

En internet encontré esta interesante anécdota de la pareja presidencial estadunidense que eligió a Acapulco, como estancia en su luna de miel, la retomo para mis lectores y comprender la estrecha relación que sostuvieron en esos años con nuestro país:
Entre el 29 de junio y el 1 de julio de 1962, el presidente mexicano Adolfo López Mateos, recibió a su homólogo norteamericano John F. Kennedy y a su esposa Jacqueline Bouvier.
Durante el encuentro se trataron, entre otros temas, la firma de un convenio temporal para reducir la salinidad del río Colorado, cuyas aguas eran utilizadas por agricultores de Mexicali y un préstamo de 20 millones de dólares para el sector agrícola mexicano.
Desde su llegada a México el pueblo se rindió al carisma y simpatía de los Kennedy. Los recorridos por las principales calles de la ciudad en carro descapotado se volvieron parte de una verbena popular. Vallas interminables de gente y papeles de colores coloreaban el ambiente.
Y no se diga de la elegancia de la primera dama norteamericana. Sus atuendos, confeccionados para la ocasión hacían resaltar su belleza. Coordinados sastre, azules y rosas pastel, sombreros y guantes largos para el día y vestidos largos para las galas que les ofreció el gobierno mexicano.
Pero su sencillez era la que resaltaba, así lo demostró al asistir a una misa en la Basílica de Guadalupe rodeada de mexicanos. O cuando leyó un discurso en español para un grupo de trabajadores durante la inauguración de una unidad habitacional.

“Qué bonito reloj, señor presidente”

Pero recobremos el anecdotario. Se cuenta que durante un banquete en Palacio Nacional sucedieron dos momentos fuera del protocolo.
Fastidiado, tal vez, ante la insistencia del anfitrión de que de una vez por todas, Estados Unidos aceptara la devolución de El Chamizal, el presidente Kennedy, a la vista de los 20 volúmenes del proceso apilados en una larga mesa en el Salón de Recepciones, le pidió al traductor acercar el oído:
–Dígale que cuánto vale, en millones, el pedazo de tierra.
La respuesta del presidente Adolfo López Mateos fue instantánea:
–Dígale que no soy agente de bienes raíces”.
En otro momento, el presidente Kennedy chuleó el reloj de su homólogo mexicano.
¬”Qué bonito reloj señor presidente”. Inmediatamente, López Mateos se despojó de la prenda y se la obsequió al estadunidense. Pero la anécdota continuó.
Durante la inauguración de la Unidad Habitacional Kennedy, construida para obreros de las Artes Gráficas, (aquella en que Jackie leyó en español), el presidente López Mateos, chuleó a la primera dama norteamericana. –”Qué bonita es su esposa señor presidente”. Rápidamente Kennedy se quitó el reloj que le había obsequiado y en un español mochado, le dijo: –”ahí está su pinche reloj”.
Cierto o no, aquella visita cambió en mucho la percepción de los mexicanos acerca del pueblo norteamericano, así como sucedió en muchas partes del mundo, en parte y gracias a los Kennedy.