EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Esperanza

Saúl Escobar Toledo

Diciembre 23, 2015

La novela retoma en diversos momentos el drama de la movilización minera, pero también narra la vida y la personalidad de Esperanza, una mujer atractiva, según el relato de quienes estuvieron cerca de ella, independiente, deportista, culta y valerosa. Decidida a luchar por la justicia y a defender a los trabajadores, abiertamente de izquierda.

En estos días de fiestas decembrinas, quizás resulte más aconsejable aprovechar este espacio para comentar un buen libro. Pensando en que algunos lectores de El Sur podrían tener más tiempo para elegir un texto atractivo, sobre todo si se trata de una novela que nos emocione de principio a fin, aquí va una sugerencia.
Mi elección es Otra máscara de Esperanza de Adriana González Mateos (Océano, 2014), una narración basada en hechos reales y cuyo personaje central es Esperanza López Mateos, una mujer casi totalmente olvidada desde hace varias décadas a pesar de haber sido muy conocida en su tiempo. El relato gira en torno al misterio de su muerte, a los 44 años, ya que nunca quedó completamente aclarada la causa de su fallecimiento: ¿fue asesinada o se suicidó?
La trama no se queda en la investigación que realiza un agente del Ministerio Público, decidido a llegar a la verdad, aunque sus superiores le ordenen dar por cierto el suicidio y “olvidarse del asunto” para proteger la imagen de su hermano Adolfo, en ese momento senador de la República y a punto de convertirse en secretario de Trabajo en el gabinete del presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958). Como sabemos, López Mateos llegó también a gobernar el país en el sexenio siguiente. Y los hechos en torno a la vida y la muerte de Esperanza no se volverán a mencionar durante muchos años.
La narración es más que un thriller o novela de suspenso y está construida sobre varios planos: la vida sentimental de Esperanza, su relación con otro personaje misterioso, el escritor B. Traven, la vida política e intelectual de México durante esos años, el final del sexenio de Miguel Alemán (1946-1952) y, sobre todo, la vinculación de la protagonista con la huelga de los mineros de Nueva Rosita y la Caravana del Hambre que llevaron a cabo desde su lugar de trabajo, al Norte de Coahuila, hasta la Ciudad de México.
Este último acontecimiento es determinante en la novela ya que podría explicar la razón de la muerte de Esperanza. Tanto porque pudo haber sumido a la protagonista en una profunda tristeza como resultado de la represión de que fueron objeto los mineros y el vuelco derechista del gobierno, como porque su solidaridad y su activismo lastimó intereses de personajes encumbrados (entre los que podría estar el mismo presidente Miguel Alemán), los cuales pudieron haber decidido tomar venganza y silenciar a Esperanza por las denuncias que ella había hecho y podría seguir haciendo relacionadas con la corrupción del gobierno en turno.
El movimiento de los mineros del carbón comenzó en 1950 en Palau, Coahuila, debido al rechazo de los trabajadores a aceptar una directiva impuesta por las autoridades del Trabajo. Como en esos momentos se revisaba el contrato colectivo, ello provocó el rompimiento de las pláticas con la empresa y el estallamiento de la huelga. Muy cerca de ahí, en Nueva Rosita, otro grupo de trabajadores, también mineros, sufrían una ofensiva similar en contra de su organización obrera con el apoyo del gobierno federal. La resistencia obrera trató de ser aplastada mediante la intervención del ejército que ocupó los locales sindicales buscando descabezar al movimiento y obligarlos a aceptar una directiva dócil a los intereses de la Compañía. Así las cosas, el 16 de octubre, 4 mil quinientos mineros de Nueva Rosita se sumaron a los mil 300 trabajadores de Palau en un movimiento que paralizaría la región carbonífera de Coahuila.
Ante el paro, las autoridades intensificaron la represión. Cerraron las cooperativas de consumo donde las familias de los mineros realizaban su abastecimiento indispensable; clausuraron la clínica médica; metieron esquiroles a las minas apoyados por el ejército; y persiguieron a los dirigentes. La política de terror se llevó al extremo y se suspendieron de facto las garantías individuales. La tropa prohibió las reuniones públicas, impuso el toque de queda y se dedicó a patrullar constantemente la ciudad.
Aislados geográficamente de la solidaridad nacional, acosados por el ejército en sus propias calles y viviendas, sin alimentos ni atención médica, los mineros decidieron romper el cerco. El 20 de enero de 1951, 5 mil huelguistas y muchos de sus familiares iniciaron una caminata de mil 500 kilómetros a la Ciudad de México. A lo largo de su recorrido, la simpatía popular se expresó constantemente. Por fin, casi dos meses después, la caravana llegó al Zócalo el 10 de marzo y se realizó un gran mitin con miles de personas que fueron a solidarizarse con los mineros.
Sin embargo, su estancia en la capital no logró abrir ningún resquicio. Nadie atendió a los huelguistas. El presidente Alemán rechazó pública y tajantemente cualquier diálogo. La represión se agudizó y la solidaridad se hizo más débil. En estas condiciones, el 20 de abril de 1951 los mineros decidieron regresar a su lugar de origen sin haber alcanzado ningún acuerdo.
El gobierno liquidó al movimiento sin contemplaciones y decidió apoyar a toda costa a las empresas norteamericanas, principalmente ASARCO. El tratamiento que las autoridades dieron a los mineros fue similar a la del Estado porfiriano cuando reprimió la huelga de Río Blanco. En menos de cincuenta años la historia parecía haber dado un giro completo para llegar al mismo punto de partida.
La respuesta del gobierno de Alemán a la Caravana del Hambre fue la culminación de una política pensada para acabar con el movimiento obrero que se había mantenido en pie desde los años treinta. En 1947 expulsaron de la CTM a Vicente Lombardo Toldedano y desde entonces Fidel Velázquez se convirtió en el líder eterno de la Confederación. En los años siguientes acabaría con las dirigencias legítimas de los trabajadores en los sindicatos de ferrocarrileros, mineros, petroleros y telefonistas. Las resistencias obreras fueron aplastadas mediante la fuerza con la intervención directa del Ejército e imponiendo a líderes completamente dóciles al gobierno. El caso de los ferrocarrileros fue tan relevante que se considera que fue entonces cuando surgió el charrismo sindical. Por su parte, la lucha de los mineros de Coahuila, por su tenacidad y valentía, iniciaría simbólicamente la larga marcha del movimiento obrero independiente. Un movimiento que ha tenido que pagar un enorme precio por su disidencia, por rechazar liderazgos espurios y practicar la democracia dentro de sus sindicatos.
La novela retoma en diversos momentos el drama de la movilización minera, pero también narra la vida y la personalidad de Esperanza, una mujer atractiva, según el relato de quienes estuvieron cerca de ella, independiente, deportista, culta y valerosa. Decidida a luchar por la justicia y a defender a los trabajadores, abiertamente de izquierda. En este repaso aparecen diversos personajes: Vicente Lombardo Toledano, con quien colaboró directamente durante varios años y participó en la fundación del Partido Popular en 1948; Lázaro Cárdenas a quien visitaba frecuentemente; Salvador Novo y Gabriel Figueroa (hermano de su esposo Roberto y por lo tanto su cuñado). Esperanza fue autora de libros y relatos y sobre todo colaboradora, traductora y agente literaria en México y el extranjero de B. Traven. Dado que el autor de La Rosa Blanca nunca apareció en público y mantuvo su identidad en secreto hasta el final de sus días, llegó a especularse públicamente que la verdadera autora de la obra de este escritor era, en realidad, Esperanza.
La novela nos cuenta los secretos y las máscaras de Esperanza, se trata de un relato sobre una mujer que quiso practicar la libertad, la solidaridad y la lucha por la justicia y ser congruente con ello, a pesar de los celos de sus amantes, las dudas de sus familiares y amigos, y el rencor de los poderosos. Un ejercicio que, cualquiera que haya sido la verdad de los hechos, le costó la vida. Se trata, en fin, de una obra de ficción que trae a la memoria episodios reales de la historia de un sexenio particularmente nefasto para el movimiento obrero.

@saulescoba