EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

En América Latina, para los amigos todo, para los enemigos la ley

Gaspard Estrada

Septiembre 09, 2020

 

En América Latina, el tiempo pasa, pero las viejas prácticas políticas perduran. Se podría pensar que después de casi cuarenta años de transición política, una de las premisas de la democracia –el respeto al pluralismo político en la arena electoral – estaría asimilada por la totalidad de las clases políticas latinoamericanas. Sin embargo, desde hace algunos años, es posible constatar una serie de regresiones autoritarias cada vez más preocupantes, inclusive en países donde los sistemas electorales parecían ser más sólidos.
Pero comencemos con los ejemplos más claros de esto. En Venezuela, durante años, la oposición alternó sus estrategias políticas, entre una vía electoral y otra golpista. A finales de los años 2000, conscientes del costo para la oposición de haber intentado derrocar a Hugo Chávez por la vía de un golpe de estado en 2002 y del posterior boicot a las elecciones parlamentarias de 2005, la oposición liderada en ese entonces por Enrique Capriles decidió participar en los comicios presidenciales de 2012 y 2013. Si bien este último perdió esas elecciones, su participación –y sus buenos resultados electorales– le permitieron obtener el status de líder de la oposición. Por otro lado, para el régimen chavista, el hecho de tener un líder de la oposición dentro de la arena electoral le permitía tener legitimidad democrática, a pesar de las múltiples inequidades a favor del gobierno realizadas durante el proceso electoral. Sin embargo, todo cambió cuando la oposición comenzó a ganar las elecciones. En 2015, los candidatos opositores al gobierno de Nicolás Maduro obtuvieron la mayoría de los escaños de la asamblea legislativa. De tal suerte que por primera vez desde 1998, la oposición estaba en capacidad de ejercer un contrapeso frente al ejecutivo. Este último, en vez de reconocer el resultado y jugar el juego de la democracia, decidió coartar los derechos de la asamblea, y más adelante, quitarle sus derechos políticos a Enrique Capriles, lo que le restó legitimidad a la elección presidencial siguiente.
Infelizmente, el método de excluir a candidatos por la vía jurídica se ha vuelto algo común en la región. En Brasil, el ex presidente Luis Inácio Lula da Silva, fundador del Partido de los Trabajadores (PT), fue objeto de una campaña mediática y judicial para impedir que fuera candidato a la presidencia de la República. A partir de 2016, el líder de la izquierda brasileña fue objeto de siete procesos judiciales. Un año después, en julio de 2017, el entonces juez Sergio Moro condenó en primera instancia a Lula, que fue posteriormente condenado en segunda instancia en enero de 2018. Fue a raíz de esta segunda condena que el ex presidente fue inhabilitado para participar en las elecciones de 2018, lo que abrió el paso a Jair Bolsonaro, un político de bajo perfil de Rio de Janeiro. Así fue como por la acción politizada de la justicia, la extrema derecha pudo llegar al gobierno del país más grande de América del Sur. Felizmente, después de más de un año y ocho meses de un encarcelamiento injusto y a todas luces ilegal, la justicia brasileña resolvió liberar al ex presidente Lula gracias a un cambio de la jurisprudencia. Más recientemente, la justicia ecuatoriana hizo lo propio con el ex presidente Rafael Correa, al prohibirle ser candidato a la vicepresidencia, junto con su ex ministro Andrés Arauz, después de haberlo condenado por un supuesto caso de corrupción. En Bolivia, después de que el ejército y la policía, junto con las fuerzas políticas de derecha impusieran la salida del entonces presidente Evo Morales del país, el candidato a la presidencia del partido Movimiento Al Socialismo (MAS), Luis Arce, ha sufrido embates de parte de la justicia electoral. Así se ha intentado fragilizar su candidatura, y evitar el regreso al poder del grupo político que transformó Bolivia.
En un momento en el cual buena parte de los países de América Latina se apresta a entrar en un nuevo ciclo electoral, estas señales son preocupantes.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada