EL-SUR

Jueves 02 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

En la capital de los mangos

Silvestre Pacheco León

Marzo 18, 2024

Era el día 11 de marzo, mi esposa y yo habíamos salido de Zihuatanejo a las 9 de la mañana con destino al puerto de Acapulco. Pensando en los imponderables de la carretera tomamos la decisión viajar por la mañana a pesar del inconveniente que tiene recibir el sol de frente en todo el camino, pero eso era preferible con tal de evitar los riesgos de los bloqueos que se han vuelto parte del paisaje en nuestra región, y llegar al puerto durante el horario de oficina para realizar en un solo día la gestión motivo de nuestro viaje.
Antes de viajar habíamos visto el video de la acción temeraria de los estudiantes de Ayotzinapa abriendo con violencia una puerta del Palacio Nacional en exigencia de un diálogo con el presidente, y visto en las noticia lo acontecido en Chilpancingo el día jueves cuando la policía del estado asesinó a un joven estudiante de la misma escuela, identificado como uno de los activistas que participó en el derribo de la puerta del Palacio Nacional.
En todo caso, pensamos, si alguna protesta se produce será en Chilpancingo y nosotros solamente queremos llegar al puerto de Acapulco.
Temprano habíamos preparado el desayuno para el camino sin sustraernos a la oportunidad de almorzar en algún lugar que nos apeteciera y hasta habíamos comentado pasar a la cabecera de Técpan recordando lo rico de sus almuerzos cuando justo a las 10 de la mañana tuvimos que hacer alto total en la carretera detrás de la pipa que transportaba nitrógeno líquido, que de pronto se había detenido.
Estábamos en el poblado de San Luis de la loma cuya fama no es precisamente la paz social, por eso me resistí a la sugerencia de mi esposa para bajarme del auto y averiguar lo que sucedía adelante, y mejor propuse esperar dando cuenta de nuestro desayuno dentro del vehículo.
Pasada media hora de espera decidí bajarme e incursionar hasta la punta de los autos parados, precisamente en la entrada al puente del río de San Luis san Pedro donde unas veinte mujeres, la mayoría madres jóvenes, tenían bloqueado el puente y detenido el tráfico en los dos sentidos de la carretera para presionar a las autoridades en su demanda de que enviaran una maestra para sus hijos del jardín de niños Gabriela Mistral quienes desde hace 15 días se habían quedado sin clases porque la titular del grupo se había ausentado tras sufrir una supuesta amenaza.
Las madres explicaban en sus pancartas que ya habían realizado todas las gestiones ante las autoridades educativas quienes respondieron que no había maestros. Por eso tomaron la decisión de bloquear la carretera federal 200 para presionar en su demanda.
Como no había en el bloqueo ninguna autoridad quise probar el sistema de atención a emergencias y marqué el 911 que hasta el tercer intento me atendió. Hice el reporte, di los datos requeridos y esperé.
En poco tiempo llegaron dos patrullas de la Guardia Nacional hasta el puente con sus sirenas encendidas, averiguaron lo sucedido y se retiraron. Después hicieron presencia dos policías de tránsito municipal que estuvieron todo el tiempo ayudando a evitar disturbios entre automovilistas.
Como en mi intervención no prosperó mi propuesta de que e bloqueo fuera intermitente para evitar el enojo de los automovilistas no tuvo resultado, y al percatarme de que nadie me secundaba, regresé a mi lugar con la misma paciente resignación que vi de la mayoría que permanecía dentro de sus autos y mejor convencí a mi mujer que me siguiera para buscar una sombra donde pasarla mejor y en poco tiempo otros automovilistas hicieron lo mismo.
Bajo la sombra de los árboles de mango junto a la carretera se comenzaron a formar grupos de vecinos y viajeros donde el tópico eran los recientes hechos de violencia que volvían a poner a Guerrero en la palestra de los noticieros de la radio y la televisión.
Las opiniones eran diversas y dignas de tomarse en cuenta, unas de hartazgo contra de los actos vandálicos de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa poniendo en riesgo a la población, otras contra la policía estatal como cuyo antecedente más recordado fue el asesinato a mansalva contra campesinos en el vado de Aguas Blancas en junio de 1995, y una larga lista de abusos cometidos recientemente contra transportistas a quienes dicen que hostigan, detienen y les siembran droga para inculparlos. Por eso a nadie le parecía creíble la primera versión del gobierno sobre la muerte del normalista Yanqui Kothan el 7 de marzo a quien hacían aparecer como agresor de la policía.
En resumidas cuentas, salió a flote la inconformidad en este grupo sui generis por la situación actual en el estado donde ninguna opinión se escucha de alguien creído en que las cosas van a mejorar.
Por eso cuando me preguntan mi opinión les reitero que entre todo lo negativo tenemos que ver los cambios que están emergiendo en la sociedad como el hecho de que la política haya dejado de ser privilegio de unos cuantos dedicados a hacer negocio con ella y ahora seamos testigos que a pesar del miedo la gente se sobrepone y van surgiendo liderazgos en esa nueva realidad creada por los programas sociales que sin duda están teniendo un impacto positivo en millones de familias y serán los que pueden cambiar la situación en el futuro.
El más enfático y apasionado en la plática es un maestro jubilado que sostiene juiciosamente que hace falta liderazgo en la izquierda como el que había cuando era oposición, que ahora con el poder en sus manos no sabe qué hacer frente a la violencia desbordada.
Con esas pláticas tan enriquecedoras en el ambiente costeño el tiempo pasa rápido, y como hemos perdido la esperanza de llegar al puerto en horario de oficina, mejor optamos por pasarla bien con lo que está a nuestro alcance, por eso pienso en los mangos ahora que estamos en su capital, como lo dice el lema del pueblo. Por eso le pregunto a don Beto, un vecino que está regando con agua el frente de su casa, dónde puedo comprar esa fruta que es de mis preferidas y me da de referencia las bodegas que hay en el llano donde venden por caja, pero como eso implicaría perder mi lugar en la fila de carros, desisto del propósito hasta que el vecino comedido deja por un momento su tarea de regar para ir detrás de su casa de donde regresa en seguida con una bolsa llena de mangos ataulfo recién cortados y que él insiste que son manilas.
Así pasa el medio día habiendo visto desfilar por el carril contrario a no pocos viajeros que bajando de los autobuses parados por el bloqueo siguen su camino jalando sus maletas de ruedas pensando que encontrarán un relevo que os quiera llevar, y como en todo bloqueo carretero no faltan los automovilistas osados y con prisa que invaden el carril contrario con la ingenuidad de pasar primero pero creando en la punta un nudo difícil de desatar. Solo los motociclistas van y vienen por el carril contrario aprovechando que el bloqueo no los considera ni impide su paso. Luego aparecen los estudiantes que han salido de clases y en fila india celebran el espectáculo de tanto carro parado .
Por momentos parece un día de fiesta porque con la cercanía del Oxxo a cual más camina por las cervezas frías. En este ambiente festivo la que hace su agosto es doña Amalia, una indigente que viene del vecino San Jerónimo pidiendo limosna, luego llega el momento de risa cuando una señora que pasa de prisa delante de nosotros dice ufana cubriéndose la cabeza con un rebozo, “a ver a mí que me detengan, a fin ando sin llantas”, dice riendo.
Unos hermanitos, niño y niña, pasan vendiendo chicharrones y plátanos fritos con salsa picante a 20 pesos la bolsa. Sus clientes son choferes de un torton a quienes durante las 4 horas de bloqueo nunca vi bajarse de su camión.
Con el calor que hace estragos yo pienso en las mujeres que bloquean el puente porque solo algunas traen sombrillas y la mayoría ni siquiera un sombrero o rebozo para cubrirse del sol que quema la piel.
Ya demasiado tarde aparecen en escena vendedores de agua y refrescos con un carro de super mercado rebosante de botellas de agua y refrescos recorriendo la carretera, cuando un grupo de las mamás pasa frente a nosotros y nos dicen que en media hora terminará el bloqueo. En respuesta les reclamamos por qué abandonan a sus compañeras cuando nosotros estamos apoyando y nos responden que van comisionadas a recoger a los niños que tuvieron clases.
Casi es la hora de la comida cuando se quita el bloqueo. Las mujeres se notan cansadas, insoladas y no tan satisfechas, pero nos dan las gracias por nuestra espera.