EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

En casa del jabonero

Abelardo Martín M.

Marzo 08, 2022

No puede soslayarse, omitirse ni dejar pasar la terrible violencia ocurrida en el estadio de futbol La Corregidora, en Querétaro, que descubrió un estado individual y colectivo fuera de control, a menos que los actores de las agresiones hubieran estado totalmente narcotizados o la inexistencia de “limites” legales, mentales o morales.
Quedó al descubierto, asimismo, que en cualquier momento, en cualquier lugar, sin motivo real o aparente un problema grave, un accidente, puede ocurrir y poner en jaque a la sociedad y al gobierno. Muchas lecciones pueden aprovecharse de lo ocurrido en la entidad que gobierna el panista Mauricio Kuri, quien se disponía a viajar a Europa para promover inversiones. Se ve que no son tiempos, como lo ha exaltado el presidente Andrés Manuel López Obrador, de viajar, porque los mandatarios tienen que estar al pendiente de todo lo que ocurre.
Llama la atención, además, Querétaro ha presumido en los últimos tiempos de una supuesta paz y una gobernabilidad cuya fragilidad quedó exhibida en toda su crudeza.
Uno de los signos de los últimos tiempos en México ha sido la creciente debilidad de los gobiernos legalmente constituidos y establecidos. La corrupción llevó a la sociedad a un estado de indefensión frente a intereses económicos y políticos, principalmente, que han desdibujado y deteriorado el papel del gobierno como promotor y garante de la tranquilidad, de la paz social, del justo progreso para todos y cada uno de sus habitantes. Este es el gran problema del país, en los tres niveles del gobierno, el municipal, sujeto a intereses o sometido frente a grupos delincuenciales que actúan con impunidad, o también frente a intereses económicos que impiden la aplicación de la ley.
La ley, saben los abogados y los impartidores de justicia, no es negociable, salvo en aquellos casos en los que se impone la corrupción o los intereses.
Pero, luego de este inevitable tema, el segundo que llama la atención es la celebración del Día Internacional de la Mujer, género de la sociedad al que se le sometió a la marginación y que, consecuencia en una larga lucha en todos los niveles, ha comenzado a llamar la atención y a rendir frutos. El mejor ejemplo es que Guerrero, por primera vez en su historia, es gobernado por una mujer, Evelyn Salgado.
Este 8 de marzo celebramos una vez más en el planeta la fecha instituida hace ya casi medio siglo, que ha venido cobrando significación a medida que la presencia femenina crece en el mundo y se logran mayores espacios para su participación. Muchos son los logros obtenidos. En los recientes años, las leyes han cambiado para reconocerles derechos en condiciones de igualdad, prevenir y castigar abusos y discriminación por razones de género, y asegurarles espacios paritarios en la vida pública del país.
La Organización de las Naciones Unidas ha convocado este año a la celebración con el lema “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”. El organismo internacional advierte que las mujeres y las niñas sufren más el impacto de la crisis climática ya que ésta amplifica las desigualdades de género existentes y pone la vida y los medios de vida de las mujeres en peligro.
En contrapunto de la estrategia internacional, en nuestro país durante los últimos años la efeméride se ha vuelto espacio, no sólo de manifestaciones feministas, sino de expresiones de violencia y destrucción callejeras impensables en otras épocas.
Violencia y feminismo suenan como términos antitéticos. Pero la amalgama que observamos es, tal vez, signo de los tiempos. Se inscriben en una espiral crítica, en la que acontecen otros muchos sucesos, algunos ominosos que vive el país, el más reciente de ellos el ataque vandálico sufrido por aficionados al futbol en Querétaro que ya mencionamos, el cual causó conmoción pública por la crueldad extrema mostrada y lo absurdo de las circunstancias.
En Guerrero, esta es la primera ocasión en que el 8 de marzo tiene lugar con una mujer encabezando el gobierno del estado, cuyo gabinete además ahora tiene una composición paritaria. En una entidad en que, como señala el obispo de Chilapa, la sociedad es machista, el dato no es menor, aunque claramente puede resultar insuficiente para la causa de las mujeres.
Hay en el estado muchos temas pendientes en la agenda de reivindicaciones feministas. Uno de gran urgencia es abatir la criminalidad que azota prácticamente todo el territorio, y que propicia fenómenos extremos de violencia contra las mujeres, entre ellos la trata de personas y los feminicidios. También, acabar con la costumbre, arraigada en muchas comunidades rurales, de los matrimonios forzados y la venta de niñas para estos fines.
Otro ámbito es el de ofrecer posibilidades de bienestar económico y social a las mujeres, acceso a educación, empleos y salarios dignos, que les brinden independencia financiera y reconocimiento en el entorno en que se desarrollan.
Esta transformación requiere de entrada un compromiso gubernamental, pero también la madurez y la participación informada de la gente, para generar un cambio cultural que haga posible otros esquemas de comportamiento y una nueva relación social.
De la capacidad de lograrlo depende la calidad del futuro que labremos para las nuevas generaciones en el estado.
Mientras tanto, una buena noticia es que en el país y en Guerrero ahora sí parece cercana la remisión de la pandemia de Covid que azotó al planeta por más de dos años. Prácticamente todo el territorio nacional está en el semáforo verde, y en el estado mantenemos esa condición que ya se había alcanzado desde semanas anteriores. No hay que bajar la guardia, menos distraerse, porque en el momento más inesperado “salta la liebre” o surgen problemas no anticipados por negligencia, omisión o, por qué no decirlo, también por corrupción. En cuanto a la pandemia, el pronóstico es optimista.
Pero no se puede ser omiso, menos confiado o confiada porque como advierte el dicho “en la casa del jabonero, el que no cae, resbala”. Más vale no confiarse, el ambiente refleja crispación, enojo, y la violencia está a la vuelta de la esquina.