EL-SUR

Jueves 02 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

EZLN, el común y la no propiedad

Tryno Maldonado

Enero 16, 2024

El pasado 1 de enero se cumplieron 30 años del alzamiento indígena que sorprendió al mundo, pero sobre todo, que colocó a la autonomía como brújula de los movimientos del sur global.
A decir del pensador Raúl Zibechi, el EZLN “consiguió colocar la autonomía en el centro de los objetivos de algunos movimientos sociales de América Latina. Hasta ese momento no existía una corriente política y cultural orientada en esa dirección, implantada en la mayoría de los países de la región latinoamericana, como sucede en estos momentos”.
Si bien la guerra declarada por el movimiento zapatista contra el Estado mexicano en 1994 fue también un guerra contra el olvido, desde entonces las comunidades zapatistas han ido desarrollando mediante la acción –y muchas veces a partir del error como herramienta aleccionadora de este largo proceso de aprendizaje– una forma autosostenible de vida que abarca la educación como corazón de la propia autonomía, pero también en el ámbito de la salud y el trabajo.
Nada de esto sería posible sin un territorio. A nivel territorial, la recuperación de tierras por parte de los pueblos zapatistas a lo largo de estas décadas ha sido la plataforma para que ese modo de vida digno y autogestivo esté teniendo lugar. En dichas tierras han nacido ya al menos tres generaciones que han visto la luz en plena organización y autosostenibilidad.
A diferencia del grueso del territorio a cargo del Estado mexicano que se encuentra en una guerra simbiótica de la mano del propio crimen organizado, los territorios zapatistas están libres de feminicidios, narcotráfico, asesinatos dolosos y desapariciones forzadas.
Se ha visto hasta el cansancio en los últimos sexenios: si el crimen organizado es la avanzada informal solapada por el Estado para la posterior entrada de la militarización como estrategia de despojo y la subsecuente imposición de megaproyectos extractivistas de los recursos de los pueblos, los territorios zapatistas han resistido además a ese embate. Ello a pesar del sistemático asedio bajo el que los han mantenido los gobiernos mexicanos de todos los partidos políticos hasta la fecha.
Este asedio contra las bases de apoyo zapatistas se ha agravado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador mediante una guerra paramilitar de baja intensidad como castigo al EZLN por no haberse alineado a su proyecto monolítico de izquierda capitalista y extractivista, acostumbrado a arrasar en su megalomanía, literalmente, con todo (así lo muestra, por ejemplo, el desastroso ecocidio documentado del mal llamado Tren Maya, al que el EZLN se ha opuesto abiertamente). En esta columna se ha dado registro en los últimos años de que tan sólo el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas demostró los casi 200 ataques paramilitares contra comunidades zapatistas en el lapso de 2019 a 2022 del actual gobierno.
En este contexto, y en el marco del festejo por los 30 años del levantamiento zapatista, el subcomandante insurgente Moisés, vocero del EZLN, declaró que “la propiedad debe de ser del pueblo y común. Y el pueblo tiene que gobernarse a sí mismo”. El concepto de “lo común” ha sido reiterado en la presente etapa de reorganización en el proceso autonómico zapatista. Y ahondó: “Compañeros y compañeras bases de apoyo, estamos comprometidos ahora. Estamos solos, como hace 30 años. Porque solos hasta ahorita hemos descubierto ese nuevo camino que vamos a seguir: el común”.
“El común”, luego de un consenso tras largos meses de asambleas entre las bases de apoyo zapatistas y el aprendizaje de todos estos años, en palabras del subcomandante Moi, consiste en “establecer extensiones de la tierra recuperada como del común. Es decir, sin propiedad. Ni privada, ni ejidal, ni comunal, ni federal, ni estatal, ni empresarial, ni nada. Una no propiedad de la tierra. Como quien dice: ‘tierra sin papeles’. Entonces, en esas tierras que se van a definir, si preguntan de quién es ese terreno o quién es el propietario, pues se va a responder: ‘de nadie’, es decir ‘del común’”.
Sigue el subcomandante: “Una parte importante es que, para que se pueda lograr esto, tiene que haber un acuerdo entre los pobladores sin importar si son partidistas o zapatistas. O sea que tienen que hablar entre ellos, no con los malos gobiernos. Eso de buscar el permiso de los malos gobiernos sólo ha traído divisiones y hasta muertes entre mismos campesinos”.
O en palabras del propio Zibechi: “El progresismo es la ofensiva más fuerte contra los pueblos. Está envuelta con los códigos de los pueblos. Y eso representa la 4T. Una de las ofensivas más fuertes contra el EZLN”.