EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Empezar con el pie derecho

Abelardo Martín M.

Enero 05, 2016

Valorado o no, el factor “suerte” es determinante para el resultado de toda actividad o de toda persona. Hay quienes la definen como el momento en que coinciden el momento adecuado en el lugar correcto. Lo cierto es que la buena fortuna es bien apreciada y bienvenida, porque ayuda a que el destino sea afortunado o choque en el infortunio. En la política la suerte es fundamental y hay algunos políticos supersticiosos que la buscan, inclusive, en rituales realizados por médiums, comadreras o supuestos seres que reciben el “don” de “limpiar” o cambiar la mala fortuna del solicitante.
El estado de Guerrero es un sitio afortunado. La naturaleza lo ha dotado de incontables bellezas naturales, clima envidiable, localización inmejorable y paisajes muy difícilmente hallables en otros lugares del planeta. Su infortunio se ha manifestado en gobernantes incapaces o abusivos, la mayoría, o con mala suerte o fortuna, la minoría, que a pesar de sus esfuerzos no han sido capaces de hacer que coincida el gobernante correcto, en el momento indicado.
La soberbia, mezclada con la desmedida ambición y, peor aún, con la incapacidad técnica o ética o moral para ejercer los cargos públicos han llevado a Guerrero a un estado de ingobernabilidad y a la pérdida del sentido común. Por buscar el aplauso fácil, el resultado apantallante, sus gobernantes se olvidan de lo que cualquier constructor no se perdonaría: los cimientos van primero, después se colocará encima lo que sea. La construcción sería, de este modo, sólida y hasta bella, dado el arquitecto.
El gobernador Héctor Astudillo Flores está ante la disyuntiva de abandonar el gobierno errático, titubeante, superficial que ha caracterizado a la autoridad en los últimos años, y de una vez por todas, como buen constructor, ir a la cimentación de la gobernabilidad antes de la búsqueda de resultados efectistas con fines egocéntricos o electorales, da lo mismo.
La mayoría de los gobernantes recién nombrados o que están, todavía, estrenando el cargo, caen en la tentación inmediata de que el pueblo los reconozca, les aplauda. Quieren la fama, se olvidan del prestigio. Guerrero cada año vive la ensoñación de que todo está perfecto, todo marcha a las mil maravillas. Hay dos temporadas que más allá de coyunturas políticas o sociales resultan un éxito para los principales centros turísticos del estado, en especial Acapulco e Ixtapa- Zihuatanejo. Se trata de la Semana Santa y de las vacaciones de fin de año, en especial la última semana del año saliente y la primera del entrante. Las estadísticas de ocupación hotelera, casi siempre, están muy por encima del 90 por ciento y cercanísimas al 99.9 por ciento.
El error de origen es creer que la autoridad local tiene que ver con la decisión de turistas nacionales y extranjeros de correr todo tipo de riesgos electorales, sociales o políticos y trasladarse a esos centros de descanso, haciendo caso omiso de un clima tenso, caliente o efervescente que se vive el resto del año. El reporte periodístico dice que el gobernador informó que para este año “habrá una inversión federal de más de 11 mil millones de pesos para Guerrero, y aseguró que aunque la temporada turística decembrina no ha terminado sino hasta el próximo miércoles ‘ha sido un éxito’”.
Hoy, el gobernador Astudillo junto con el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez, dará una conferencia de prensa para informar de los resultados positivos en materia turística en Acapulco. Pero ya se anticipó y consideró “histórica” la afluencia que hubo en los principales destinos turísticos del estado; por ejemplo, en Taxco, hubo una ocupación hotelera de 85 por ciento y el turismo en Zihuatanejo fue principalmente internacional, lo que consideró positivo. En Acapulco nueve de cada 10 hospederías estuvieron llenas y la gente sigue llegando en estos días para concluir el periodo vacacional. “Guerrero arranca el año de forma muy correcta, muy positiva. El reto al final de cuentas es encontrar mayor paz, mayor equilibrio a la violencia que se ha manifestado recrudecida en los últimos tiempos, no puede haber tregua”, señaló.
Quiso ser todavía más optimista (“la confianza vence al gato”) y anunció que habrá inversiones para Guerrero, porque a pesar de que en la mayoría de los estados la federación no aumentó sus participaciones, en la entidad hubo un incremento del 11 por ciento. Habrá una inversión de más de 8 mil 500 millones de pesos para escuelas, obra pública y obras de alcantarillado; además de 3 mil millones que ejecutará la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Las historias felices o las cuentas alegres son un cristal muy delicado que se rompe casi por sí solo. La fragilidad de la seguridad es tan real, tan delgada que se rompe cuando menos se piensa. Por ejemplo, quién iba a pensar que apenas unas horas después de tomar posesión iba a ser asesinada la alcaldesa de Temixco, la perredista Gisela Mota Ocampo, en el vecino estado de Morelos. No había terminado el periodo vacacional, los visitantes nacionales y extranjeros que disfrutaban del sol y el clima de esa población aún estaban alrededor de sus albercas cuando la máxima autoridad local era abatida por asesinos que, aparentemente, pretenden delinquir sin consecuencias en esa “plaza”. De inmediato, en las especulaciones, surgieron las versiones de grupos delincuenciales que operan en los estados de Morelos y Guerrero. Por eso es tan arriesgado “cantar victoria” y tener muy, pero muy presente, que antes de tronar los cuetes o anunciar supuestas victorias debiera construirse un cimiento sólido de gobernanza que de credibilidad a la autoridad.
En la primera quincena del año Acapulco, Ixtapa-Zihuatanejo, Taxco y los demás sitios turísticos guerrerenses volverán a su realidad que tanto ha costado en términos de empleos, cierre de negocios, desesperación, desesperanza, incertidumbre y un clima de violencia que está latente y viva. Por eso es recomendable la prudencia, porque es muy fácil desbocarse y construirse falsas realidades que no corresponden con lo que se vive en el piso. También el gobernador Astudillo anunció el posible establecimiento del “mando único policial”, por lo que ordenó a la Secretaría de Seguridad Pública realizar los análisis correspondientes y concretarlo en un semestre.
Dijo a los alcaldes que dialogará con ellos acerca del mejor modelo policiaco. “Donde quiera que he hablado con ellos les he planteado que se cuiden, que sean prudentes: no viajar de noche, no exponerse hasta para ir a un lugar. Creo que son tiempos de cuidarse de manera personal”. El mismo Astudillo, la víspera de tomar posesión estuvo en el sitio equivocado en el momento en que se desató una balacera y no se supo del todo si el atentado iba directo contra él.
El primer minuto del viernes pasado, al inicio del 2016, Acapulco, en efecto, era una fiesta. Durante 15 minutos no cesó el cielo de mostrar el regocijo por la llegada del Año Nuevo. Nadie en sus cabales podría pensar que con ese clima, en esa paz, con esa alegría pudiera ser uno de los estados más golpeados por la violencia, la ingobernabilidad, la ausencia de autoridad en los últimos años, y es muy fácil quedarse con esa imagen y hasta creerse que todo ya cambió. La esperanza, en efecto, se renovó, pero eso no indica que ya haya ocurrido lo que se necesita para haber resuelto los graves y ancestrales problemas que tienen que ver con educación, salud y con un gobierno que no truene los cuetes antes de tiempo. Anticipar triunfos puede ser el cimiento, ése sí sólido, de un gran fracaso que ya nadie espera, ni quiere.