EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

BAJO EL ALA DEL SOMBRERO

En los tiempos de la 4T, Zapata vive…

Carlos García Jiménez

Junio 26, 2020

BAJO EL ALA DEL SOMBRERO

(Segunda de cinco partes)

In memoriam de René González Justo, un guerrerense siempre inquieto, alegre y rebelde. ¡Buen viaje amigo!

Para rescatar al campo del deterioro provocado por las políticas públicas neoliberales de los últimos cinco sexenios, ha venido germinando en este sector una convergencia de organizaciones campesinas nacionales y regionales que se ha dado en llamar Movimiento Campesino Plan de Ayala Siglo XXI (MCPASXXI). Con una plataforma de propuestas estratégicas, pero con acciones hasta ahora coyunturales, este movimiento se sumó en 2012 y 2018 a la campaña electoral del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con quien suscribió el Plan de Ayala Siglo XXI, considerado la versión actual del plan zapatista de 1911.
El Plan de Ayala Siglo XXI plantea que para salvar al campo se requiere de “un nuevo modelo de desarrollo rural que tenga como ejes: la Soberanía Alimentaria; la reorientación del gasto público hacia las pequeñas unidades campesinas; el comercio justo; la producción agroecológica; la defensa del territorio, el ejido, las comunidades; el manejo sustentable del agua y la biodiversidad; el derecho a la agroalimentación nutricional y a la vida libre de violencia…”
La versión guerrerense de este movimiento campesino –MCPASXXI-GRO–, surgió en el marco de la coalición Juntos haremos Historia; al principio era apenas una docena de organizaciones rurales de Costa Chica, Acapulco y Costa Grande; así como profesionistas del campo y enlaces campesinos en las otras cinco regiones de la entidad. El 28 de noviembre del 2017 una comisión de guerrerenses asistió al primer encuentro nacional de organizaciones campesinas en la ciudad de México. Allí, las más de 100 organizaciones rurales participantes formalizaron la constitución del MCPASXXI, enarbolaron la bandera del Plan de Ayala Siglo XXI y acordaron sumarse a la campaña electoral. Con este propósito acordaron realizar encuentros similares en las 32 entidades del país.
El encuentro, en Guerrero, tuvo lugar en diciembre de ese mismo año con la representación de 50 organizaciones de las 8 regiones; allí se integró una Comisión de Enlace Estatal para articularse al movimiento nacional y “bajar” este proceso organizativo a ras de tierra. De entonces a la fecha ese movimiento se mantiene activo promoviendo propuestas alternativas para la transformación del campo guerrerense.

De la coyuntura electoral a la era de la 4T

La coyuntura electoral del 2018 fue un ciclo que inició con la conformación de la alianza electoral que postuló a López Obrador como su candidato (noviembre del 2017). Tuvo su momento culminante el día de las elecciones (1 de julio del 2018) que dio el triunfo a dicha Coalición. Y su momento final fue la toma de posesión del nuevo presidente de México (1 de diciembre del 2018).
La nueva coyuntura, que definimos aquí como era de la 4T, es continuación de la coyuntura electoral. Se visualiza más prolongada y segmentada en cuatro etapas: posicionamiento del nuevo gobierno (2019-2020), reacomodo y consolidación del equipo de gobierno (2021), apogeo de la 4T (2021-2022), y preparación de la continuidad de la 4T (2024).
¿Cómo ha influido el movimiento social en dichas coyunturas, y cómo puede seguir influyendo para avanzar hacia las aspiraciones históricas del campesinado? Esta es una cuestión que está presente en el MCPASXXI-GRO considerando que en la coyuntura electoral “se ganó la elección, pero no el gobierno”, y que en la era de la 4T “solo el pueblo salvará al pueblo”.
En tal sentido las expresiones organizativas que el movimiento ha venido promoviendo a ras de tierra responden a necesidades específicas de cada coyuntura. Así, previo a las elecciones del 1 de julio, impulsó Comités campesinos para la promoción y defensa del voto; durante la consulta ciudadana para la integración del plan de los primeros 100 días del gobierno electo, promovió Comités de Desarrollo Comunitario (CDC); y en la era de la 4T, ha dado vida a la Coordinadora de Comisariados Ejidales y de Bienes Comunales. Aunque algunas de estas expresiones organizativas han tenido vida efímera, sin embargo, representan atisbos de lo que puede ser una nueva forma de participación y organización social en la era de la 4T.

Nuevo actor social en el campo

Construir una nueva organicidad social en el campo, y postular una plataforma de proyectos estratégicos –con enfoque de integralidad, sustentabilidad, inclusión social y equidad de género–, marca la diferencia de este movimiento con respecto a las organizaciones rurales tradicionales existentes en Guerrero y otras entidades del país. Éstas por lo general se mantienen en la inercia de la “movilización social” para obligar al gobierno a “negociar” beneficios inmediatos para conservar su “clientela y vigencia” como “organizaciones gestoras”.
Contra lo que piensan los líderes campesinos tradicionales –los que cuestionan el derrumbe del sistema clientelar y de negociaciones cupulares– de que, en virtud del rápido posicionamiento del MCPASXXI-GRO, éste sería “la nueva CNC” o la “organización campesina oficial”, la realidad señala otra cosa.
La realidad es que, frente a un gabinete rural predominantemente neoliberal (una aberración de la 4T), las propuestas históricas y estratégicas del MCPASXXI-GRO para el rescate del campo guerrerense, siguen pendientes. Lejos de ser este movimiento la nueva organización rural corporativa, es ahora la nueva expresión de lucha campesina autónoma con una plataforma propia: el Plan de Ayala Siglo XXI y los resolutivos del primer Congreso Campesino Estatal que postuló el rescate del campo guerrerense en nueve ejes temáticos (ver próximas entregas).
En la era de la 4T el MCPASXXI en Guerrero –y su expresión nacional– ahora enfrenta desafíos más complejos. Por una parte, un discurso presidencial esperanzador y programas sociales que, lejos de fortalecer la soberanía alimentaria y el asociativismo rural, fortalecen el clientelismo y paternalismo de viejo estilo. Por otra parte, la permanencia de una subcultura social proclive al inmediatismo y paternalismo gubernamental, aunada a una dirigencia tradicional que prioriza puestos o canonjías personales.
En tanto, la consigna ¡Zapata vive, la lucha sigue! continuará vibrando en reuniones y movilizaciones campesinas, impulsando cambios verdaderos en las políticas públicas rurales, y pinchando al toro reumático para que administre sin corrupción y con eficiencia los programas públicos.
A pleno Sol: Mientras Miguel García Winder, responsable nacional del Programa de Fertilizante 2020, recientemente informó Etidel padrón de beneficiarios que no terminan inflar) ya recibieron su fertilizante, ¿qué opinión tendrán los campesinos (unos 20 mil) que aún no son validados o no aparecen en el padrón, a pesar de que fueron respaldados por sus asambleas comunitarias?