EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Es Ankor un tigre de papel?

Silvestre Pacheco León

Noviembre 29, 2015

“Tigre, tigre que te enciendes en luz por los bosques de la noche

¿qué mano inmortal, que ojo osó idear tu terrible simetría?”

William Blake

Un tigre en fuga

Curioso por la fecha en que se dio a conocer el hecho, porque coincidió con el aniversario de los acontecimientos de Iguala. El escape del tigre Ankor de la jaula donde vivía cautivo en el centro recreativo Paraíso de los Manglares de Coyuca de Benítez, primero causó estupor, luego miedo y después suspicacia.
–En estas fechas, del tigre nomás ha de estar su piel como trofeo en la oficina del jefe militar que encabezó la batida contra el animal en los primeros días de que escapó, me dice en Chilpancingo uno de los funcionarios del gobierno.
Según su razonamiento, no se sabrá más del felino porque la institución armada se vería mal informando que lo mató.
Alentado por otra información oficial recuperada a trasmano, asegurando que Ankor es un tigre inofensivo, que carece de colmillos y garras desde pequeños porque es requisito que establece la Profepa para tenerlos en cautiverio, me animo a pasar por esa franja de la costa para hacer mi propia investigación.
El Paraíso de los Manglares es una pequeña área
que se extiende desde Pie de la Cuesta, en el sureste, al río Coyuca en el noreste, acotado al sur por el Océano Pacífico y al norte por la carretera costera.

El Paraíso de los Manglares

En la gasolinera de Coyuca le pregunto al dependiente sobre el tigre y me responde que si la existencia del animal fuera cierta, ya la maña se habría encargado de él sabiendo que lo puede vender.
–Ya hasta lo hubieran traficado por cientos de miles de pesos, me dice el muchacho.
Primero paso a Potreritos, como se conoce al caserío más próximo al Paraíso de los Manglares, luego sigo al rancho del Cura donde nada parece alterar la vida de los costeños y nadie está enterado de tanta movilización en torno al tigre de Bengala, y menos que la raza de esos felinos es originaria de la India y que está en peligro de extinción.
La entrada al manglar se anuncia con un cocodrilo monumental de fibra de vidrio construido en una meseta a la orilla de la carretera. Desde ahí se tiene la panorámica del hábitat actual del tigre de Bengala al que le adjudican la muerte de cuatro becerros, dos perros, dos gallinas, y el ausentismo de los estudiantes en las escuelas de la zona.

La zona de la aceitera

Sigo mi camino y me detengo en la aceitera, como le llaman los lugareños a la zona aledaña a la planta industrial que está a la orilla de la carretera, a escasos 5 kilómetros de la cabecera municipal, donde dicen que han visto merodear al felino.
He ido atento con ganas de ver al tigre subido en la rama de algún árbol al acecho de los gordos caballos que pastan alegremente en los tulares, pero luego me recuerdo que National Geographic informa que esas fieras capaces de comer hasta 25 kilos de carne en una sesión, son cazadoras nocturnas.
Son varios los hatos de ganado que veo en los potreros pastando en la tarde apacible. Una vaca camina tranquila con una garza posada en su espinazo, mientras el becerro va tras ella.
En el área la gente no se muestra inquieta ni sabe de los cazadores contratados por el gobierno, luego del exhorto de los diputados para que lo capturen vivo.
Como pocos leen el periódico, nadie ha reparado en el curioso dato que publican los medios sobre el campamento de los especialistas, que “mantiene vigilancia las 24 horas en un perímetro de cien metros” (¿?).
Tampoco encuentro alguien que pueda corroborar con una foto la noticia de los especialistas de que efectivamente el animal fue avistado el martes por aquí.
Después de 33 días de búsqueda masiva e infructuosa de un animal indefenso por el Ejército, la Marina, las corporaciones policiacas, Protección Civil y el personal de la Profepa, me asalta la duda acerca de la razón para que el gobierno en general se exhiba en su absoluta ineficacia, como si no tuviéramos bastante con la fuga de El Chapo y la incertidumbre sobre el paradero de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa.
Mientras interrogo a los pícaros pescadores de la barra de Coyuca que en una entrevista han pedido armas para defenderse del terrible animal, alguien me recuerda que en julio del año pasado la Profepa rescató un tigre semejante en una casa de Chilapa, una hembra con 125 kilos de peso y más de medio metro de alta.

La abundancia de tigres

Lo anterior me permite elucubrar que si sumamos los ejemplares que han nacido en cautiverio como propiedad privada, y los que viven en los zoológicos de Chilpancingo y Acapulco, nuestro estado podría figurar en el mundo no sólo en la lista de los más violentos, sino también como el territorio privilegiado para la reproducción de esa especie de tigres que estando en la India en peligro de extinción, aquí se reproducen con toda generosidad.
Sólo habría que averiguar el secreto de su crianza entre esa clase especial de personas conocidas en la sociedad por sus actividades nada edificantes, que tienen en común su afición por los animales exóticos.

Ankor es un tigre de papel

Pero menos en broma y más en serio, el caso del tigre de Coyuca está poniendo en un predicamento al gobierno porque, primero, está obligado a probar la existencia real del felino, y luego demostrar que se trata del mismo que supuestamente escapó el 26 de octubre, y eso no es como dar gato por liebre a una sociedad desinformada, porque ahora esa sociedad sabe que ningún tigre, con todo y lo manchados que son, es igual en sus manchas uno de otro.
Si el escape del tigre pensaba manejarse como el recurso de la “caja china”, para distraer a la sociedad de otros temas que la ocupan, explotando su miedo, la medida ya no le funcionó porque al final los costeños han descubierto que se trata de un simple tigre de papel.