EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Raymundo Riva Palacio

Enero 03, 2004

 

 Historias de enanos  

 

Por alguna razón, la genética del gobierno de Vicente Fox tiene un problema con los acontecimientos que suceden fuera de los horarios de oficina. Como señala un agudo observador de la política nacional, cuando los funcionarios foxistas se van de vacaciones, “con ellos se llevan al Estado”. Es terrible que suceda algo cuando es fin de semana o de noche, desde los asuntos de protocolo más sencillos, como cuando muere una figura de relevancia nacional cuando las esquelas aparecen hasta días después, hasta temas más graves como la toma ilegal de las instalaciones de transmisión de Canal 40, donde el gobierno nunca terminó de enterarse que un comando armado había ejecutado la acción.

Esta ocasión no ha sido diferente. Ya vimos como el maremoto en Asia y el océano Índico dejó al gobierno en ruinas políticas y morales. Al terminar el 2004, el hermano Joaquín El Chapo Guzmán, el prófugo capo del narcotráfico, fue ejecutado dentro del penal de máxima seguridad de La Palma, en el estado de México, mientras hablaba con su abogado en el locutorio. A Arturo Guzmán le metieron cinco balazos de frente con una pistola calibre .9 milímetros, que es una arma de uso exclusivo del Ejército.

En el primer día de 2005, los indígenas de Paracho, disgustados porque el Tribunal Electoral de la Federación ratificó la victoria al PRI en ese municipio michoacano, y argumentando que ni el nuevo gobierno municipal ni los partidos políticos les ofrecían condiciones de desarrollo, decidieron no darles el beneficio de la duda ni por 24 horas y emulando al EZLN declararon a esa población como “municipio autónomo zapatista”.

Como si el terreno político que pisara el gobierno foxista fuera una planicie, nuevas montañas y profundidades le brotaron al amanecer del año.

La rebelión política en Paracho suma esa comunidad a los niveles de excepción legal que ha tolerado el gobierno sistemáticamente. El EZLN tiene en Chiapas sus Caracoles, cinco grandes zonas donde las comunidades se gestionan política y económicamente al margen de las autoridades legales. Es decir, son pequeños estados dentro del Estado mexicano. En Atenco, a 36 kilómetros del corazón del Distrito Federal, se vive una situación similar, estimulada igualmente por los zapatistas y derivada de la ineficiencia colectiva del gobierno que nunca supo resolver una inconformidad de 17 comuneros que se oponían a la construcción de un nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México, que iba a ser la principal obra de infraestructura del sexenio, y que creció de un problema focalizado a una rebelión popular.

Se podría decir que al presidente Fox le crecen hasta los enanos, pero para su desgracia, es un poco más grotesco y escatológico lo que le pasa. Fox mismo se ha encargado de espolvorear el royal a todos los problemas para que se esponjen. Eso hizo con el entonces famélico EZLN, al que ayudó política y logísticamente, violando la Constitución inclusive, para que el Subcomandante Marcos encabezara una marcha por la mitad del país en 2001, que aprovechó la comunidad de Nurío para celebrar el Congreso Nacional Indígena. Esa comunidad se encuentra en Paracho, donde una vez más la gente cambió este domingo las reglas de interacción con el Estado.

Los municipios autónomos en Chiapas, Atenco y ahora en Paracho son un desafío al Estado de Derecho. Claro, este argumento carece de sentido para ser esgrimido por el gobierno, pues no se puede fustigar o castigar a los gobernados cuando el principal violador –principal porque debería de ser su principal defensor– es el gobierno federal mismo. Empleados de Fox, pagados por los contribuyentes mexicanos, como el secretario de Gobernación Santiago Creel, han preferido mantener el status quo de la ilegalidad a utilizar la firmeza de la ley, quizás, y no se entiende de otra forma, porque aplicándola le podría haber significado un conflicto político que le dañara sus aspiraciones presidenciales. La dinámica es bastante ilógica: manejándose entre la ignorancia y la negligencia, la resistencia social, aún ilegal, prevalece.

Hay, por supuesto, otras derivaciones de las pecaminosas omisiones foxistas.

Lo que sucedió en La Palma se inscribe en este contexto. Los penales de máxima seguridad son responsabilidad del confidente presidencial, Ramón Martín Huerta, quien es el secretario de Seguridad Pública federal. Desde que llegó a esa dependencia hace menos de un año, es la segunda ejecución en La Palma. La primera fue de otro lugarteniente de El Chapo, Miguel Ángel Beltrán, apodado La Ceja Güera. Ambos asesinatos se dieron una semana después de que se realizaran cateos sorpresa en busca de armas. Uno podría pensar que, o no buscan bien, o la corrupción dentro de esos penales hace que nadie que tenga un enemigo con dinero y buenos contactos, tenga su vida asegurada en el mal llamado sistema de cárceles de máxima seguridad.

Con la impúdica complacencia con la que ha actuado con Creel, Fox tampoco ha hecho absolutamente nada para mostrar a sus gobernados que no está a gusto con el desempeño de Huerta. Estos dos han sido sujetos en las últimas semanas a una intensa crítica por la negligencia e insensibilidad política del secretario de Seguridad Pública en relación con los linchamientos en Tláhuac. Con el último ejecutado en La Palma, Huerta sigue acumulando muertes en su expediente de funcionario, en este caso con una profundidad de diversa naturaleza, pues lo que aflora claramente es que los cárteles de la droga mantienen su guerra de exterminio sin que los territorios sean un obstáculo, aún si este, se supone, es territorio federal, perfecta y permanentemente vigilado. Un botón más de que Huerta se encuentra en el lugar equivocado.

Pero Fox no parece haberse dado cuenta. Sostiene la seguridad del Estado en las secretaría de la Defensa, Gobernación, Seguridad Pública y la PGR. La Defensa, pese a los agravios sistemáticos que les ha hecho Fox durante todo el sexenio, sigue actuando con eficacia. El procurador Rafael Macedo de la Concha, que parece más el abogado presidencial que de la nación, ha mantenido un creciente descrédito de su actuación por sus comportamientos políticos y personales. Pero Creel y Huerta son los enanos del cuarteto. A diferencia de los opositores al gobierno, éstos no crecieron. Al contrario. Junto con Fox, políticamente hablando, se hicieron más chiquitos.

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