EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

EZLN: una campaña nacional por la verdad y la justicia

Tryno Maldonado

Agosto 03, 2021

METALES PESADOS

El 8 de mayo de 2018 se llevó a cabo el foro Diálogo por la Paz y la Justicia en el espacio del Museo Memoria y Tolerancia. Ahí participó el entonces candidato de la coalición Juntos Haremos Historia a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador. A la pregunta expresa de si, una vez elegido presidente, se comprometería con la construcción de una comisión para el resarcimiento, verdad y memoria para las víctimas de los crímenes de la guerra de los últimos años, López Obrador sentenció: “Estoy de acuerdo con la comisión de la verdad. Todas las facilidades, todas, del gobierno, para que se investigue sin ninguna restricción. Que se haga una investigación completa”.
Ya como presidente electo, López Obrador se reunió el 14 de septiembre en el Centro Cultural Tlatelolco con cientos de víctimas y representantes de la sociedad civil en el Segundo Diálogo por la Paz, la Verdad y la Justicia para dar seguimiento a la construcción de dichos mecanismos de resarcimiento, verdad y justicia con los que él se comprometió abiertamente. Los reclamos y demandas de colectivos y familiares de víctimas esa vez fueron fuertes, contundentes, claros. Y, al parecer, no escuchados.
En aquella oportunidad, Irinea Buendía –madre de Mariana Lima, víctima de feminicidio cuyo caso sentó un precedente– exigió a los nuevos representantes del poder gubernamental las condiciones propicias para que a partir de ese momento fueran las víctimas –y ya no los perpetradores, en un afán de justicia de Estado punitivista– quienes estuvieran finalmente al centro del proceso de impartición de justicia. Pero, hasta el día de hoy, las cosas no han cambiado.
En enero de 2020 se daría la tercera ocasión en que se celebraría un encuentro entre el nuevo régimen y los familiares de víctimas. No obstante, éste no tuvo lugar. En Palacio Nacional se presentaría la demanda por mecanismos extraordinarios de justicia por parte del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Pero López Obrador, en un cambio drástico de postura ahora desde el ejercicio pleno de su poder, optó por darles la espalda a miles de víctimas, aduciendo que prefería evitar un “show”: “Tengo que cuidar la investidura presidencial, como decía Adolfo Ruiz Cortines: ‘No soy yo, es la investidura’”, dijo para excusarse de recibir las demandas de mecanismos propuestas desde abajo por los colectivos de víctimas y sociedad civil.
La consulta popular llevada a cabo este domingo 1 de agosto –con una convocatoria tan pobre como menos de 8 por ciento del padrón electoral– fue el engrudo retórico en que derivó la poca o nula voluntad de la Cuarta Transformación por comenzar a construir genuinamente este verdadero proceso de justicia transicional exigido desde hace años por víctimas, colectivos, organizaciones y pueblos.
La noción de justicia transicional se ha aplicado en países que vivieron situaciones de conflicto y represión en las que masiva y sistemáticamente ocurrieron violaciones a los derechos humanos. En México, los casos de violaciones sistémicas cotidianas sin término, han escalado a tal magnitud y gravedad que las propias instituciones del Estado se muestran inoperantes (y muchas veces cómplices) para otorgar justicia a las víctimas. Es cuando estos maxiprocesos de justicia se concretan desde abajo y ya no desde el poder para conformar las Comisiones de la Verdad. (Aquí puede consultarse un atlas realizado por Al-Dabi Olvera sobre estos ejercicios en América Latina: https://regeneracionradio.org/archivos/12706).
Ambos conceptos –justicia transicional y una comisión de la verdad– quedaron muy fuera del radar de la 4T al momento de redactar su propuesta de consulta popular; convocar a una comisión de tales alcances significaría llamarse a rendición de cuentas a sí misma como perpetuadora del proceso de militarización sin tregua en todo el país bajo el que han ocurrido las miles de desapariciones, homicidios y feminicidios de las últimas décadas. Y el infierno no ve fin.
Sin embargo, los muchos abajos en resistencia han dado un paso más grande al frente que la mera consulta y han tomado la iniciativa y, de una vez por todas, poniendo al centro a las víctimas a partir de la escucha y el respeto de sus dolores y de su palabra, lanzar la propuesta abierta para conformar dicha comisión de la verdad.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, por ejemplo, hackeó la convocatoria por la consulta popular contra (algunos) expresidentes en las urnas oficialistas. Abrazó a las víctimas y lanzó recientemente la propuesta de realizar acciones dislocadas de acompañamiento y movilizaciones encaminadas hacia una campaña nacional por la conformación de esta comisión de la verdad.
“Lo que a nosotros nos importa es que las víctimas se sientan acompañadas y animadas en su doloroso caminar. Pero su paso, su ritmo, su velocidad, su compañía y su destino, corresponde a ellas y sólo a ellas decidirlo. Aunque habría que, primero, sustraerse de lo que dicen y disputan allá arriba; y luego seguir con encuentros, foros, festivales, apoyos para las víctimas. Una campaña nacional por la verdad y la justicia. En suma, “acompañamiento”, no “dirección”.